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Pajarear, la actividad que protege a las aves

Las aves viven en cualquier lado, incluso en los lugares más grises de las ciudades contaminadas

Dispersan semillas, polinizan flores y consumen insectos o roedores que podrían convertirse en plagas.

Dispersan semillas, polinizan flores y consumen insectos o roedores que podrían convertirse en plagas.

AGENCIAS

Las aves han llamado la atención de la humanidad desde épocas antiguas y el poema de Nezahualcóyotl inspirado en el canto del cenzontle es un ejemplo de ello. Incluso el Códice Florentino (compendio de historia, religión, cultura y lengua náhuatl), incluye un apartado sobre las aves de Tenochtitlán y Tlatelolco. Según este documento, Tenochtitlán albergaba 41 aves, en su mayoría acuáticas, mientras que Tlatelolco era hogar de 108, mayormente terrestres.

El Códice Florentino fue escrito en la década de 1560 por un grupo de estudiosos mexicanos, nativos de la élite, ayudantes de Bernardino de Sahagún. Es el primer trabajo regional conocido que incluyó un compendio de aves. Para el investigador Paul D. Haemig, de la Universidad Linneo, este apartado de dicho documento constituye el nacimiento de la ornitología mexicana. El Valle de México guarda una estrecha relación con especies que encontraron la manera de adaptarse a la urbanización. Su Zona Metropolitana se asentó encima de un ecosistema todavía vinculado con sus habitantes.

Durante la primavera, cientos de aves se reproducen y muchas migran como parte de su comportamiento natural. Si pone atención, notará que sus cantos son de diferentes timbres, intensidades y duraciones. La curiosidad lo ha traído hasta aquí y ahora puede levantar la vista en busca del emisor del mensaje. Ahora usted está pajareando.

Pajarear tiene varios significados, según la Real Academia Española: cazar pájaros; andar vagando sin ocuparse en cosa útil o enterarse de algo con disimulo. En este caso nos referimos a la observación específica de aves.

Las aves viven en cualquier lado, incluso en los lugares más grises de las ciudades contaminadas, basta con prestar atención a los sonidos durante distintos momentos del día para notar al menos cinco trinares distintos. El zanate (quiscalus mexicanus), originario de Veracruz, fue introducido al Valle de México por el emperador Ahuízotl entre 1486 y 1502. Con el tiempo se convirtió en un pájaro común en casi todos los rincones de la ciudad. Su distribución a raíz del pedido de Ahuízotl es tema de investigación para biólogos intrigados por su avistamiento en lugares donde por sí solo no llegaría, pero hay evidencia de que los pueblos precolombinos los distribuyeron manualmente y ellos se adaptaron.

CONOCER PARA PROTEGER

Las aves dispersan semillas, polinizan flores y consumen insectos o roedores que podrían convertirse en plagas. Son un grupo ampliamente monitoreado porque son fáciles de ver y escuchar, están en casi todos los hábitats y, sobre todo, son indicadoras del estado de salud del ambiente.

El monitoreo enfocado en la conservación y el conocimiento de las aves es útil para conocer amenazas a los ecosistemas y, por lo tanto, a las poblaciones humanas. México cuenta con la Red de Monitoreo Comunitario auspiciada por la Conabio y la Iniciativa para la Conservación de las Aves de América del Norte (Nabci).

Los miembros de la red realizan recorridos para muestrear aves, las ilustran o fotografían, acuden a congresos y dan pláticas en sus comunidades para evitar el tráfico de aves. Los datos recabados por los monitores son incorporados al programa aVerAves, disponible en internet. Esta herramienta aporta información útil a científicos y manejadores de recursos naturales sobre el estado de los ecosistemas. Hasta enero de 2020 se tenían registrados 99 grupos de observación en todo el país.

Tótotl es parte de la Red de Monitoreo. Este proyecto, con sede en la Ciudad de México, inició en 2010 con recorridos por la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel.

