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COVID-19: Más muertes que el invierno, menos que la violencia

Para algunas funerarias las restricciones significaron clausuras; para otras representaron un repunte económico

Noviembre, diciembre y enero conforman la temporada alta de los fúnebres servicios. En ello influyen razones de corte emotivo. Según el gerente de una de ellas, las víctimas del virus superan las de la temporada alta pero no así las registradas durante la crisis de inseguridad en La Laguna. (FERNANDO COMPEÁN)

Noviembre, diciembre y enero conforman la temporada alta de los fúnebres servicios. En ello influyen razones de corte emotivo. Según el gerente de una de ellas, las víctimas del virus superan las de la temporada alta pero no así las registradas durante la crisis de inseguridad en La Laguna. (FERNANDO COMPEÁN)

IVÁN HERNÁNDEZ

Los muerteros de la ciudad han sufrido, de distintas maneras y con efectos bien diferenciados, las restricciones sanitarias. En tres establecimientos hablaron sobre lo que han sido los meses al ritmo del coronavirus.

La cartera de servicios de estos negocios incluye venta de ataúdes y de urnas; velaciones; cremaciones; preparación y traslado de cuerpos.

Para uno, ha significado un trance difícil desde lo económico. En otro, el COVID-19 trajo un periodo de intensa actividad, incluso mayor que en algunas temporadas de alta violencia en el municipio. En el tercer local, "el gozo se fue al pozo".

SAMANIEGO: SIN SUPERAR A LAS VÍCTIMAS DEL NARCO

El trabajo administrativo y las tareas de intendencia no han parado. Las salas para acoger los duelos y las velaciones a domicilio (prohibidas desde mayo pasado) siguen esperando noticias del Gobierno estatal. Sin ellas, dice, Carlos Barrionuevo, gerente de esta funeraria, ha sido complicado mantener los sueldos de los empleados. Califica al escenario derivado de la pandemia como difícil, desgastante.

Ubicada en el 879 oriente de la avenida Juárez, Samaniego no trabaja cuerpos COVID-19. Brinda sus servicios a fallecidos por causas como otras enfermedades, accidentes, vejez.

En septiembre, en una reunión con autoridades, los representantes de la industria del luto recibieron tarea, medidas que toca implementar pensando en reanudar los velorios. Por ejemplo, durarán cuatro horas, no se permitirá que haya más de 10 personas ni en las salas ni en las áreas comunes, los deudos deberán organizar a amigos y familiares en grupos que se vayan rotando para ingresar a las instalaciones y los clientes deberán firmar una carta donde se comprometan a no tener gente en el exterior del establecimiento.

Mientras tanto, las autoridades harán visitas para revisar que se respeten los lineamientos básicos como la sana distancia en los espacios o el gel antibacterial.

Superadas las inspecciones, se llevará a cabo una prueba piloto. De ese ensayo dependerá la reactivación de los velatorios. De momento, no hay una fecha ni para la conclusión de los rondines ni para el inicio de la prueba.

MORTANDAD

La mortandad ligada al coronavirus, afirma Barrionuevo Orozco, ha sido muy alta. "He visto números (de defunciones) tanto en la prensa escrita como en televisión, pero, en pláticas con otros empresarios del giro, se nos hace muy pequeña la cantidad que difunden".

Noviembre, diciembre y enero conforman la temporada alta de los fúnebres servicios. En ello influyen razones de corte emotivo. "Hay mucho suicidio y muchos accidentes", comenta.

Según el gerente, las víctimas del virus han rebasado las defunciones de la temporada alta mas no superan a los decesos registrados en periodos similares de mucha violencia. En su estimación pesan tragedias sufridas en antros de la ciudad como el Ferrie (2010) o Tornado (2013).

Sin considerar la neumonía por coronavirus, dice, enfermedades cardiacas, diabetes y males del pulmón son las afecciones que cobran más vidas en el municipio.

COSTOS

En Samaniego esperan volver a ofertar pronto sus planes regulares.

Para los previsores hay uno de 18 mil 900 pesos. La cifra incluye levantar al difunto, el cajón metálico, la velación y el traslado a panteón. Su principal atractivo es pagar el monto en abonos. Sin embargo, comenta, "en nuestra sociedad, poca gente contrata un servicio o compra un ataúd o una urna con antelación".

Otra opción, el servicio exprés, asciende a 12 mil pesos. Los clientes desembolsan la mitad en el momento y tienen 60 días para ponerse a mano. Ellos deciden si abonan por semana o por quincena.

