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Enfermeras del Seguro Social en Torreón, sin derecho a la salud

La clínica de la colonia Luis Echeverría se sumó a la lista de instalaciones del sistema sanitario que atienden a víctimas de COVID-19

El coronavirus tomó por asalto a la Clínica 18 del IMSS. El espacio para atender a pacientes COVID se fue ampliando con el paso de las semanas hasta ocupar las dos alas del edificio. Los trabajadores aseguran que la institución no los protege ni los cuida de un posible contagio.

El coronavirus tomó por asalto a la Clínica 18 del IMSS. El espacio para atender a pacientes COVID se fue ampliando con el paso de las semanas hasta ocupar las dos alas del edificio. Los trabajadores aseguran que la institución no los protege ni los cuida de un posible contagio.

IVÁN HERNÁNDEZ

"Toda persona tiene derecho a la protección de la salud", así lo establece el artículo 4o de la Constitución. Sin embargo, enfermeras de la Clínica 18 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Torreón afirman que sus jefes les regatean, cuando no les niegan, esa garantía irrenunciable.

El telón de fondo es la pandemia. Desde el 5 de abril pasado, la clínica de la colonia Luis Echeverría se sumó a la lista de instalaciones del sistema sanitario que atienden a víctimas de COVID-19. Tal decisión, aseguran trabajadoras que pidieron el anonimato por temor a represalias, no se concretó en los mejores términos.

"No hay condiciones para que no nos contaminemos, no estábamos preparados y todavía no lo estamos, si hubiera 13 o 14 casos, pues bueno, se podría, pero la realidad es muy distinta".

Al principio, los portadores del virus eran enviados al poniente del segundo piso del inmueble, con 18 camas disponibles. En las semanas siguientes el espacio se llenó y como los casos siguieron llegando, hubo que mandar enfermos al ala oriente de ese nivel, a primer piso, a departamentos como Urgencias, Diálisis, Maternidad y Pediátrico, es decir, se improvisaron soluciones y el aislamiento dejó de ser riguroso.

Sanitarios que de pronto se vieron en un nosocomio cuya zona de cuarentena se había desbordado, y donde había compañeros que daban positivo a la prueba COVID-19, comenzaron a exigir insumos de rigor, como la mascarilla n95 (la más usada en el sector Salud), caretas y batas. La respuesta de los jefes, una que se ha mantenido, es que esos artículos no son indispensables para el ejercicio de sus funciones porque ellos no tratan a las personas aisladas.

El personal que ingresa al área COVID, explican las entrevistadas, sí tiene derecho a dos n95 al día. El problema es que hay pacientes en otras alas de la clínica.

"Imagine a una enfermera que no está asignada a la zona de cuarentena pero, igual trata con pacientes de coronavirus sin la protección adecuada".

Hace unos días, durante una supervisión, enfermeras de Alojamiento Conjunto, área del tercer piso que recibe a mujeres que dan a luz, o bien, tienen algún problema con su embarazo (como una amenaza de aborto), fueron regañadas porque portaban caretas. Como ahí no existe riesgo de contagio, les dijeron que no había necesidad de que usaran dicha protección. En la clínica es del dominio público que varios elementos de esa sección dieron positivo al mal respiratorio.

ENMIENDAS

La situación, comentan, ha empezado a enmendarse. Ahora se concentra a los enfermos en las dos alas del segundo piso de la unidad sanitaria, 36 camas en total, pero, debido a la proliferación de contagiados, todavía se da el caso de que apenas una cortina delgada separa a un portador del virus de la población general de otros departamentos.

El triaje respiratorio (área que tiene, entre otras funciones, la de canalizar casos sospechosos de coronavirus al nivel de atención adecuado) representa otro problema. Pacientes a la espera de diagnóstico por COVID-19 y personal de la institución confluyen en áreas cercanas al triaje, como el elevador para ir por una placa de rayos x, es decir, "si no estás enfermo, corres el riesgo de contagiarte".