Ubaldo Márquez, biólogo y colaborador de Tótotl, dice que se puede pajarear de manera independiente, si uno aprende lo básico. Eso sí, siempre en grupos pequeños y sin hacer mucho ruido, porque eso podría estresar a las aves, especialmente si son migratorias.

"Las migratorias vienen al límite de sus requerimientos energéticos y usan la Ciudad de México como lugar de paso. Si uno las está llamando, las estresa y pierden energía necesaria para seguir su viaje", asegura. En la capital habitan 383 especies, de las cuales 45% son migratorias. Gran parte de ellas viaja desde Estados Unidos y Canadá.

El biólogo pide no comprar fauna silvestre, sea nativa o importada, pues es una de las prácticas que orilló a distintas especies al borde de la extinción y su crianza en cautiverio se convirtió en la última oportunidad de una vida digna para estos animales afectados.

OBSERVARLAS, NO ENJAULARLAS

En las redes sociales se han hecho frecuentes las publicaciones sobre avistamientos de aves y otras especies en algunas ciudades, pues el gran confinamiento mundial mantiene a los humanos en sus casas mientras los animales salen a apropiarse de las calles.

"Es muchísimo más valioso y bonito observar un ave y escucharla cantar en libertad, que tenerla enjaulada", afirma el biólogo Vicente Rodríguez, especialista del programa Nabci.

Rodríguez dice que últimamente se escuchan más aves porque ahora les prestamos atención.

"Al estar en tu rutina es difícil que te pongas a observar detalles, como si hay un pájaro en el árbol. Las aves siempre han estado ahí, pero digamos que no tenemos el radar sintonizado para detectarlas. Ahora tenemos tiempo para darnos cuenta de todo lo que está pasando ante nuestras ventanas", refiere.

Él lleva 13 años pajareando y ha notado que cada vez son menos quienes tienen aves enjauladas. Se necesita poco para salir a pajarear. Basta con una libreta, unos binoculares y una guía de campo con ilustraciones que se puede descargar al teléfono.

El experto recomienda la aplicación Merlin Bird ID, de la Universidad de Cornell, en Ithaca, Nueva York. Con ella se pueden observar aves de todo el mundo con sus respectivas imágenes y cantos para facilitar su identificación.

"Hay aves en cualquier lado. Aunque estés en la parte más gris de la ciudad, si pones atención a lo que está pasando, durante los diferentes momentos del día podrás encontrar mínimo cinco o 10 especies diferentes", dice.

EL LLAMADO A LA ACCIÓN

Existen ejemplos de personas en todo el mundo que se organizan para hacer ciencia en su vida cotidiana. Esto se llama "ciencia ciudadana" o "participativa". Con ella, la comunidad se organiza para observar el espacio que comparten y tomar decisiones en conjunto.

"Si no involucras a las personas en la protección de sus propios recursos, ningún proyecto de conservación va a tener éxito", dice Rafael Calderón, biólogo e ilustrador científico.

Calderón comenta que la atención al detalle es importante para divulgar el conocimiento sobre las aves. "Normalmente es bastante complicado obtener una foto lo suficientemente buena que muestre todo lo que se necesita observar en un ave para poder identificarla", asevera.

En esas situaciones, la ilustración científica es el instrumento de divulgación más apegado a la realidad. México ocupa el lugar ocho a nivel mundial en diversidad de aves, con más de cien endémicas, de acuerdo con la Guía de Campo Aves comunes de la Ciudad de México, de la Conabio. La naturaleza no se detiene. Se le puede seguir observando, con cuidado, desde las ventanas. La próxima vez que ande pajareando, procure llevar una libreta.

Se han hecho frecuentes publicaciones sobre avistamientos de aves y otras especies en ciudades.
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El Códice Florentino fue escrito en la década de 1560 por un grupo de estudiosos mexicanos, nativos de la élite, ayudantes de Bernardino de Sahagún.
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Las aves viven en cualquier lado, incluso en los lugares más grises de las ciudades contaminadas, basta con prestar atención a los sonidos.
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