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UNA MALA COMPETENCIA

Qué difícil es hablar de este tema, pero creo que es necesario hacer algunas reflexiones acerca de nuestra ética profesional. Siempre he estado a favor de la competencia, es algo inevitable, nos obliga a una capacitación constante para estar actualizados y ser mejores en nuestra profesión, pero competir con mentiras y abusos hacia el cliente, incluso poner en riesgo la salud de la mascota, solo por ganarse algunas monedas, es criminal. Lamentablemente no solo se da en nuestro gremio, lo vemos en cualquier profesión y en todos los niveles.

Los dueños de las mascotas representan el papel más importante al caer en el juego de aquel colega mal intencionado. En ocasiones la desesperación del dueño de querer ver a su mascota reaccionar inmediatamente después de la aplicación de un medicamento y no ve mejoría, recurre a otro veterinario, que no tiene ni la menor idea de la evolución de la enfermedad, del tratamiento anterior o los estudios practicados, y el tiempo que lleva el colega que estaba a cargo siguiendo una metodología de acuerdo a un diagnostico, donde tenía perfectamente identificada la enfermedad y posiblemente el tiempo de recuperación. Cuando desafortunadamente llevan al paciente con un colega falto de ética, en lugar de dar continuidad o solicitar los estudios ya realizados, da un diagnóstico a simple vista, completamente contrario al del veterinario anterior y no conforme de hacer una mala evaluación, habla mal del colega diciendo que lo estaba "intoxicando" con ese tratamiento, para hacerse de un cliente más. En ocasiones el paciente se recupera, pero no por el nuevo medicamento, sino por el tiempo que necesitó el organismo de la mascota en reaccionar al tratamiento que se le estaba aplicando con anterioridad.

Para realizar un diagnóstico de alguna enfermedad, en ocasiones necesitamos recurrir a exámenes de laboratorio, es indispensable para apoyarnos y estar seguros de la enfermedad que sospechamos. Admiro la sangre fría de algunos veterinarios que diagnostican alguna enfermedad gástrica argumentando que es Parvovirus con el solo hecho de ver las deyecciones en el suelo, o el que asegura sarna a simple vista porque ve al perro con prurito intenso, y no falta quien inventa alguna enfermedad al no tener ni la más remota idea del problema con el que se está enfrentando. En el peor de los casos, cuando el cliente regresa a reclamarnos porque su mascota falleció con el otro veterinario, lo más fácil fue decir al cliente que nosotros habíamos hecho un diagnostico equivocado, desafortunadamente no se puede hablar en ese momento con el cliente por su estado de ánimo exaltado, explicarle todo el proceso de la enfermedad, estudios y tratamientos, tampoco vamos a caer en el mismo juego y decir que el otro veterinario fue el responsable, cuando realmente así fue, solo escuchamos y absorbemos la responsabilidad. El cliente ya no regresa, y en el caso remoto de que llegue a volver, es porque lamentablemente tuvo otra amarga experiencia con su "nuevo" veterinario. Después de cuarenta y dos años en esta profesión, me he dado cuenta que el tiempo es el mejor consejero que da la razón.

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