Oí el cuento del señor que fue a una barbería para que lo afeitaran. El dueño del local le indicó que el trabajo lo haría su hijo, muchacho en vías de aprendizaje, pues él esperaba a un parroquiano habitual que no tardaría en llegar.
A las primeras de cambio el aprendiz le hizo una cortada al señor en la mejilla. “¡Ay!”, exclamó el señor. Al oír eso el barbero tomó la gruesa tabla que servía para que los niños se sentaran en el sillón y la emprendió a golpes contra su hijo, llamándolo torpe e incapaz. El muchacho evadió los golpes, que fueron a dar todos en la cabeza del señor. Lo mismo volvió a suceder dos o tres veces más: corte al señor y golpes dirigidos al aprendiz que recibía todos el señor.
Sucedió que en una de ésas el muchacho le cortó al desdichado cliente una oreja, que cayó al suelo.
Le dijo muy apurado el señor al aprendiz: “¡Rápido, tápala con el pie, pues si la ve tu padre me matará a tablazos!”.
Sirva esta historieta de alivio, siquiera sea momentáneo, al confinamiento de hoy.
¡Hasta mañana!...