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DÍA MUNDIAL DE LA ENFERMERA

'Porto mi uniforme con orgullo'

Hoy se conmemora el Día Mundial de la Enfermera, para rendirles homenaje

En este Día Internacional de la Enfermería, la joven de 33 años admitió que durante el tiempo que tuvo la encomienda de estar frente al coronavirus vivía con el temor de ser contagiada y tuvo que distanciarse de su familia por alrededor de un mes y medio.

En este Día Internacional de la Enfermería, la joven de 33 años admitió que durante el tiempo que tuvo la encomienda de estar frente al coronavirus vivía con el temor de ser contagiada y tuvo que distanciarse de su familia por alrededor de un mes y medio.

ANGÉLICA SANDOVAL

Desde hace unos meses, María Montserrat reafirmó que su vocación en enfermería es esencial, especialmente en una emergencia sanitaria como la de COVID-19, donde por varios días tuvo que portar un equipo de bioseguridad durante su turno nocturno de 12 horas para atender a pacientes infectados por el virus en la sala de Urgencias y en la zona de aislados.

Hubo ocasiones en las que no se pudo quitar la vestimenta de protección personal ni para beber agua, cenar o tomar un breve descanso en el baño. Por formar parte de la primera línea de batalla ante el coronavirus, la mujer debía utilizar en conjunto un uniforme quirúrgico, un overol, una bata, unas botas, dos gorros, googles, cubrebocas N95 y guantes dobles.

La joven de 33 años de edad es enfermera general en el Hospital General de Zona (HGZ) número 46 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de Gómez Palacio, una de las clínicas que fueron reconvertidas en esta región para la atención de pacientes afectados por dicha enfermedad y que desde entonces, es resguardada por la Guardia Nacional.

Montse, como la conocen, dice que fue una de las primeras trabajadoras en usar el equipo de protección personal y que además recibió a dos de los pacientes que dieron positivo al virus y que fallecieron por esa causa en la clínica.

"El primer paciente llegó con insuficiencia respiratoria, se sentía mal y llegó con sus signos vitales hasta el 'full', se trabajó con él toda la noche, es algo desgastante trabajar las 12 horas con todo el equipo, tenía calor, me sentía deshidratada, no iba al baño, no cenaba o a veces iba al baño nada más una vez para no gastar otro equipo porque en ese momento no había tantos, ahorita ya hay, gracias a Dios", señaló.

Cuando Montserrat se quitaba su equipo de protección al final de su turno rompía en llanto pues aunque estaba acostumbrada a la adrenalina en la sala de Urgencias, no podía dejar atrás el hecho de que los pacientes infectados por COVID-19 que le había tocado atender "se quedaran solitos", sin la compañía de sus seres queridos.

"Era un desgaste mental tan feo, porque aparte ves a los pacientes solos, sin su familia, nosotros somos el único contacto para las personas infectadas y ellos para nosotros porque también me tuve que alejar de la gente que quiero. Yo me la pasaba llorando, con los pacientes que murieron yo platicaba mucho, dándoles ánimos", expresó.

La joven de trato afable y quien es madre soltera, admite que durante el tiempo que tuvo la encomienda de estar frente al combate contra el coronavirus vivía con el temor de ser contagiada, especialmente porque al finalizar su jornada, la esperaba en casa su hijo de 13 años de quien tiempo después se tuvo que distanciar por alrededor de un mes y medio.

"En ese entonces mandé a mi hijo con mi mamá, yo me tuve que aislar, sola y sin ver a nadie. Me comunicaba con él por videollamadas, me decía que ya me extrañaba, que ya quería estuviera ahí. Yo le decía: 'no, mi amor, vamos a esperarnos, si no voy yo, ¿quién va a atender a los pacientes?, alguien tenía que atorarle", dice.

En su casa, extremó las medidas sanitarias para evitar la contaminación del virus. Antes de entrar, se quitaba los zapatos, vaciaba su ropa en un tambo y se metía a bañar. "Al principio casi nadie podíamos dormir por estar pensando en los pacientes, tengo como dos o tres semanas que pude conciliar el sueño", mencionó.

AGRESIONES Y DISCRIMINACIÓN

La joven originaria de Torreón pero con residencia en Gómez Palacio forma parte de los cientos de médicos, enfermeras y trabajadores del sector Salud que han sido considerados como los héroes y heroínas que luchan contra el coronavirus pero que también se han enfrentado a efectos colaterales derivados de la pandemia, como la discriminación y agresiones hacia su persona.

"Ha sido muy pesado, muy triste y se siente impotencia pero sé que hay gente buena que valora nuestro trabajo y el sacrificio que hacemos al separarnos de nuestras familias. Hasta ahorita yo puedo decir que aunque tengo miedo, porto mi uniforme con orgullo y mi objetivo es seguir ayudando a los pacientes, hay que darle, el virus sí existe y de veras, ojalá que todos tomemos todas las medidas que se puedan, ayúdenos y quédense en casa".

Desde hace unas semanas, María Montserrat cambió de área en el hospital por lo que de nueva cuenta pudo reencontrarse con su hijo Víctor Jaziel, quien es su motor para seguir adelante, que entiende su trabajo y que cada que sale de casa para dirigirse a su trabajo, le dice "cuídate mucho, mamá. Te espero de vuelta".

Gran vocación

Se siente orgullosa de su profesión.

*María Montserrat es enfermera general y estudió en el Instituto La Luz de la Cruz Roja Mexicana, delegación Gómez Palacio.

*Tiene nueve años trabajando en la clínica número 46 del Instituto Mexicano del Seguro Social.

*Nació en Torreón, Coahuila, pero la mayor parte de su vida ha vivido en este municipio.

*'Yo decidí estudiar enfermería porque me gusta mucho ayudar a la gente, es una carrera muy noble y aparte tenía una tía que era enfermera y me gustaba siempre verla de blanco. Cuando empecé a hacer mis prácticas y entré a trabajar me di cuenta que fue la mejor decisión'.

Hace algunas semanas, María Montserrat volvió a reencontrarse con su hijo Víctor Jaziel de quien se tuvo que alejar por prevención.
Hace algunas semanas, María Montserrat volvió a reencontrarse con su hijo Víctor Jaziel de quien se tuvo que alejar por prevención.

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