
Doña Mary mantiene abierto su comedor para apoyar la economía de sus trabajadores. (ESPECIAL)
Será un Día de las Madres muy diferente para doña Mary, quien disfruta reír y hacer feliz a los laguneros mediante suculentos desayunos que ofrece en su comedor, evitando que la pandemia global del coronavirus pueda llegar a mermar sus ánimos.
Para la conocida señora lagunera, de 69 años de edad, cada 10 de mayo es motivo de gran celebración, es agasajada por sus cuatro hijos, seis nietos y seis bisnietos, pero en esta ocasión el día festivo será de guardarse, interrumpiendo una tradición familiar: "ahora no va a haber festejo por cómo está la situación. Regularmente me junto con mis hijos, soy muy pero muy feliz, siempre me traen mariachi en la mañana, me llevan a comer o hacemos algo para nosotros, me encanta porque no sabe uno si llegará al otro año a festejar con ellos", describió.
Para este domingo del Día de las Madres, no tiene planeada una fiesta en grande, si acaso una pequeña y breve reunión a compartir los alimentos con la familia más cercana, por lo que ya se adelantó a la fecha para comenzar a festejar: "no hay plan, a lo mejor nos vamos a juntar a comer en casa de uno de mis hijos, pocos, no todos y nada más un rato. Una de mis hijas adelantó el festejo y me llevó a comer el viernes, "el flaco" (su marido) no me deja salir, pero ese día tenía que ir a una obligación y aprovechamos para ir a comer", dijo.
Cada vez que llega esta fecha, "don Cande", marido de doña Mary, tiene un detalle muy especial para ella: "mi marido se levanta temprano y me trae un ramito de flores, porque a mí me gustan mucho las rosas, pero nada más, así que a ver si este 10 de mayo a ver si me consiente como acostumbra", adelantó.
La crisis sanitaria del coronavirus COVID-19 llegó hasta la familia de doña Mary, quien incluso cayó en depresión y ansiedad, pero con base en su fe, ha encontrado el camino para salir adelante: "una de mis hijas vive en Estados Unidos y estaba preocupada por ella, tenía boletos para ir a verla el 16 de abril a San Francisco, pero no pude ir por la pandemia. Me deprimí, me sentía impotente, pero me di cuenta de que debo seguir adelante y echarle ganas. Hablo con ella todos los días por la mañana y por la noche", relató.
Como todos los comerciantes de México, doña Mary ha sufrido por la pandemia, aunque se ha aferrado a mantener su negocio abierto para apoyar al personal que ahí labora, confiando en que saldrán adelante de esta prueba: "está abierto el negocio, pero poca afluencia, de 200 platos que vendíamos cada día, ahora vendemos 15, nos hemos recuperado en la semana reciente y vendemos de a 40 platos, estamos aplicando todas las medidas, se redujo el número de mesas. En realidad abrimos para ayudar a los meseros y cocineros, porque no tienen otro ingreso. Hay que echarle ganas, no nos queda de otra, a lo mejor es una lección que nos está dando Dios", declaró.