En esta charla, se discutió como la colaboración entre empresas y proveedores de educación, actores públicos y privados, pueden favorecer la innovación y la transformación digital de la enseñanza. (ESPECIAL)
Con motivo de la pandemia por la COVID-19, la mayoría de las instituciones de educación superior en el mundo tuvieron que suspender las clases presenciales para implementar un modelo virtual y ajustarse de forma dramática y repentina, lo que implicará muchos cambios para las universidades del futuro.
María Potes Barbas, catedrática, directora de Investigación, Polytechnic Institute of Santarém y miembro del departamento de Tecnología y Educación, Higher School of Education, Santarém consideró que los cambios de marzo a diciembre han sido enormes y que éstos se pueden situar en varios niveles como la realidad de cada familia y las herramientas que tienen al alcance para que los estudiantes puedan cursar su educación. Otros factores son la infraestructura, la tecnología y la enseñanza a distancia que implica que los docentes hayan extendido sus jornadas laborales para aclarar dudas sobre los contenidos académicos.
Por su parte, Luis David Prieto Martínez, vicerrector académico en la Pontificia Universidad Javeriana, dijo que lo que se ha aprendido y capitalizado en estos meses propone un horizonte de transformación a las instituciones de educación superior en tres dimensiones: innovación curricular, innovación pedagógica y el fortalecimiento de los mecanismos de acompañamiento para los estudiantes.
“Yo considero que esa universidad del futuro después de esta pandemia, debe caracterizarse por una oferta académica extremadamente flexible que le garantice al estudiante una experiencia de vida que pueda atender sus intereses, sus pasiones, sus expectativas, por lo tanto la riqueza académica de las instituciones de educación superior va a estar cada vez más unida a la oportunidad de contar con diversas rutas formativas que dialoguen también con el mundo de las certificaciones y que permita periodos formativos dentro de la institución fuera de ella, nacional e internacionalmente”, expresó.
Indicó que otro elemento que considera fundamental, es hacer la opción por estructuras curriculares y formas pedagógicas que conecten permanentemente el conocimiento que van adquiriendo los alumnos con la utilidad que éste tiene para la solución de problemas concretos del entorno, es decir, un énfasis en pedagogías activas. Otro elemento es la articulación con las familias para favorecer una aproximación diferencial del aprendizaje y del bienestar integral. Dijo que un reto es la transformación tecnológica pues se debe lograr que ésta se desarrolle con altos estándares de calidad y contemplando mecanismos de acompañamiento y de bienestar universitario que se expresen de forma innovadora en lo digital.
En su intervención, Juan Pablo Mena, de CEO U-Planner comentó que ve a la universidad del futuro gestionada por datos además de que se requiere de un sistema de monitoreo permanente. “Todas las decisiones se toman en tiempo real pero también las decisiones de largo plazo se toman con evidencias basadas en datos, todo lo que ha mencionado María y Luis David tiene a todo sentido pero a su vez, todo esto requiere de un monitoreo permanente porque….de cierta forma las universidades por siglos han sido muy parecidas y por primera vez por todo el tema de internet y por todo el tema de la pandemia y todo lo que está significando esta obligación a estar todo digital, creo que se está dando una disrupción realmente fuerte”.
INNOVACIÓN EN LAS UNIVERSIDADES DE AMÉRICA LATINA
Lo anterior, se abordó durante el panel magistral “Cómo la colaboración público-privada puede favorecer la innovación en las Universidades de América Latina y el Caribe” que estuvo moderado por Elena Arias, especialista superior en Educación, Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En esta charla, se discutió como la colaboración entre empresas y proveedores de educación, actores públicos y privados, pueden favorecer la innovación y la transformación digital de la enseñanza. Como parte de la séptima edición del Congreso Internacional de Innovación Educativa (CIIE) que organiza el Tecnológico de Monterrey, en esta ocasión en formato virtual, se diálogo acerca de posibles acciones para fortalecer las capacidades de los docentes y directivos en el uso de la tecnología y para crear trayectorias de aprendizaje que atraigan a los jóvenes y les permita insertarse en el mercado laboral.
Prieto Martínez dijo que hay muchos ejemplos de cómo tecnologías de información y comunicación son instrumentos comprobados para solucionar grandes brechas acumuladas en la educación, especialmente en América Latina y concretamente en la formación universitaria.
“Hay ejemplos y experiencias impresionantes que dan cuenta del ejemplo de estas tecnologías emergentes en atender retos en materia de la calidad, de la cobertura, del abandono, de la pertinencia social de la educación superior”.
Sin embargo, añadió que no se puede caer en el error de absolutizar a las tecnologías pues “ellas son instrumentos, son habilitantes, pero no son el fin último del acto educativo” por lo que su incorporación en proyectos de innovación curricular y pedagógica así como de acompañamiento a estudiantes, debe ser resultado de un sistemático proceso de concebir, implementar y operar en donde tenga prelación.
Concluyó diciendo que el uso de tecnologías emergentes, modernización de proyectos educativos y apropiación de cultura digital se convierten en los tres ejes principales del modelo de una transformación digital.
María Potes Barbas comentó que en todos los países de Europa están monitoreando las competencias digitales de los docentes y que les falta conocer más sobre cómo encontrar recursos educativos y cómo evaluar en el formato del e-Learning (enseñanza y aprendiza online). “Lo que estamos haciendo es trabajar mucho con las empresas para identificar cuáles son las competencias que la universidad tienen que crear con sus estudiantes para que puedan pasar al mercado del empleo con toda la calidad”.
Juan Pablo Mena, expuso que las instituciones que decidan abordar dichos desafíos deben hacerlo con tecnologías probadas y que tengan casos de éxito. “Es importante que también esas decisiones sean en base a evidencias concretas que tengan en esta colaboración a un socio que les aporte valor a largo plazo”, finalizó.
