Columnas Finanzas

Contexto lagunero

Haciendo siempre lo mismo

JUAN MANUEL GONZÁLEZ

Gracias a la tecnología, las escuelas funcionarán exactamente al revés que antes de la pandemia -y el empujón que le dio la pandemia a la educación en línea por internet en nuestro país acelerará esta tendencia-. En lugar de que los niños vayan a las escuelas a estudiar y hagan sus tareas en casa, estudiaran -ya lo están haciendo- en casa con videos y programas interactivos de computación, y luego harán sus tareas en la escuela, trabajando en equipo con sus compañeros y con el asesoramiento de los maestros.

Trabajando en equipo desde niños, tiene la gran ventaja de que se enfatiza el pensamiento interdisciplinario porque con ello, los profesores enseñan que los problemas nunca pueden ser entendidos o resueltos en el contexto individual. De hecho, ya existen carreras universitarias que mezclan diferentes contextos: medicina robótica, ingeniería médica, diseño para el desarrollo sustentable, biología matemática, por mencionar algunas.

Para poder pensar de manera interdisciplinaria y con ello crear innovaciones revolucionarias -muchos las llaman disruptivas-, tenemos que ver las cosas con un lente distinto. Más que enseñar a resolver problemas, debemos enseñar a reformular el problema para ver las cosas de otra manera. El libro The Solution Revolution (La Revolución de la Solución) Eggers y Macmillan- da un ejemplo muy ilustrativo de cómo reformular el problema: en lugar de preguntarnos como mejorar las escuelas, debemos preguntarnos cómo hacer para educar mejor a nuestros niños y jóvenes para el mercado del trabajo del futuro.

Esta última pregunta nos hace considerar toda una gama de posibilidades que pueden o no incluir la educación como la conocíamos hasta antes de la pandemia. Un ejemplo de reformulación de preguntas para resolver un problema se da en el mundo de los negocios. Si una empresa quiere analizar cómo vender más, limitará su análisis a la mejora de sus productos, de sus redes de distribución y sus estrategias de mercadotecnia. Pero si se reformula la pregunta y en lugar de cómo vender más se reformula para enfocarse a cómo aumentar sus ingresos y contribuir más a la sociedad, ampliaría dramáticamente su campo visual y podría encontrar nuevos productos o servicios que nunca había considerado.

Las nuevas escuelas tendrán aulas muy diferentes a las que conocemos, tendremos un ámbito escolar interactivo, los alumnos tendrán conversaciones, aprenderán a su propio ritmo haciendo trabajos prácticos. Habrá espacios de trabajo común, amplio y vibrante, un lugar de trabajo motivante e inspirador. Los niños tendrán mentores y algunos de esos mentores podrán ser alumnos más grandes que monitorearán a los más pequeños y habrá maestros formales que guiarán a los alumnos y los ayudaran a lograr sus metas.

Los alumnos serán evaluados no solo por sus resultados en los exámenes, sino también serán evaluados de dos maneras adicionales muy importantes: lo que piensan sus pares sobre ellos -que tan bueno es enseñando, que tan bueno es comunicando-. Y la segunda será su creatividad, su portafolio de cosas que ha creado. Esta bien sacar una calificación sobresaliente en un examen pero, ¿puede aplicar ese conocimiento? ¿Puede hacer algo con ello?

Probablemente los alumnos ya no serán agrupados por edades, las escuelas serán multiedades. Y no es que sea malo que los niños de una misma clase tengan la misma edad. Todos lo hemos hecho. Sin embargo, todas las personas que tienen hijos pueden ver que los más pequeños aprenden de los más grandes, y los más grandes practican su liderazgo mientras ayudan a los más pequeños. Es un buen momento para considerar el concepto de la comunidad de aprendizaje multiedades.

Bajo este concepto uno puede imaginar a la gente de la tercera edad como parte del proceso. Que mi madre o padre sean parte del proceso educativo de mis hijos y -¿Por qué no?- de otros niños, esto es también un capital que hemos estado subutilizando. Hay mucha gente mayor con experiencia que le encantaría trabajar con niños, y también hay un capital subutilizado en el que los adolescentes no participan del proceso de enseñarles a los niños.¿Es utópico pensar que los adolescentes van a querer enseñar a los más pequeños? La respuesta es no cuando uno recuerda los campamentos de verano con grupos de niños dirigidos y coordinados por entusiastas adolescentes.

Pero para todo lo anterior, debemos reinventarnos de manera constante sin temor a los cambios y mirando hacia adelante. Nuestra reinvención debe ser persistente, independientemente de la edad de cada uno. No es saludable para nadie quedarse haciendo siempre lo mismo, ni para las personas ni para las empresas y mucho menos en la educación.

www.degerencia.com/jmgc

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