Las autoridades del reclusorio tuvieron que suspender las visitas familiares. (AGENCIAS)
El COVID-19 no ha pasado desapercibido para Viviana y su hija Dareli. El temor del contagio, el cambio de rutina y el estrés de la pandemia por coronavirus lo han experimentado desde el reclusorio de Santiaguito, en el Estado de México, donde las paredes de concreto y las rejas no han sido suficientes para aislar a la población penitenciaria de la realidad del país.
En una época normal, Santiaguito tiene movimiento en todos sus rincones. En el área femenil hay talleres, actividades físicas y clases, y los niños que viven con sus madres corren por todos lados, pero esta situación cambió por el coronavirus y ahora las dinámicas se han relajado en los patios y salones del centro penitenciario.
Viviana, quien tiene seis años en prisión, explica cómo la emergencia sanitaria cambió abruptamente su estilo de vida: "Antes teníamos todas nuestras actividades, por horarios sabíamos que nos debíamos apurar para irnos a la escuela, a la clase de sicología y ahorita no, a veces es tedioso y más con los niños, porque ellos quieren salir a jugar".
Según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), en 2019 había 348 mujeres y 3 mil 229 hombres en Santiaguito. Actualmente, según el organismo, hay 10 bebés viviendo con sus mamás y otros 18 fueron enviados con sus familias al exterior por la contingencia de salud.
Como ocurre en todas las comunidades de México, las internas han aprendido a convivir con los rumores de posibles contagios. La CNDH identificó, hasta el 3 de junio, al menos tres casos positivos de COVID-19 en el lugar, mientras las mujeres privadas de la libertad narran cómo algunas compañeras iniciaron con síntomas de gripa e incluso tuvieron que ser aisladas.
"Sí hubo mucho tiempo que nos enfermamos bastantes de gripa, pero no pasó a más y prácticamente no se ha visto ninguna persona fallecida de este lado. En todas fue el miedo, porque vimos que demasiadas [compañeras] se estaban enfermando", comenta Viviana.
Frente a este panorama y para mitigar los riesgos, las autoridades del reclusorio tuvieron que suspender las visitas familiares y todas las actividades. En este punto la tecnología se ha convertido en la mejor aliada de las internas, ya que por medio de videollamadas hablan con sus seres queridos.