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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

LOS PREMIOS

JORGE LUIS HERRERA ARCE

Los premios literarios siempre son una garantía de que los autores son buenos. En este caso, el premio es solamente un corolario de lo que ya habíamos disfrutado con el autor. Hablo del Villaurrutia que fue concedido a Enrique Serna por su libro el vendedor de silencio que es la biografía novelada de Carlos Denegri un periodista muy famoso de Excélsior de los años sesenta.

En mi caso particular, tuve una relación evocadora con el libro porque tuve la oportunidad de trabajar durante algunos años con el hermano del periodista, Iván, que no me gustó la imagen que se presenta de él en el libro. Pero eso es cosa aparte. A mí, Iván, me ayudó mucho en el desempeño de mi trabajo en el canal 13, cuando era del gobierno.

Pero además, al fijarme en el nombre de los jueces que concedieron el premio, me di cuenta de que estaban relacionados con Torreón. Garrido, durante algunos años hizo una gran labor editorial desde el teatro Martínez. Marianne Toussaint es hija de Enriqueta Ochoa la mejor poetisa que ha dado la región. Y el tercero es Vicente Quiriarte que alguna vez vino a darnos taller literario, allá por los años noventa. Es una de las prosas que más he disfrutado al leerlas. Se especializa en la historia y las calles de la ciudad de México. Ha hecho programas de televisión sobre el tema. Les recomiendo su libro, elogio de la calle.

Volviendo a Serna, ya había ganado el premio Mazatlán en el dos mil con su novela, el seductor de la patria que es la biografía de Antonio López de Santa Ana.

Haciendo referencia a otro premio, el Alfaguara, si mal no recuerdo, Guillermo Arriaga vino a la ibero a dar un curso de guionismo en la maestría de comunicación. Después se hizo famoso con amores perros.

De todo lo anterior concluye de la importancia que pueden tener las influencias para el desarrollo cultural de una ciudad. El tener contacto con gente de valor te enseña que es posible ir tras la perfección de la obra, y por qué no, llegar a brillar en el contexto literario, si estás dispuesto a pagar el precio que eso supone. El conocer personajes te abre perspectivas de tu labor. En este momento, evocó a Vicente Alfonso, un muchacho joven que se entregó a la literatura y que salió de la escuela de Ciencias Políticas, vive en la ciudad de México, ya posee un premio de novela y su principal labor es dar talleres literarios por toda la república.

La literatura, en Torreón, siempre ha tenido seguidores. Desde el grupo de la revista Cauce, Pasando por el Talitla, Botella al mar y otros. En un tiempo se llegó a editar mucho para que después se acabarán los presupuestos, y viniera el desinterés por parte de las autoridades en seguir promoviendo las letras regionales. Lástima. Hay muchos jóvenes que están deseosos de transitar ese camino pero se batalla para encontrar quien te eche la mano o te marque la ruta que debieran transitar. Ya no se escucha mucho de talleres literarios con escritores que vengan de fuera, ni de libros publicados por el municipio.

Las influencias son importantes porque te van integrando a un mundo que es maravilloso si te entregas debidamente a él. Si eres escritor o si eres lector, es un pasatiempo que podrás disfrutar toda la vida y que te va exigir te venzas a ti mismo. Nunca acabarás de leer como nunca acabarás de perfeccionar un texto. El autor es un mundo y cuando te encuentras con uno que realmente te satisface, deberías de agotarlo.

Ahorita, desgraciadamente, con esto de la pandemia, hasta las librerías han cerrado. Las abiertas, no te dejaban entrar, desde la puerta tenías que pedir el libro y algunas novedades no había. (Me tocó con un libro que hablaba sobre Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci.) No le hago mucho a la compra por internet.

No sé cuánto falte para que se componga esto. Por lo pronto, hay que acoplarse a las circunstancias. Siempre habrá algo que leer y que escribir. Se pueden encontrar las maneras propias de publicar. Se puede pedir al municipio que se esfuerce por mantener el buen ambiente en todas las artes. Hay mucho semillero, habrá que cultivarlo para que dé frutos.

La esperanza es lo último que se pierde.

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