
Las personas que siguen asistiendo al mercado Alianza lo hacen por los bajos precios que manejan, aspecto que ayuda a la economía. (ERICK SOTOMAYOR/EL SIGLO DE TORREÓN)
Es mediodía en el Mercado Alianza de Torreón, María del Rosario Jasso Íñiguez lee en su biblia el Salmo 91 mientras ve pasar el tiempo en su local ubicado en el callejón Moctezuma, donde comercializa vísceras. Ha pasado 58 de sus 67 años de edad en el mercado, lugar al que llegó gracias a sus padres. A pesar de la actual contingencia sanitaria, doña Chayo, como la conoce el resto de los locatarios, tiene que atender su negocio porque no le queda otra opción.
Su jornada empieza a primera hora y acaba alrededor de las ocho de la noche. Recuerda que en los mejores tiempos llegó a trabajar de cinco de la mañana a doce de la noche, pues no se daba abasto en la demanda, pero el actual panorama la entristece; con la voz entrecortada comenta que las ventas van mal y que la situación se presenta crítica. "Le permito que abra el cajón, si tengo 400 pesos de venta es mucho. Llegué a las ocho y media, un kilo de menudo vale 80 pesos, dígame qué he vendido. Solo he atendido a tres clientes".
Comenta que las ventas que tenía antes de la pandemia le permitían sobrevivir. Actualmente su venta ha disminuido en un 80 por ciento y resalta que acaba de pagar cinco mil pesos de luz, cantidad que duda haber ganado en los últimos dos meses.
"Ahorita mi estado de ánimo está por los suelos. No le puedo echar mentiras".
Antes de la entrevista, doña Chayo leía el Salmo 91: "El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente", porque se aferra a su fe en tiempos difíciles y recalca las razones que la mantienen firme en el mercado: "Aquí viví, de aquí saqué a mis hijos adelante".
Historias como la de doña Chayo forman parte de la narrativa cotidiana del mercado Alianza, donde los locatarios han tenido que ingeniárselas para afrontar la contingencia sanitaria de la COVID-19. Cada uno de estos testimonios posee sus propios matices y las afectaciones económicas de la crisis varían según el locatario.
Por ejemplo, otros comerciantes como Miguel Delgado de 50 años, quien tiene un local de frutas y verduras, prefieren ver los tiempos actuales con ojos más optimistas:
"Nosotros tenemos clientes desde las seis de la mañana, que son clientes que venden en triciclos o carritos en las colonias, son de los que vienen muy temprano, o la gente que tiene tiendas o vende gorditas".
Delgado comenta que las personas que siguen asistiendo al mercado Alianza lo hacen por los bajos precios que manejan, aspecto que ayuda a la economía de las familias.
"Esto es esencial, deben estar abiertos los mercados, es como una farmacia: no lo puedes cerrar. Los mercados son esenciales en este momento".
El comerciante refiere a la cadena humana que depende de esta actividad económica, la cual incluye a campesinos, productores y transportistas. Por eso, frenar las labores del mercado no solo afectaría a los locatarios.
"Donde haya escasez de alimentos, se acabó todo, donde no haya tomate, donde no haya huevo, donde no haya lo necesario para hacer de comer, nos iríamos a la ruina, sería una guerra civil (…) de perdido aquí la gente viene y compra, y eso mitiga poquito la ansiedad, el estrés. Habiendo comida en la mesa es una bendición, no habiendo es una desesperación".
MEDIDAS
Con raíces desde 1890 e iniciado como una pequeña aglomeración de tejabanes alrededor de la antigua estación del ferrocarril y la extinta fábrica La Alianza, este mercado ahora es el corazón popular y económico del sector poniente, del que subsisten 400 locatarios y aproximadamente dos mil empleos.
Por eso, hablar del mercado Alianza es hablar de la historia de Torreón, de un lugar que ha desafiado al tiempo y soportado incendios, azotes de violencia del crimen organizado, crisis económica y ahora la pandemia; sus locatarios saben lo que es enfrentar adversidades.
Los productos que aquí se comercializan son de primera necesidad y sus precios son de 10 a 15 por ciento más bajos que en los supermercados. El lugar es el último eslabón de la economía lagunera, por eso cerrar sus puertas es inviable. La única opción es adaptarse a la realidad.
Así, ante las noticias de la alta afluencia en los hospitales de Torreón, el locatario Miguel Cortés comenzó a diseñar un plan para, junto a los demás comerciantes, implementar medidas sanitarias dentro del mercado. Así nació el Comité COVID del mercado Alianza, que supervisa los filtros sanitarios que existen en los accesos y salidas al mercado, instala señalética en los comercios y se encarga de recomendar a los clientes el uso correcto del cubrebocas.