La funeraria también brinda asesoría sobre los precios del panteón municipal, dónde solicitar el espacio y dónde pagar.

Una cremación sale en 6 mil pesos. Las urnas facturan desde 600 hasta 5 mil pesos.

Preparar un cadáver es otro concepto que genera ingresos. En ocasiones, los fallecidos que entregan los hospitales llegan con mucho daño, traen mucho líquido, sueros. El cuerpo se tiene que drenar para un embalsamado apropiado. Los técnicos revisan la piel y, conforme a las características físicas, determinan la cantidad de químico a inyectar. La preparación conserva los restos por 12 horas, tiempo suficiente para la velación y el traslado al cementerio. En anatomías no muy voluminosas, el desembolso es de 1,500 pesos; anatomías con excedente de peso, que ocupan más sustancia, no rebasan la marca de los 2 mil pesos.

MALA COMPETENCIA

Sin hablar de números, Carlos Barrionuevo califica de cuantiosas las pérdidas sufridas en estos meses de contingencia.

La pandemia no es la única responsable de que cayera la actividad.

"Hemos estado viviendo la mala competencia de otras funerarias que se arriesgan a hacer velaciones, a usar las salas a sabiendas de que aún no está autorizado", se queja.

Si bien varios locales han sido multados por salubridad, indica, a veces se salen con la suya.

Otro factor que empaña la industria de los ataúdes es que "en este negocio todos sabemos que existe la compra de cuerpos".

Según el gerente, hay muerteros que van con las trabajadoras sociales de los hospitales para que trabajen con ellos y les manden a los familiares de los difuntos.

"Eso no debe ser. El deudo debe poder elegir dónde va a contratar el servicio. Cuando el cliente viene con nosotros o con otra opción, muchas veces te dificultan la extracción del finado".

ABANDONADOS

Desde que iniciaron las restricciones sanitarias, ninguna autoridad se ha acercado a preguntar si en los velatorios se están cuidando los empleos. Barrionuevo Corozo opina que se pudo haber trabajado de otro modo.

"Lo que viene (las cuatro horas de velación, la organización de los deudos, etcétera), podía haberse implementado en los meses de contingencia".

En juzgados y dependencias se hizo firmar cartas responsivas a las personas que ingresaban a esos espacios. Las funerarias también lo harán. Esa era la intención del grueso de los empresarios del luto desde el inicio de la contingencia. El administrador de Samaniego considera que habría sido de mucha ayuda adoptar medidas para que la gente pudiera velar a seres queridos que expiran por causas distintas al coronavirus.

SAN JOSÉ: REGLA ANTIVELATORIO

La pandemia, comenta José Juan Flores, técnico embalsamador de la Funeraria San José, lo movió todo. La línea a seguir fue adaptarse a las reglas dictadas por salubridad.

"Los dolientes son los más afectados", dice. Pierden a su ser querido, no pueden velarlo y, si la causa de que perezca es la COVID-19, ni siquiera tienen oportunidad de verlo por última vez.

En la vieja normalidad, el paquete básico (ataúd metálico, embalsamado y velación) de este local, ubicado sobre la avenida Matamoros, costaba 7 mil pesos más IVA (8,120 pesos).

En la nueva, con la regla antivelorio, el precio se redujo a 5,500 pesos más IVA (6,380 pesos). La cremación no ha variado su costo: 10 mil 500 pesos.

Por estos días, afirma, el panorama comienza a despejarse.

"Tengo entendido que en San Pedro y en Chávez (Francisco I. Madero) ya están permitiendo velar un máximo de cuatro horas. Estamos a la espera de que aquí también nos autoricen. En Gómez Palacio y Lerdo (Durango) siempre han tenido ese tiempo".

SE AFERRAN A DESPEDIR A SUS MUERTOS

La vuelta de las velaciones traerá consigo pequeños grupos y rotaciones, entre otras medidas para cuidar la salud.

"Son reglas que se pudieron tomar desde el principio (de la contingencia). En fin, no podemos juzgar, sería estar en contra de la salud", comparte el técnico.

Reconoce que su centro de trabajo fue multado. Asegura que fue por infringir la regla de evitar aglomeraciones y no por velar a un finado.

"Teníamos un cuerpo en resguardo, ya íbamos a salir rumbo al cementerio. Muchos deudos querían acompañar al difunto y les explicamos que solo estaba permitido un cortejo pequeño, una decena de personas cuando mucho. Los dolientes reclamaron, querían ir al panteón. Y llegó Salubridad".

