SOBRE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
Hace unos días recordé un momento sucedido en octubre de 1968. La inquietud en el ambiente de la PVC, donde estudiaba la secundaria, era notable. La situación era algo confusa para mi porque algo estaba sucediendo en la Ciudad de México. No tenía clara la razón por la protesta de estudiantes universitarios, y la matanza de muchos de ellos por parte de tropas militares. En ese entonces la escuela estaba localizada en frente del Bosque Venustiano Carranza. Me preguntaba porque los estudiantes arriesgaban sus vidas, y porque los militares los habían atacado como si fueran miembros de un frente enemigo. Fue una época en donde, como un adolescente regular dedicado al estudio y al juego, no tenía idea de lo que sucedía a nivel político y social en el país. Años más tarde, me di cuenta que el disturbio había sido un movimiento social, y estaba relacionado a un conflicto de tipo principalmente político. Para el gobierno los participantes habían sido "terroristas de orientación comunista, delincuentes," y en general gente que fueron considerados "un peligro para la sociedad nacional." Un suceso que también recibió el nombre de "la matanza de Tlaltelolco."
Debido en parte a esta experiencia, y mi propia reacción hacia la violencia social, he estado siguiendo con interés los disturbios en las calles de varias ciudades de los Estados Unidos, ocasionados por el asesinato frío y sin compasión, de un transeúnte de origen afroamericano por parte de un policía. Una persona quien de acuerdo a diferentes fuentes noticiosas, había sido arrestado por intentar pagar una compra con un billete falso de 20 dólares. Un evento que desencadenó un caos social extremo y violento que a la fecha, y después de ocho días de destrucción de propiedad, lesionados, arrestos, saqueo de negocios, incendio de edificios y automóviles, continúa fuera de control. Una situación en donde miles de personas, la mayoría jóvenes, y diversos en su género, origen étnico, racial, y socioeconómico, salieron a las calles de cuando menos 140 ciudades a expresar descontento, resentimiento, y odio en muchos casos. Un descontento contra el gobierno quien, de acuerdo a los protestantes, no ha cumplido con el deber esencial de protección a la ciudadanía. Específicamente la forma en que la población de origen afroamericano en particular, y otros grupos minoritarios en general, han sido tratados por las autoridades civiles y legales a través de varios siglos.
Un gran mayoría de estas protestas han sido pacíficas, pero no todas, ya que un tipo de oportunismo también ha salido a relucir. Me refiero al surgimiento de gente con mentalidad criminal, y de grupos radicales, quienes representando los intereses de sus propias organizaciones, se unieron al movimiento para contaminar la situación con sus métodos violentos y destructivos. El gobierno conservador culpa a los grupos radicales de izquierda. Los que protestan, y muchos con inclinación liberal, culpan a los grupos de extrema derecha que promueve la supremacía de la raza europea. Una situación dividida, y muy complicada de dialogar, aclarar, y negociar por ambas partes.
Varias fuentes de referencia sobre las dinámicas de movimientos sociales, y análisis de los disturbios mostrados en las noticias de televisión, incluyendo comentarios de expertos en el área de psicología social fueron revisadas. Una perspectiva que me pareció interesante es la del psicólogo Clifford Stott, de la Universidad de Keele en Inglaterra. De acuerdo al Dr. Stott (BBC, mayo 30), quien estudió un caso similar en Londres en 2011, el asesinato descrito anteriormente no es la razón directa del caos, sino más bien el síntoma de una condición más seria, en este caso la historia de racismo, una cultura de impunidad policiaca, y las relaciones conflictivas entre la policía y la comunidad afroamericana quien fue apoyada por otros grupos que se identifican con las misma causas. Una fuerza policiaca utilizada hacia las multitudes que es vista como excesiva, creando así una situación de "nosotros contra ellos."
Desafortunadamente, este movimiento social, fue convertido en un disturbio de gran dimensión. Estoy de acuerdo con las observaciones de que este movimiento ha sido "infectado" por grupos oportunistas con mentalidad criminal, quienes aprovecharon para saquear negocios; y por agitadores con misión de hacer "grilla" a favor de grupos radicales. Creo que un movimiento social pacífico, por ejemplo, el movimiento por la paz con justicia y dignidad en 2011, es legítimo siempre y cuando no se viole la ley ni los derechos humanos. En mi opinión, protestar contra la violencia, la desigualdad social, y la inseguridad debe de ser válido. Además, es esencial que las personas en posición de autoridad y poder, escuchen y dialoguen con aquellos en posición desventajosa. Gracias por su interés en esta columna.