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Santiago Papasquiaro, esa tierra que compartió al mundo el arte de los hermanos Revueltas, lo vio crecer entre sus senderos. El duranguense Gabriel Rivera-Barraza rememora su infancia como una etapa maravillosa, gestada dentro de una gran familia que le dio la oportunidad de explotar su potencial.
Al vivir en una comunidad alejada de las aglomeradas ciudades, el poco acceso tecnológico dio pie a que la mente de Gabriel encontrase veredas distintas y pudiera consolidarse de una manera singular, pues tuvo la posibilidad de transportarse a un mayor nivel creativo.
Así, desde muy pequeño conoció los hilos más profundos de la moda. La tela de su vida se impregnó con la vanguardia de Hollywood debido a las visitas de sus primos residentes en Estados Unidos, y fue bordada con la influencia de su tía abuela Herminia Barraza de Carrasco, una prestigiosa diseñadora perteneciente a la sociedad duranguense. Esos recuerdos desfilan por la pasarela de su memoria y reafirman que su profesión se confeccionó de forma natural.
Más adelante, cuando Gabriel tenía 11 años de edad, la visión de su madre se dirigió hacia el vecino país del norte. Aprender el idioma inglés sería un factor que construiría su personalidad y carácter; requisito indispensable para afrontar el futuro que se dibujaba en los pliegues de su pensamiento.
INICIA LA AVENTURA
Fue en Silicon Valley, en el estado de California, donde Gabriel comenzó a absorber conocimientos de otras culturas. Aquel choque étnico lo marcó, pero siempre tuvo la oportunidad de regresar a su tierra durante las vacaciones, situación que le permitió mantener contacto con sus raíces y costumbres mexicanas.
"Yo no había tenido la oportunidad de conocer a otras culturas, otras lenguas y otra gente, pero eso también hizo que fuese muy interesante e impactante llegar a ese sitio, cuando el Silicon Valley estaba creciendo. En la zona donde vivíamos no había mucho hispano, pero sí afroamericanos y orientales que habían llegado después de la guerra de Vietnam. Ellos contaban historias impresionantes de países como Camboya o Laos".
Gabriel asistía a la escuela con los hijos de estos migrantes y reconoció la fortaleza que tenían respecto al estudio. Menciona que sus compañeros originarios de la India también lo influenciaron por el amor que profesan al respeto.
Con esos valores confeccionados en su ser, el duranguense entró a la universidad para estudiar diseño de modas en la ahora American InterContinental University (AIU) de Los Ángeles. Su paso por esa institución amplió su perspectiva y las relaciones públicas aparecieron en su panorama.
"Yo era el típico que quería convertirse en un diseñador de modas. Cuando estuve trabajando en Hollywood me di cuenta de que había muchas ramas, no sólo una".
Consciente de su talento en la comunicación, su próximo destino le dio llamado: Nueva York, la capital de la moda, el nuevo reto que comenzó a trazarse en su carrera.
CONQUISTA NUEVA YORK
Rivera-Barraza llegó a la Gran Manzana en el año 2000. Desde su arribo, su ímpetu lo empujó a trabajar con diseñadores de moda y a gestionarles sus relaciones publicas. Tal fue su pasión que, nueve años más tarde, fundó su propia compañía: GRB Communications, cuyo objetivo se teje en posicionar a diseñadores latinoamericanos emergentes en las pasarelas neoyorquinas y mundiales.
El duranguense menciona que el diálogo que ha logrado establecer con la comunidad latina de Nueva York, lo ha influenciado de manera "increíble". Pues sin importar el estatus económico, todos poseen el mismo sueño al llegar y buscar oportunidades en esa urbe que Frank Sinatra inmortalizó sonoramente.
"Es algo bien bonito porque hay un apoyo genial. La gente te apoya, te ve tu talento, te ve tus ganas y cuando vienes todos estamos metidos en la misma caja: empezamos de cero, se convierte todo en cero y buscas quién te apoye en esto, quién te puede dar mejores referencias para ser mejor en tu carrera, quién te puede conectar. Todo mundo se mezcla de una manera positiva, de apoyo, porque le gusta a la gente que tú sobresalgas, ya que también ellos sobresalen, es ayuda mutua".
Precisamente, la esencia de ese apoyo fue retratada en el libro Nuevo New York (2016), en el que Rivera-Barraza, en coautoría con el fotógrafo Hans Neumann y apoyado por la Fundación Rockefeller, trató de mostrarle al mundo los nombres latinos que más resonancia han tenido entre los rascacielos de Manhattan.
Así, el libro contiene rostros como el de la diseñadora Carolina Herrera, el curador Pablo León de la Barra, la filántropa Estrellita Brodsky, entre otros artistas, estilistas, pensadores y creativos con los que el duranguense ha trabajado. Esto convirtió a su publicación en una referencia para la ciudad, incluso fue mencionada en el NY Times.
Pero Rivera-Barraza tiene claro que el sendero del éxito sólo se mantiene despejado si se sigue un sentido de gratitud y colaboración. Por eso también incursiona en el trabajo social, especialmente brindando apoyo a los niños latinos de Casita Maria, un centro de artes ubicado en el Bronx (una de las comunidades más pobres de Estados Unidos).
"¿Por qué me indentifico con ellos? Porque cuando estuve en California también tuve apoyo de organizaciones que nos enseñaban cómo aprender inglés cuando llegabas de otro país. Fue algo que me marcó: la filantropía estadounidense, ¿qué tan importante es? Y más en Nueva York, que se dedica a dar. El que no da, no gana y no sales adelante".
REINVENCIÓN
La moda ha acompañado al ser humano en las metamorfosis que se desprenden de las transiciones sociales. Sin duda alguna, la pandemia de Covid-19 ha dejado lecciones que aprender y una revalorización del entorno, de los recursos naturales y de los hábitos de consumo. En este tono, donde la reinvención es palabra clave, la moda tiene una relación sumamente cercana con el cambio.
"La moda refleja lo que está pasando en el momento. Si te das cuenta, si hay guerras la moda se adapta al problema de la guerra. La vestimenta cambia, el estilo de vida cambia. Es exactamente lo que estamos pasando con esta pandemia. La moda se está adaptando impresionantemente, por ejemplo, con accesorios como la mascarilla, que se puede convertir en algo natural, ¿sabes? Como tener un sombrero o unos guantes".
Así, la moda genera una evolución que le permite cambiar al instante de los acontecimientos. Las emociones que los diseñadores puedan experimentar durante este lapso de la humanidad, indudablemente se reflejarán en sus telas, estampados, colores y estilos.
"Siento que la nueva tendencia, quizá el nuevo futuro del que nos estamos dando cuenta, es que necesitamos menos. (…) Creo que va a cambiar el consumo del ser humano porque antes no había límite, estábamos demasiado saturados".
Indre Rockefeller, Kelly Talamas y Gabriel Rivera-Barraza.
El duranguense ha sido relacionista público de las grandes marcas de moda en Nueva York.
Gabriel junto a la diseñadora Carolina Herrera y Christina Almeida.