Columnas Social

Las palabras tienen la palabra

Palabras de nuestro propio léxico

Juan Recaredo

El abajeño es aquel que vive en tierras bajas. Especialmente en México se le llama abajeño al que nació en las tierras del Bajío, que se llaman así precisamente por eso. El Bajío es una región de tierras bajas que comprende parte de los estados de Guanajuato, Jalisco y Michoacán.

Como sucede en todas partes, México tiene su propio léxico nacional, su propia lógica para denominar las cosas. Cuando nos referimos, por ejemplo, al oficio de cortar el pelo, es más probable que aludamos a un peluquero que a un barbero. Este nombre lo usamos más bien como calificativo y en tono despectivo para señalar a un tipo hipócrita adulador que hace comentarios elogiosos de alguien, con intención de ganar sus favores y sacar provecho de ello.

Para nosotros achicopalarse es atemorizarse, es actuar con falta de decisión o de audacia, mientras que quemarse es "achicharrarse", verbo que parece referirse a que cuando se quema se convierte uno en chicharra, nombre popular que le damos los mexicanos a la cigarra.

Quizá en lugar de "achicharrarse" deberíamos decir "achicharronarse" que sería una forma de "hacerse chicharrón", porque éste último es un trozo de carne requemada que forma parte de nuestros sabrosos, aunque indigestos, antojitos mexicanos.

Líneas atrás mencionábamos el Bajío y eso nos recuerda a otra región del país que lleva el curioso nombre de Bolsón de Mapimí. El bolsón es el nombre que se le da en algunos países latinoamericanos a una cuenca de río entre montañas, pero aparte también podríamos calificar de bolsón a un individuo excesivamente flojo y cuya flojera es causada por el tamaño inusual de sus gónadas.

Para nosotros, un mocho puede ser un tipo mojigato, uno que se escandaliza por cuestiones sin verdadera importancia y que invoca con frecuencia y exageración sus principios religiosos. En una palabra, ser mocho es ser "muy asustado", mientras que el briago es un bato (o sea, un sujeto) que se pasa el día "chupando" (bebiendo) es decir que es muy borracho, que un día y otro también se pone "bien cuete" por no adjudicarle otro apodo muy común, pero que resulta demasiado malsonante y maloliente y que me niego a incluir, aunque la Real Academia de la Lengua lo reconozca.

Muchas de esas palabras de nuestro léxico mexicano se están usando constantemente en sentido figurado como es el caso de la caguama, que es originalmente una especie de tortuga gigantesca pero que entre gañanes se entiende que es una botella de cerveza de un litro.

También en ese lenguaje "chafa" (es decir, rastrero y vulgar) se le llama betabel a un venerable anciano, cácaro al proyectorista de un cine y sardo a un elemento de infantería del ejército nacional.

Además, sólo en México, y muy especialmente en la capital y sus alrededores, puede usted pedir una limonada de naranja y una quesadilla que sea un taco de carnitas, de frijoles o de cualquier otra cosa, menos de queso.

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios.

ME PREGUNTA:

David Rocha: ¿El verbo aliviar si queda en el embarazo?

LE RESPONDO:

Es correcto decir que una mujer se alivia cuando da a luz. El verbo aliviar no se refiere sólo a sanar de una enfermedad, también puede aplicarse a eliminar una carga y como al tener el bebé, la embarazada se "desembaraza" de ese peso, es correcto decirlo así.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:

Frase redundante vista en un diario: "Se encuentra cadáver muerto, decapitado sin cabeza, con los puños cerrados, cerca de un local donde regalaban refrescos gratis".

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