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Es necesario entender la realidad que nos ha tocado vivir para poder actuar en ella

ARTURO MACÍAS

CAMINOS DE CONSTRUCCIÓN DE UNA NUEVA CULTURA

Es necesario entender la realidad que nos ha tocado vivir para poder actuar en ella, pero los cambios que estamos experimentando no son simples. La sociedad está sufriendo una transformación de tal magnitud que la podemos llamar una nueva época, de esas que se dan cada trescientos o cuatrocientos años. Están cayéndose a pedazos estructuras antiguas y sustituyéndose por otras totalmente nuevas en lo social, político, económico, religioso, educativo, etc. Un verdadero cambio cultural.

Es como un nuevo rompecabezas al cual no se le pueden poner piezas del anterior; cada pieza corresponde a estructuras que forman la cultura como forma de vida de un pueblo: sistema económico, sistema educativo, lenguaje, religión, etc. En otros tiempos parchábamos las piezas que se dañaban o que ya no "entraban" en la imagen, pero ahora simplemente es otra imagen y necesita nuevas piezas; los cambios estructurales son un imperativo ineludible.

Es normal por tanto que nos sintamos angustiados porque lo que antes teníamos para responder a las situaciones cotidianas ahora ya no "encajan". Entender que una nueva época está formándose nos ayudará no sólo a no aferrarnos a estructuras caducas sino a ser parte de la construcción de nuevas estructuras culturales.

Como esta nueva época aún está por construirse, los cambios pueden ser para bien de la persona o para mal, dependiendo de muchos factores. Si los sabemos dirigir, promover, y fundamentar la nueva situación se construirá sobre valores trascendentes y sabremos sacar lo mejor de la herencia de las civilizaciones que subyace en las estructuras de cada época; si sabemos purificar y liberarnos de tendencias que buscan destruir al hombre, entonces tendremos la posibilidad de ser parte de esta transformación.

Pero la necesidad de participación de toda la sociedad para diseñar una bella imagen en este lienzo nuevo post pandemia, choca con las tendencias de manipulación y las inercias de poderes pasados que quieren continuar llevando la voz cantante, a pesar de su caducidad o sus tendencias destructivas del ser humano.

El cambio de época no tiene por qué ser destructivo del hombre. Toca a todos la promoción de instituciones y estructuras que constituyen un modelo cultural capaz de responder a las nuevas exigencias de una humanidad renovada; renunciar a esta responsabilidad es ceder a otros, la construcción de instituciones que no responderán a intereses nuestros sino de ellos (aunque digan que es por tu bien). La apatía, la resistencia al cambio que desgasta energías, el desinterés y el ser víctimas de manipulaciones que se mueven por intereses particulares o de grupo, tendrá sin duda repercusiones en contra nuestra, nos privará de ser los diseñadores de una cultura con una imagen agradable para mí.

Vivimos un cambio de época donde el nivel más profundo es el cultural, es decir, la manera en que las personas viven; es por tanto un cambio radical que requiere que seamos consiente y activos para evitar erosiones en los valores fundamentales del hombre.

Aunque aún está por construirse, la nueva época sin embargo ya tiene tendencias que hay que tomar en cuenta para conocerlas e influir en ellas: La marcada secularización de la sociedad, la acelerada transformación de las condiciones de vida, la crisis de modelos culturales presentes y el surgimiento de una nueva sociedad, el colapso económico que en el país será particularmente fuerte, pues no parece ser controlado con prospectiva en base a los cambios de la gente y de los fenómenos preocupantes de cambio.

Hay también características de esta nueva época que nunca podrán ser aceptadas como la negación de lo humano en el que se desvanece la concepción integral de la persona; la relación hostil con el mundo y con el trascendente; el humanismo que estorba el llamado "desarrollo económico y científico": matar a un niño es irrelevante, y si es pobre más irrelevante aún si sirve a gente más útil; se trata de mostrar que no todos somos seres humanos, apoyados en la crisis poblacional. Esto requiere el dominio de espíritu crítico para rechazar esta mentalidad que puede permear nuestras estructuras culturales y nuestras mismas conciencias.

Este cambio tiene además un contexto económico, político, ecológico y social, marcado por fenómenos contemporáneos muy concretos como la globalización y el predominio del consumismo, la crisis de la democracia y la devastación ecológica.

La magnitud de la crisis nos pone a tratar de construir respuestas y soluciones: la democracia como un gran compromiso para la construcción de instituciones culturales adecuadas a la nueva época; la participación; el escrutinio constante sobre la función pública; el aprender la mentalidad democrática para provocar los cambios y modificaciones necesarias.

La situación actual de pandemia trae una revolución como oportunidad de movilización social. Se puede ser factor de cambio o, por el contrario, ser cómplice y contribuir al estilo de vida e idiosincrasia inoperante de esta estructura nacional que es cara, inoperante e incluso perjudicial al país. La formación de una nueva época está en nuestras manos.

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