Un hombre caminaba por la acera ancha del puerto. Encontró a otro, bien vestido, que estaba en cuclillas buscando algo alrededor de un farol. Cuando estuvo cerca le preguntó si se le había perdido algo. El hombre le contestó muy angustiado:
Estuve trabajando en la oficina hasta muy tarde y perdí unos papeles. Como había poca luz vine hasta aquí a ver si los encuentro...
Así es el proceso de búsqueda que emprenden muchas personas. Necesitan encontrar algo y lo buscan en los lugares que les resultan más cómodos, aunque, no necesariamente son los apropiados. El rodeo que precede al atajo. Los que buscan algo suelen obsesionarse y continúan desplazándose, desgastándose. Desbaratando su propia expectativa mientras buscan mal.
¿Qué encontramos cuando buscamos mal?
Frecuentemente, resultados que no coinciden con las expectativas iniciales. Desánimo. Frustración.
Otras veces, encontramos una y otra vez algo que no buscábamos.
¿Cuál es la razón?
A medida que fracasamos, vamos concluyendo que no era eso exactamente lo que necesitábamos encontrar. Prueba, ensayo y error.
Como lo expresara claramente nuestro amigo Lewis Carroll en su Alicia en el País de las Maravillas: "Si no sabes adónde vas, cualquier camino es bueno".
Para encontrar, necesitamos saber primero qué deseamos. Luego, conocer o explorar en el medio apropiado y finalmente estar atentos, porque muchas personas están frente al hallazgo, pero no pueden verlo. Son protagonistas de su propia conspiración.
Poner el foco afuera. Esperar el resultado milagroso. Atribuir lo que obtenemos al azar, son algunos de los principales obstáculos que hacen que no podamos encontrar sino espejismos o excusas.
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