Puesto entre la espada de la enfermedad y la pared de las condiciones laborales, parte del personal contempló seriamente la opción de negarse a prestar servicios sanitarios a los pacientes del mal respiratorio en tanto los jefes rechazaran proporcionar los materiales (mascarillas n95, overoles, botas) para la salvaguarda de la salud. Según la cláusula 71 del Contrato Colectivo 2019-2021 del IMSS, ningún trabajador es responsable por demoras o trastornos que sufran las labores cuando esto sea ocasionado por la falta de dotación, mala calidad o mal estado del equipo, del mobiliario, útiles, herramientas o instrumentos de trabajo. Resolvieron no interrumpir la atención a los enfermos porque "ellos no tienen la culpa". Eso no impidió que los jefes advirtieran sobre la posibilidad de rescindir los contratos de aquellos que no mostraran suficiente vocación de servicio.

CASTIGADOS

El coronavirus tomó por asalto la clínica. Una de las áreas más afectadas fue la cocina, ahí salieron dos casos positivos. Durante más de tres semanas no se prepararon alimentos para los sindicalizados del Seguro. Siguieron activas las estufas pero, los comestibles que salían de ellas eran exclusivos de pacientes y directivos. Personal que tenía derecho a comidas o una colación (cláusula 104 del Contrato) se vio forzado a llevar lonche.

Los entrevistados expusieron que, como realizaron un gasto extra en nutrición, pidieron a la administración informar sobre el ahorro registrado con la suspensión de los platillos. Su solicitud no ha sido respondida. La negativa no causó sorpresa porque, dicen, el Seguro les niega hasta el agua.

"En las oficinas sí hay garrafones. A nosotros nos toca salir a la tienda a conseguir. No es lo ideal porque estamos expuestos al virus y existe la posibilidad de que lo estemos sacando de la clínica en cada vuelta a comprar. ¿Qué podemos hacer? ¿Pasar todo el turno sin hidratarnos?".

La austeridad también se observa en el tema de la protección mínima indispensable.

"Uno pensaría que, por seguridad, si traes tu cubrebocas en la calle y te diriges al trabajo, al llegar al hospital lo desechas y te dan otro, uno exclusivo para la jornada laboral, pero no, les da igual lo que traigas de fuera".

Otra entrevistada asegura que cuando les dan tapabocas es uno "sencillo, de una tela delgadita, debería ser de triple capa".

En este tema, si bien reconocen que se vio voluntad para enmendar la situación, consideran que el esfuerzo fue limitado.

"Nos empezaron a dar mejores cubrebocas y gel, pero eso duró unos pocos días".

CASTIGO

Las complicaciones derivadas del COVID-19 golpean el organismo y el bolsillo. Esto se aprecia mejor al hablar de los héroes de enfermería contagiados.

"Lloran de impotencia. Y todavía les toca tramitar su baja temporal. Es un viacrucis. Pasan por las oficinas de personal, van a la dirección y acuden a la jefatura respectiva en busca de las autorizaciones correspondientes".

Una trabajadora se deprimió porque su vocación de servicio fue castigada hasta tres veces: dio positivo a coronavirus, la pusieron en cuarentena sin saber si había contagiado a su familia y, mientras superaba, o no, el padecimiento, le dieron una incapacidad laboral por enfermedad general y no por riesgo de trabajo, hecho que se verá reflejado en una caída sustancial de sus ingresos por al menos dos quincenas.

El impacto en el salario no es tan alto, explican las entrevistadas, lo que en verdad pega es perder los bonos de puntualidad, asistencia y demás. Si la incapacidad fuera por riesgo de trabajo, que lo es, señalan, la situación no se pondría tan difícil. En caso de accidentes o enfermedades de trabajo que incapaciten al trabajador, el IMSS paga el salario íntegro y demás prestaciones contempladas en el Contrato Colectivo.

PRUEBA

"No nos protegen ni nos cuidan pero, sí nos ignoran", dice una de las enfermeras.

Sindicalizados de la clínica han planteado la necesidad de que se haga la prueba de COVID-19 a toda la plantilla. Temen que haya portadores asintomáticos del virus. Su reclamo no ha sido atendido. Solo se busca el agente nocivo cuando un elemento exhibe síntomas de malestar.