"Nos basamos en información que fuimos sacando de internet de otros países, de otros estados que hacen lo mismo, y pensamos que por la forma de trabajo del mercado, aplicaban muy bien esas ideas", relata.
Al entrar del mercado, el cliente atraviesa un filtro sanitario que incluye la toma de la temperatura y la dotación de gel antibacterial. Los principales corredores como lo son la calle Viesca y la avenida Carranza cuentan con señalética, aunque es difícil hacer que todos los clientes respeten las instrucciones.
"Así se pretende evitar el roce o el tope de personas, con eso tratamos de evitar que haya más contagios, pues es una zona muy fluida"
En cuanto a los locatarios, también se trata de crear conciencia. Se les marcan sus locales y se les pide una cooperación de 100 pesos cada semana para pagar el sueldo de las personas que se encuentran en los filtros, además de los cubrebocas que se regalan a los clientes cuando estos no portan el suyo.
"Mi labor en el mercado es andar volanteando y a la persona que veo sin cubrebocas, le hago la indicación de que se lo ponga".
CIERRE DE PUENTES
Por su parte, Pedro Pasillas Mijares, presidente de la Unión de Locatarios del Mercado Alianza, indica que el fin de semana pasado se registró una de las peores jornadas en la historia del mercado, pues, según sus palabras, las ventas bajaron hasta en un 60 por ciento en general en todo el mercado debido a la escasa afluencia de clientes, consecuencia del cierre de puentes entre Torreón y Gómez Palacio.
"Nosotros nos sostenemos de los camiones que vienen de Nazareno, Villa Juárez y todas las rancherías circunvecinas, además de los camiones que vienen de Gómez, porque diario nos traen seis o siete mil clientes aquí al mercado; aunque no vengan a comprar pero son gente que pasa, ya sea que pasen a trabajar se bajan aquí en la Múzquiz".
Pedro Pasillas afirma que el mercado no puede soportar otro fin de semana similar al del 7 y 8 de noviembre, por eso decidieron enfocar sus labores para que locatarios y clientes respeten las medidas sanitarias.
"Estamos trabajando en serio por el bienestar propio y a la vez cuidar al cliente, que queremos que siga viniendo y que no se enferme. Inclusive hacemos las recomendaciones de que no traigan a los niños, y si los traen que les pongan su cubrebocas. Se molesta la gente y lo que quieras, pero estamos a dale, dale y dale".
MÁS TESTIMONIOS
Óscar Abraham López Cepeda atiende su bodega al interior del mercado, lugar en el que labora desde las seis de la mañana. Entre abarrotes y especias, comparte su visión de la situación, en la que, además del factor económico, ha notado cambios en el ánimo de sus clientes y en sí mismo, pues percibe un ambiente de presión.
"Por lo regular las personas tenemos una actitud formal, estable, por decir así tenemos un carácter ya definido, pero ahorita todos traemos un humor distinto. A esto le aúnas alguna medida o alguna recomendación que quieras hacer y rápido te vas a crispar, te vas a enojar. Eso es lo que he notado en mis clientes (…) sentimos que estamos atados, que no es cierto lo de la enfermedad, pero vemos tantos muertos que sí es cierto, pero sentimos que el Gobierno nos está atosigando, pero no sabemos si nos está atosigando o si nos está robando, o de veras nos está protegiendo".
Óscar López también es consciente de que el mercado es "el último bastión" de la economía lagunera y de que el impacto de la pandemia es distinto en cada comerciante. En su caso, considera que sus ventas disminuyeron solo en un 20 por ciento. "Se ve el miedo en la gente, pero pues no pasa de ahí".
Reclama que se necesitan dirigentes políticos que se sienten a platicar con los locatarios en persona y les expliquen a detalle qué es lo que está pasando. Asimismo, resalta la labor de Miguel Cortés para fomentar el empleo de las medidas sanitarias entre los locatarios del mercado. "Es la única persona que se ha encargado de ir cara a cara y decirte qué está pasando".
Por último, Óscar López espera que se divulgue su mensaje y que la ciudadanía de Torreón comprenda la situación por la que atraviesan los locatarios del mercado Alianza. "Entre más gente entienda la situación, más pronto saldremos de esta".
POR CIENTO
disminuyeron las en general del mercado el pasado fin de semana.