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Jugar y correr son actividades que forman parte de la infancia, pero hacerlo como entrenamiento requiere precisión para no interferir con el desarrollo físico de los pequeños. Para saber cuándo es pertinente que un niño comience su carrera como corredor, primero hay que entender la diferencia entre realizar una actividad física y hacer deporte.
El deporte se define como el entrenamiento permanente enfocado a competir, mientras que la actividad física, es la práctica de ejercicios sin buscar la profesionalización.
Bajo esta premisa, no está recomendado para ningún niño menor a cinco años el realizar ningún entrenamiento para deporte, incluyendo el running.
Para los chicos de entre cinco y diez años, lo recomendable es integrar la práctica de running como una actividad física o convirtiéndola en una forma de juego. Además, no deberá exceder la distancia de 1km en total y de existir pruebas de velocidad, deberán ser máximo de 100 mts.
A partir de los diez años es recomendado iniciar un entrenamiento formal, recordando siempre que tiene que ser ligero y de duración relativamente corta, determinada por el nivel de fatiga de cada niño.
Una vez que pase los 16 años, los entrenamientos podrán extenderse hasta 5 kilómetros, dependiendo de la preparación del corredor.
Las reservas de glucosa en niños y adolescentes tienden a ser menores que las de un adulto, es por ello que el cansancio llega con mayor rapidez. También la fuerza muscular juega un papel importante, ya que si el entrenamiento es demasiado exigente, podría resultar en lesiones y dolores intensos.
Una adecuada planeación de las sesiones de práctica resultará en beneficios para la salud física, entre los que destacan: mantenimiento del peso corporal, fortalecimiento de los huesos, acondicionamiento cardiovascular, mejoras del control de glucosa, más agilidad, equilibrio y coordinación, aumento de fuerza muscular y mayor gestión de emociones.
Además, para contribuir al correcto desarrollo psicomotriz de los niños, variar el tipo de actividades es una gran opción. Cientos de padres se desaniman cuando ven a sus hijos aburrirse tras un par de meses en las clases de natación, o los que se niegan a regresar a entrenar TaeKwonDo.
Este escenario es perfectamente normal y además benéfico, ya que el niño experimentará actividades diversas, logrando elegir él mismo su favorita o donde mejor se desempeña.