Según el contrato, la institución está obligada a suministrar, sin costo para los trabajadores, instrumentos, materiales y herramientas que sean necesarios, de buena calidad, seguros y cómodos para desempeñar sus funciones.

El convenio también estipula que el Seguro Social debe reemplazar los artículos conforme a los siguientes criterios: si presentan deterioro debido al uso normal; cuando su mantenimiento o reparación resulte incosteable; si dejan de ser adecuados para la función o actividad a realizar; cuando llegan a representar un riesgo para el desarrollo de las labores a cargo del trabajador.

A PUERTA CERRADA

En abril pasado se difundió que la clínica recibió en donación diversos artículos. Por ejemplo, el 8 de abril, un negocio de comida obsequió caretas; el 15 de ese mes, una institución de educación superior llevó máscaras quirúrgicas, caretas de protección, viseras y overoles médicos. Se manejó que estos regalos fueron repartidos entre el personal que batalla contra COVID-19.

Sin embargo, uno de los sanitarios entrevistados aseguró que hay donaciones que no fueron entregadas a la plantilla. La razón esgrimida fue que debía revisarse que cumplieran con la certificación oficial. "¿Cómo es posible que un tapabocas delgadito como el que nos dan sí cumpla con la certificación y un n95 tenga que ser revisado?"

En el sotano, se quejan, hay un cuarto lleno de mascarillas, overoles, batas, guantes, gorros y botas para proteger la salud de los sanitarios. Están bajo llave.

"No hay", "no se puede" y "se lo robaron", son algunas de las respuestas que han recibido solicitantes de estos artículos.

"Mucho de lo que tenemos y usamos para protegernos del virus nos lo han donado. Hay compañeras que consiguen, yo no sé dónde, n95, caretas, overoles, y las comparten con las demás".

Otra entrevistada comentó que desde abril pasado ha gastado cerca de 3 mil pesos en prendas y accesorios para evitar el contagio.

Hace unas semanas trabajadores del nosocomio se cooperaron con el fin de instalar un túnel sanitizador. Notificaron su intención a la dirección. La idea era hacer que el ingreso al centro laboral se realizara con más garantías de conservar la salud. Los directivos no lo permitieron". A ellos no les iba a costar nada, igual dijeron que no".

En este asunto cabe mencionar que el 8 de abril pasado la Secretaría de Salud emitió una recomendación contra el uso de arcos o túneles sanitizadores porque: a) no hay evidencia de que eliminen el virus, b) existen datos de que los químicos empleados pueden dañar las vías respiratorias, y c) su uso podría engendrar una falsa sensación de seguridad. Sin embargo, fuentes médicas consultadas aseguran que este tipo de instalación sí funciona y sería de ayuda.

PROBLEMA

"No somos héroes, tampoco empleados, a un empleado se le trata con dignidad".

La inconformidad de los trabajadores apunta hacia la directora de la clínica, Leticia Samaniego: el subdirector de Jornada Acumulada, Humberto Saavedra; y la doctora Quetzalli Martínez, directora de Gineco-Obstetricia.

Acerca del personal contratado para apoyar en el cuidado de los afectados por la pandemia, los entrevistados señalaron que la ayuda de los recién incorporados ha sido mínima porque "no saben hacer muchas cosas".

"Al principio, de 20 nuevos, solo dos o tres iban al área COVID. Los jefes querían que la atención la brindara gente experimentada. Ahora sí ya están entrando más nuevos". Como si las dificultades de capacidad y de índole laboral en la clínica no fueran suficientes inconvenientes, también hay un problema con una herramienta clave para auxiliar a los convalecientes del virus.

"Los ventiladores son pocos y algunos ya no funcionan correctamente. Estamos batallando incluso con los que se compraron recientemente. Luego les faltan partes y tenemos que recurrir a mexicanadas (arreglos improvisados) para que funcionen."

AMOR AL ARTE

Una nota estratégica difundida en marzo pasado por el Instituto Belisario Domínguez señala que el personal sanitario realiza su labor "bajo condiciones duras y extenuantes: doblando turnos, pasando horas y días sin comer y sin dormir, enfrentando carencias de infraestructura y equipo de protección para evitar contagios y, por si fuera poco, alejados de sus familias".

