Oí de niño los relatos de mi tío abuelo don Francisco, que muy joven se fue a la Revolución.
- Yo no sabía qué era eso -comentaba-, pero mi novia me dejó para casarse con otro y fui a que me mataran.
No lo mataron, pero sí lo hirieron, y de gravedad, En un combate con los federales recibió un balazo de máuser en el pecho.
- Caí ya casi muerto -nos contaba-, y pensé en cerrar los ojos para morirme todo. Pero en el suelo vi una pequeña flor del campo, y miré sus pétalos de cerca. Me pareció que estaba viendo al sol, y decidí vivir. Me recogieron y me curaron en un hospital. Entonces dejé la guerra y regresé a mi casa.
Me gustaba mucho escuchar los relatos de mi tío Pancho. Solía decir:
Dejé la guerra, que era la muerte, para ir a mi casa, que era la vida.
¡Hasta mañana!...