Varios clientes, dice, solicitan velaciones a domicilio.

"Se aferran a despedir a sus seres queridos y en ese momento no le encuentran sentido a nada. Cuando les explicas las reglas de la enfermedad, sienten rabia, impotencia, te dicen que no tienes derecho a negar el servicio. A veces hasta te insultan".

PANDEMIA

San José trabaja cuerpo COVID. Es un trámite distinto al habitual, con más reglas. Por ejemplo, exige traer los EPP (equipos de protección personal). Juan Flores lo describe como un proceso cruel. Los dolientes ni siquiera pueden asegurarse de que el cadáver liberado es el de su pariente.

"Nosotros les decimos que sí es porque eso dice la etiqueta que pone el hospital. Que lo vean con sus propios ojos no es posible. Hay quienes quedan con la duda de si en esa bolsa iba su sangre".

No ocurre así en todos los casos. A veces, los muerteros reciben autorización para tomar una foto del fallecido. Le llevan esa imagen al cliente.

En la Clínica 18 (del Instituto Mexicano del Seguro Social), comparte, familiares se ponen el equipo y así sí les permiten ver al muertito. En la clínica del ISSSTE, el personal de la funeraria sube al área COVID, recoge el cadáver y lo lleva a un área donde hay una ventanilla. Del otro lado, el familiar confirma que sí es.

"Son los únicos lugares donde se identifica a los muertos del coronavirus".

En muchos casos, refiere, la causa de muerte inscrita dice "probable COVID-19", es decir, murieron pero, no se confirmó que fuera por la enfermedad del coronavirus.

ACTIVIDAD

En marzo, en los primeros días de la contingencia, en San José no estaban seguros de querer trabajar a víctimas de la pandemia. Una vez que conocieron los procedimientos y las condiciones requeridas, decidieron brindar el servicio. "Muchas funerarias no agarran cuerpo COVID, ya sea porque no desean arriesgar a su personal o porque no pueden cumplir los requisitos de salubridad. A esos negocios la situación les pegó más en el bolsillo".

Abril, rememora, estuvo tranquilo. La actividad aumentó en mayo y se mantuvo arriba hasta agosto. A finales de ese mes hubo un descenso marcado. La curva no ha vuelto a subir. "Hubo momentos en los que daba miedo ver tanto deceso. Llegábamos a los crematorios y estaban llenos".

Según el técnico, dueños de salas de incineración vieron su oportunidad para incrementar sus ingresos. Muchas funerarias no tienen horno. Cuando les cae un servicio, rentan el de alguien más. En Torreón, señala, solo dos crematorios aceptaron a los fallecidos del mal respiratorio. "Me consta que se elevó mucho el costo, hasta un cien por ciento". Si la tarifa normal era de 3 mil pesos, subió a 6 mil. Ese incremento se trasladó al cliente.

TEMPORADA

Los periodos con cambios de temperatura, de frío a calor, o a la inversa, son buenos tiempos para San José porque "fallece mucho adulto mayor".

Desde su óptica, las defunciones de COVID-19 superan a las de temporadas altas. También rebasan, estima, las idas al panteón causadas, en plazos similares, por la inseguridad.

"No me había puesto a comparar la enfermedad con los fallecidos de la violencia, y eso que comparten rasgos, muchas muertes que van a cremación directa, o directo a inhumación".

COYOTES FUNERARIOS

La competencia desleal es una constante del giro fúnebre. "Algunos negocios tienen la costumbre de bajar mucho sus tarifas con tal de agarrar al cliente. Lo malo es que no garantizan un servicio de calidad".

Son muerteros, expone, que se conducen con deslealtad hacia lo que debe ser el oficio y también hacia el deudo. Califica de usuales prácticas como ofrecer un ataúd de cierto nivel y entregar "una caja peorcita" o llevar a cabo una mala preparación del finado.

"Debemos mantener un estándar y un costo acorde", señala.

Los coyotes funerarios son otra sombra del ramo. Se trata, dice, de intermediarios que revolotean en los sitios donde la gente expira. Ofrecen servicios fúnebres y "también dan gato por liebre".

En el Ministerio Público, comparte, se da una práctica curiosa. Todo lo que cae en las mesas del MP se reparte entre dos funerarias. "En Torreón habemos más de 20 empresas del ramo. ¿Por qué no nos dan la misma chance a todas?".

En el Seguro Social también se cuecen habas. Las trabajadoras sociales, comenta, deberían mandar a los difuntos a la funeraria del instituto. No lo hacen. Los mandan a otro lado.