Las entrevistadas consideran que esas líneas describen con justicia su diario trajinar, un batallar agudizado por la pandemia.

El documento también menciona que en México "el cumplimiento del juramento hipocrático se hace enfrentando mayores riesgos y limitaciones que en otros países del mundo y con una débil remuneración". En las reflexiones finales se consigna que los sanitarios mexicanos están arriesgando todo para preservar la vida de las personas por dos razones principales: vocación y amor al arte. Con el fin de apoyar a los elementos de los servicios de salubridad, el 8 abril pasado el Seguro Social oficializó la creación del bono COVID.

"El personal es lo número uno en este momento para todos", afirmó ese día Zoé Robledo Aburto, director general del IMSS.

Robledo explicó que el estímulo económico sería entregado al personal expuesto al contacto con pacientes de coronavirus que no recibe estímulo económico por concepto de infectocontagiosidad (es decir, por lidiar con enfermedades en los que el agente causal se transmite vía contacto directo con la persona afectada).

Para el personal médico que ya percibía dicho concepto se definió aumentar la compensación hasta alcanzar el 20 por ciento del sueldo.

Las enfermeras entrevistadas señalaron que casi nadie en la clínica recibe el concepto de infectocontagiosidad. También expusieron que sí ha llegado el bono pero, la mayor parte de los empleados que lo han recibido está en funciones administrativas y no en la zona de riesgo.

SALUD MENTAL

En mayo pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió un comunicado que advertía a los gobiernos sobre la necesidad de aumentar las inversiones con el fin de prevenir una crisis de salud mental en el contexto de la pandemia.

El organismo incluyó a los profesionales sanitarios que batallan con el coronavirus entre los grupos proclives a sufrir malestar psicológico debido a causas como la sobrecarga de trabajo, el riesgo de contagio y la necesidad de tomar decisiones de vida o muerte.

Cuestionadas a ese respecto, las entrevistadas aseguran que entre compañeras circula el consejo de acudir a terapia.

"Imagine el estrés al que estamos sometidas, no solo tememos contagiarnos, ¿y si enfermamos a nuestras familias? Imagine cómo se siente el compañero que tiene seres queridos en los grupos de mayor riesgo." También explicaron que cualquier esfuerzo en ese rubro se realiza con cargo a su bolsillo. "Si no nos dan agua, ¿usted cree que nos van a dar ayuda psicológica?".

SEGURO DE PAPEL

Diversas reglas del Seguro Social llaman a salvaguardar al personal. Por ejemplo, el Reglamento Interior del IMSS establece, en su artículo 19, que la institución está obligada a brindar oportunamente a los trabajadores equipos, accesorios y dispositivos de protección adecuados para cada actividad.

Según el artículo 40, en todos los lugares donde se desempeñen labores que se consideren peligrosas o insalubres deben usarse equipos y adoptarse medidas adecuadas para el resguardo del empleado que las ejecute.

El artículo 48 prohíbe a los sanitarios iniciar tareas peligrosas sin proveerse del equipo preventivo indispensable. Cabe mencionar que el reglamento también impide airear los asuntos del Seguro. El numeral VII del artículo 64, sobre las obligaciones de los empleados, exige no revelar o dar a conocer asuntos de carácter privado o confidencial del Instituto.

Sin embargo, hay algo que no contemplan los diversos documentos que rigen la vida de la institución. Ese algo es el COVID-19. El vacío legal está servido.

Este medio buscó a las autoridades del IMSS en la Comarca para que ofrecieran su versión sobre los diversos temas aquí expuestos. Hasta el cierre de la edición no habían dado respuesta a ninguno de los planteamientos formulados.

En algunas zonas del nosocomio, apenas una cortina delgada separa al portador del virus del resto de la población general.
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El personal que ingresa al área COVID sí tiene derecho a dos n95 al día. El problema es que hay pacientes en otras alas de la clínica.
El personal que ingresa al área COVID sí tiene derecho a dos n95 al día. El problema es que hay pacientes en otras alas de la clínica.
Parte del personal de la clínica contempló la posibilidad de negarse a prestar sus servicios médicos si no mejaraban las condiciones.
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Escrito en: IMSS 18

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