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La tendencia a resistirse y la autopercepción de la vulnerabilidad

FRANCISCO PINEDA

Durante los últimos tres meses he estado poniendo atención y dando seguimiento a las noticias internacionales, y he podido observar que en algunas partes del mundo existe una división en la población con respecto a la manera de conducir sus vidas a medida que las autoridades de salud siguen recomendando distanciamiento social, y el uso de equipo de protección personal. Todo con el fin de prevenir y reducir contagios de una pandemia que aún no está bajo control. Un buen amigo a quien respeto y estimo podría ser un ejemplo de esta situación. Esta persona siente la necesidad de no arriesgarse y seguir estas recomendaciones debido a que algunos miembros de su familia son considerados parte de una población vulnerable como consecuencia de enfermedades crónicas (cáncer, diabetes). Pero por otro lado, mi amigo también posee una convicción firme, posiblemente basada en su afiliación política, de que las medidas restrictivas son demasiado estrictas, y que es de vital importancia volver a la normalidad en el funcionamiento de su país debido a la inminencia de un colapso económico. Creencia que le permite ser "flexible" y ambiguo, y como resultado, resistirse en su forma de guardar distanciamiento social, y usar un cubre-bocas.

Una resistencia de tipo psicológica es una reacción mental que observamos con cierta frecuencia en conductas opositoras, rebeldes, o desafiantes. Entre varios factores que la causan, y del cual me voy a referir en este artículo, es la resistencia asociada con una forma de inseguridad o vergüenza, y que se expresa como comportamiento de contrariedad a cierta expectativa social debido al temor de presentar una apariencia vulnerable o débil ante otros. Una reacción que puede ser intencional (consciente) o no intencional (inconsciente). Analógicamente hablando, una resistencia es como una pared que divide la manera en que un individuo se comporta en su medio ambiente, y la persona que quiere ser como resultado de su manera de pensar.

Detrás de esta resistencia regularmente existe un temor de mostrar un lado personal ante otros, que no es deseado o conveniente, en términos de un impacto social, por ejemplo, en el trabajo, en la política, etc. Algo que una persona prefiere mantener en privado, si es que está consciente de él. Tal es el caso de rehusarse a seguir las medidas de protección recomendadas por los médicos y autoridades de salud durante la pandemia. Un ejemplo de esto podría ser el no portar un cubre bocas en lugares públicos con la idea de prevenir contagio, o contagiar a otros en caso de estar infectado y no saber de ello, o sea, infectado pero asintomático y sin conocimiento.

En una entrevista al Dr. David Aronoff, médico y director de la división de enfermedades infecciosas del centro médico de la Universidad Vanderbilt, conducida por la agencia de noticias estadounidense CNN (mayo, 2020), se reportó que es común que algunos se rebelen al uso de un cubre-bocas porque probablemente nunca tuvieron la necesidad de usar uno, o que simplemente se les ordene lo que tienen que hacer. Además, el Dr. Aronoff agrega, hay una sensación en la gente de ser limitado en su libertad al sentirse presionado a usar la mascarilla, a pesar de que la intención es de ayuda con respecto a su salud, y la de su comunidad. Algo similar a la imposición de no fumar en muchos lugares públicos, o de no tener un salero accesible en la mesas de restaurantes por razones de salud. El Dr. Aronoff sugiere que el uso de un cubre-bocas debe verse como un acto de solidaridad, y cortesía por un bienestar social, más que conformidad a una imposición de las autoridades de salud o gubernamentales.

Otra perspectiva interesante es la presentada en la revista Scientific American (abril 30, 2020) por el psicólogo y catedrático en la Universidad Lawrence en Wisconsin, USA, Dr. Peter Glick. De acuerdo al Dr. Glick, algunos, sobre todo la población masculina en posición de liderazgo o alguna influencia social, se resiste al uso de un cubre-bocas debido al temor de parecer vulnerable o débil ante otros. Es decir, se cree que el uso de la mascarilla es un mensaje al público de "tener miedo" a un contagio, y para compensar, el no usarla es una señal "de fuerza." Algunas de estas personas se preocupan más en la preservación de una imagen "fuerte," o de "saberlo todo" al mostrar resistencia a la opiniones de los expertos médicos.

Si estas perspectivas son suficientemente convincentes, creo que vale la pena valorarnos como somos, sin temor a lo que otros piensen con respecto a nuestra fortaleza o debilidad. La realidad es que ante una época de pandemia y crisis, uno debería animarse a ser precavido ya que nuestra seguridad física y económica se encuentran ante una amenaza que debe tomarse en serio. Gracias por su interés en esta columna.

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