Columnas la Laguna

IBERO TRANSFORMA

MUJER, EDUCACIÓN Y PANDEMIA

ZAIDE P. SEÁÑEZ MTZ.

El pasado 8 de marzo me invitaron a participar en un panel organizado por la Red de Mujeres en la Ciencia y la Innovación Social (REMCIS). Se me solicitó reflexionar sobre el tema de la educación y la mujer en el contexto de la pandemia. Escribo este texto con un lenguaje femenino, como homenaje a esas mujeres que han realizado tareas heroicas durante esta situación. 

Mi intervención inició con la revisión de algunos efectos en el tema de educación, como el hecho de que hay escuelas vacías ante la imposibilidad de tener control sobre los contagios masivos. Posiblemente algunas de las instituciones han sido presa fácil para el saqueo de lo poco o mucho que con tanto esfuerzo habían adquirido. Las escuelas privadas se enfrentan a la disminución drástica de ingresos provenientes de colegiaturas. Según la Secretaría de Educación de Coahuila, treinta y siete planteles particulares solicitaron suspensión de labores, lo que afectó el empleo y los ingresos de mujeres que participan en la docencia, tareas administrativas e intendencia. 

Otra reflexión propia es que la crisis sanitaria ha puesto en entredicho el derecho humano a la educación ante la indiscutible dependencia en el internet para acceder a ella. La UNICEF reporta que una tercera parte de infantes en el mundo (463 millones) no ha tenido acceso a la educación por no contar con internet. En México, de acuerdo a INEGI, sólo el 56% de los hogares contaban con red en 2019, lo que brinda idea del problema de acceso a la educación. Y quienes sí han podido continuar estudiando, se enfrentan a la necesidad de desarrollar habilidades digitales de manera acelerada e improvisada. 

La educación es un proceso social que impulsa la interacción de las personas; no acudir a las aulas afecta el pleno desarrollo de competencias para la incorporación a la dinámica social y productiva de muchas niñas y jóvenes. El regreso a las aulas debe valorar la importancia de recuperar esas competencias sociales. 

Los roles de la mujer también se han visto impactados con la pandemia, pues además de su cargada agenda como madre, esposa, ama de casa y trabajadora fuera del hogar en muchos casos, ahora es corresponsable en la formación de sus hijas. Se ha enfrentado a sus propias limitaciones de conocimiento y destrezas digitales, a optimizar el tiempo para priorizar las tareas educativas de sus hijas, sorteando sus propios miedos y angustias. 

La nueva normalidad se encontrará con una mujer que ha evolucionado y es más visible en muchos aspectos de la vida, convertida en una fuerte aliada del proceso formativo, empoderada en nuevas competencias; empática con la labor docente, consciente y sabedora de los talentos y limitaciones de sus hijas para aprender y orgullosa de confirmar que la versatilidad femenina no es un mito, ella lo ha hecho realidad en momentos sumamente complicados. Estará esperanzada y ocupada para que la familia vuelva a ser el principal espacio de formación de las mujeres que el futuro requiere. Y este no es un aprendizaje de poco mérito.

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