DEL PUEBLO, PARA CLIENTES DE BARRIOS BAJOS

Por estos días, Xoili García López, maderense radicado en Torreón, busca desenterrar su fuente de ingresos.

Él es gerente de Funeraria del Pueblo, negocio que, a cuestas del coronavirus, vivió unos meses de súbito auge y una caída tan estrepitosa como definitiva. Situado en el 990 oriente de la avenida Hidalgo, en el Centro de la ciudad, fue clausurado el 18 de agosto pasado.

HISTORIA

El pequeño changarro, así lo describe su administrador, nació hace 25 años en el ejido Santo Niño, municipio de Francisco I. Madero en la segunda mitad de los noventa. La localidad carecía de funeraria y las que había en la cabecera municipal cobraban montos fuera del alcance de mucho maderense.

En el 2000, el changarro fue registrado como sociedad anónima y tres años más tarde recibió un apoyo del Fondo Nacional de Apoyo para las Empresas de Solidaridad, órgano de la Secretaría de Economía federal que respalda proyectos productivos o negocios comunales de organizaciones indígenas y campesinas o grupos populares-urbanos.

Para aumentar su volumen de operaciones, estos muerteros hicieron base en Torreón. Cuando llegaron, había siete funerarias, hoy existen decenas, comenta García López. Tanta competencia no le causa conflicto porque la mayoría de los nombres en el directorio negro manejan tarifas "fuera del alcance de bastante gente".

BARATO

Su negocio, afirma, ha sido vilipendiado por causa de los precios. Para él, se trata de "cristalizar" la ayuda a la población. De ese propósito, asegura, nacieron tanto su empresa como su servicio insignia: el Crematorio de los Pobres.

García López conduce una carroza que tiene inscrita esa leyenda. Varios clientes le han dicho: "Por nada del mundo dejaría que subiera a mi ser querido a ese mueble".

Eligió los nombres por tres razones: la suya, es una empresa pobre; b) maneja precios populares; c) cuando a una persona se le va un ser querido, aunque posea grandes cuentas bancarias y viva rodeado de comodidades, es un pobre individuo.

Fuentes del negro giro confirmaron que García López ofrecía servicios a bajo costo. También señalaron que la funeraria Del Pueblo no brindaba a los difuntos un trato digno (por ejemplo, la preparación de los restos se hacía en el suelo) y operaba dos crematorios, el de Santo Niño y otro en Nazareno, localidad lerdense.

ATENCIÓN

Los clientes de este local provenían de los barrios bajos de la mancha urbana y de las zonas rurales de la Comarca Lagunera.

García López manejaba un paquete básico que incluía cajón metálico, velación y traslado del difunto, en 4,800 pesos. La cremación directa, práctica que se multiplicó en los días de pandemia, costaba 2,500 pesos.

"Atendíamos de un modo que ni siquiera el DIF (Desarrollo Integral de la Familia, instancia gubernamental de asistencia social) puede ofrecer. Hasta llevábamos a nuestro doctor para que certificara la muerte y el deudo no tenía que pagar los honorarios en ese momento".

Otros negocios del ramo, expone, cobran lo que quieren.

"No hay una regulación de precios y no es más que lo mismo, los hornos hacen lo mismo, las cenizas son las mismas".

Las diferencias, señala, radican en otro lado, en el suelo de mármol italiano, en las salas de velación con temperatura controlada.

"Nosotros no ofrecemos esas cosas".

Si el pueblo mexicano fuera rico, afirma, habría cobrado más, mucho más.

Las autoridades (de gobierno), considera, tienen una idea diferente. "Piensan que somos un pueblo con buena economía. Por eso, empresas como esta (la funeraria) sufren, nos ponen muchas barreras". Su negocio, dice, ha sido perseguido por varias dependencias gubernamentales.

"Nos han atacado y no hemos tenido apoyo. Violan nuestras garantías individuales porque pueden, porque somos pobres".

LA CLAUSURA

El 18 de agosto, relata, la funeraria recibió tres encargos con apenas unas horas de diferencia. Primero, un fallecido en circunstancias regulares; luego, un cuerpo COVID; para rematar, un cadáver cuya descomposición ya estaba muy avanzada. En los tres casos se contrató la cremación directa. Como el primero ya estaba en tratamiento ígneo en el crematorio ubicado en Santo Niño, Xoili García decidió mantener los otros dos cadáveres en el local de la Hidalgo.

Llegaron los inspectores, adscritos a dependencias como la Secretaría de Salud estatal o Protección Civil municipal y "no les pareció".

