1980 fue un año importante para el rock / ‘heavy metal’; hoy, podemos decir que hace ya 4 décadas, vimos el nacimiento de bandas de la importancia de Queensryche, Metal Church, Bulldozer, Manowar, Overkill, Ozzy Osbourne (como solista), Holy Moses, Stormwitch y Grave Digger, por mencionar a algunas.
También fue un año en el que figuras como Bon Scott o John Bonham encontraron la muerte, ambos en circunstancias muy similares y ante la inminente presencia del alcohol. Derivado del deceso de “Bonzo”, uno de los bateristas más influyentes en el rock, vino la desintegración de Led Zeppelin.
Partiendo del Reino Unido para el mundo, el 14 de abril de 1980 fue la fecha para el inicio para de una gran carrera, la de Iron Maiden con su álbum homónimo; ¡40 años ya y la banda sigue vigente!
Es indudable que Iron Maiden es uno de los bastiones sobre los que descansa buena parte de la historia del ‘heavy metal’ (Judas Priest sería otro) y en pleno auge del ‘New wave of british heavy metal’, Steve Harris dirigió el proyecto de su vida.
Fan del West Ham, Harris dejó su sueño de ser futbolista para convertirse en el único e icónico miembro de esta agrupación que ha sobrevivido a cada cambio.
El primer disco de larga duración de Maiden contiene 8 ‘tracks’ en su versión original: Prowler, Remember Tomorrow, Running Free, Phantom of the Opera, Transylvania, Strange World, Charlotte the Harlot y su carta de presentación, Iron Maiden. Años después, añadirían (en una nueva versión) a Sanctuary como segundo corte.
Se trata de un disco mágico por donde se le vea; para muchos, el mejor o uno de los mejores, junto al subsecuente trabajo, Killers. Producido por Will Malone bajo el sello de EMI, este primer material presenta en una primitiva portada a Eddie the Head, la mascota del grupo, realizado por el artista Derek Riggs. La alineación estaba conformada por Harris, en el bajo; Paul Di’Anno, en la voz; Clive Burr, en la batería, y Dave Murray y Dennis Straton, en las guitarras. Nunca más se repetiría este cuadro en ninguno de los 16 discos de estudio de Maiden.
Fue un magnífico giro para el ‘heavy music’ que entraba en la década de los 80 además con la obra que catapultó a Judas Priest a extender su mercado: British Steel, sexto álbum de la banda, producido por Tom Allom. La fecha de publicación coincide para ambos trabajos, sendas joyas de la corona británica del heavy metal.
En ese año, se editaron además otras discos memorables: Blizzard of Ozz, primero en solitario de Ozzy Osbourne; Back in Black, de AC/DC; Ace of Spades, de Motorhead; Lightning to the Nations, de Diamond Head; Wheels of Steel, Saxon; Women and Children First, Van Halen; On through the night, Def Leppard y Heaven and Hell, obra de Black Sabbath (que estuvo de aniversario el pasado día 25), entre otros.
¿Hicieron la cuenta ya del número de himnos surgidos hace 40 años? Si nada más de la “ópera prima” de Maiden se desprende Running Free y Phantom of the Opera, canciones que en su 40 aniversario podemos poner en cualquiera de sus versiones y emocionarnos por igual. No se diga si las escuchamos en concierto. Y la lista puede seguir con Rapid Fire, Metal Gods, Breaking the Law, Heaven and Hell, Neon Nights, Lady Evil, Ace of Spades, Back in Black, You Shook Me All Night Long, Wasted, I Don’t Know, Crazy Train, Mr. Crowley, Am I Evil?...
La primera entrega de Sabbath sin la voz legendaria de Ozzy pasó la prueba sin problema, mientras que el “Príncipe de las tinieblas” forjaba su propia historia que continúa hasta nuestros días. Tan vigente como su Ordinary Man.
Enhorabuena, recordar es volver a escuchar. Y que el exilio no nos acabe ni la distancia nos separe.
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