"Dijeron que debí contratar el servicio de otro crematorio si tenía el mío ocupado".

También le señalaron que la víctima del virus ya había rebasado el tiempo que debe mediar entre el fallecimiento y la incineración. "Son razones justas y ya fuimos severamente castigados: nos cerraron, nos multaron, tuvimos que pagar 28 mil pesos para sacar la carroza, nos boletinaron en todos los hospitales, en el Semefo (Servicio Médico Forense), no podemos ofrecer nuestros servicios, estamos sin trabajo y la Secretaría de Salud ha tomado la decisión de clausurar mi negocio, de quitarme ésta profesión".

Según García López, a las autoridades sanitarias no les gusta su local. "Me han dicho que es impropio para el trabajo, parte ladrillo y parte adobe. Es lo que tenemos para ofrecer".

Otras empresas, reclama, se manejan con peores condiciones ("ni local tienen"). Dice que está dispuesto a emprender reformas al alcance de sus posibilidades. No meterá piso de mármol porque tiene claro que "si los clientes quieren ir a velar bajo un mezquite o donde hay suelo italiano ya es decisión de ellos". En estos días de pandemia, señala, esas mejoras materiales salen sobrando.

"Aunque la infraestructura de una empresa sea grandísima no está ocupando más que las áreas de exhibición y de oficina".

Lo único que se permite, reitera, es ofrecer el mejor trato para llevar a los difuntos derechito al panteón o derechito al crematorio, sin velación, sin despedida.

AUGE

Antes de ser clausurada, Funeraria del Pueblo vivía, en palabras de su administrador, uno de sus mejores momentos como empresa.

El fúnebre changarro abrió los brazos a las víctimas del coronavirus. Mucho cuerpo COVID y probable COVID acabó en el horno del ejido Santo Niño. Algunas funerarias aceptaron incinerar cuerpos contagiados pero, como no quisieron cremar en sus instalaciones, recurrieron al negocio de la Hidalgo.

"Conocemos bien la protección a portar, el protocolo, la sanitización. No hubo ni un solo contagio en la familia ni entre nuestros colaboradores".

No obstante, Xoili García reconoce que la funeraria popular infringió normas de salubridad. Cuenta la de los cuerpos del 18 de agosto y una anterior: una velación a domicilio efectuada en un ejido maderense. Afirma que en esta última había permiso de la presidencia municipal.

10,500

PESOS

es lo que puede llegar a costar una cremación, precio que no ha variado en la pandemia

2,300

MUERTES

se han registrado por COVID-19 en Coahuila desde que inició la pandemia

¿Cómo es el proceso de cremación?

Para cremar un cuerpo deben generarse más de mil grados centígrados. El cadáver se convierte en fina arena. Ningún cuerpo tolera dos horas de combustión. El fuego trabaja, cuando mucho, una hora y media. Cuerpos muy voluminosos se queman más rápido; los delgados dan más batalla. El proceso completo dura cerca de un tercio del día, esto porque el horno tarda cinco o seis horas para enfriarse. Agotado el calor, se abre la puerta y se retiran las cenizas.

Sancionan a ocho establecimientos

Ocho negocios del ramo negro han sido sancionados por incumplir los protocolos sanitarios. José Luna Riojas, coordinador de Regulación y Fomento Sanitario en la Jurisdicción Sanitaria VI en La Laguna, expuso que la funeraria Del Pueblo fue clausurada por reincidir en ofrecer un servicio que no estaba permitido: la velación a domicilio. La opción que tienen García López y los suyos para retomar el oficio requiere abrir un nuevo negocio, en una dirección distinta, con un cambio de propietario y con otro nombre. El funcionario confirmó el plan a seguir con los velatorios: estudiar la reapertura de las salas de velación a partir de pruebas piloto (con la excepción de los cuerpos COVID). También dijo que se analiza la opción de permitir que se reanuden los velorios en domicilio particulares, en el entendido de que los deudos deberán respetarse disposiciones como mantener la distancia social y evitar aglomeraciones tanto en el interior como en el exterior de las viviendas.

Los representantes de la industria del luto recibieron capacitación del Gobierno sobre las medidas que toca implementar pensando en reanudar los velorios.
Los representantes de la industria del luto recibieron capacitación del Gobierno sobre las medidas que toca implementar pensando en reanudar los velorios.

“Muchas funerarias no agarran cuerpo COVID, ya sea porque no desean arriesgar a su personal o porque no pueden cumplir los requisitos de salubridad”.
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