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DON ARTURO

Don Arturo, un centenario muy ejemplar

Es la persona activa de mayor edad en la Canaco de la ciudad de Gómez Palacio

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FABIOLA P. CANEDO

Don Arturo tiene 100 años. En el centenario de su vida, es un bisabuelo al que no le duele nada y a quien sus nietos buscan continuamente para recibir consejo, pues siempre tiene alguna experiencia que compartirles.

Don Arturo Cuéllar Carreón es actualmente la persona activa de mayor edad en la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) de Gómez Palacio. Considera que su longevidad se debe a la fuerza de voluntad, la tenacidad con la que ha procurado desempeñarse, vencer los miedos y sobre todo, Guadalupe, su esposa, quien falleció hace 30 años.

Su nieto, Jorge López Cuéllar, cuenta que desde pequeño vivió cerca de él, eran vecinos y le gustaba ir a visitarlo casi todos los días para escucharlo, verlo, que le contara historias, que le diera consejos, pues sus experiencias y enseñanzas siguen vigentes.

"Aunque nos llevamos 65 años de diferencia, siempre ha sido mi amigo. Siempre tiene tiempo para mí, para sus hijos, para sus nietos, y quiero creer que soy su consentido, aunque en realidad veo que reparte amor para todos lados", comenta, "cuando era niño, me encantaba ir especialmente los domingos, aparte de saludarlo, para que me diera mi dominguito, unas monedas, 20 pesos, para comprarme algo en la tiendita, siempre ha sido bondadoso, siempre tiene un detalle, una flor para las damas, galletas para sus colaboradores, consejos para sus nietos", relata.

Jorge recuerda verlo envejecer al paso del tiempo, pero siempre vivir la vida al máximo, a su forma, tranquilo, sin quejarse, independiente, enamorado de la vida, enamorado de su Lupita, la abuela. Aún cuando falleció hace 30 años, él la sigue recordando y le canta aquel bolero de Agustín Lara, "Solamente una vez", a la fotografía que cuelga en la entrada de su casa, lo que ha permitido que sus nietos también la mantengan presente.

COMERCIANTE

Los primeros 12 años de don Arturo transcurrieron en Encarnación de Díaz, Jalisco, donde considera que vivió una niñez feliz, sin importar las carencias. Recuerda que en los huecos de las paredes de la iglesia del pueblo se resguardaban muchas palomas y las capturaba para luego venderlas y así ganarse unas monedas, aunque esto le valiera los regaños de su tío, el padre de la parroquia.

"Gritaba: Arturo, hijo, deja a las palomas en paz", comenta, "éramos una familia numerosa, por lo que me las tenía que ingeniar para sobrevivir, tuve que arriesgarme e irme a lo desconocido, en mi pueblo no había trabajo y menos para un niño, así que emprendí el viaje, aprendí a tomar decisiones importantes a mi corta edad y ayudar a mis padres".

Las dificultades económicas le llevaron a buscar nuevos horizontes, junto a algunos primos tomó el tren a la aventura y llegó a Ciudad Juárez, Chihuahua, pero no le gustó. Sus primos se quedaron ahí pero Arturo decidió volver a arriesgarse y buscar su propio camino, tomó nuevamente el tren, esta vez solo, y bajó en "un pueblito pequeño que se estaba formando, Torreón, Coahuila".

Sin conocer a nadie y sin dinero, Arturo era un niño con miedo, pero recuerda que tomó valor y coraje. Los primeros días dormía en la estación del tren, a veces hacía frío y se cubría por las noches con lo primero que encontrara, generalmente periódicos. Ayudaba en la Alianza y en el mercado cargando bolsos, lo que le permitía ganar algunas monedas para subsistir.

"Siempre consideré que tuve mucha suerte, es la verdad, siempre había alguien que me quería ayudar, de repente me salió un pariente lejano y me ayuda por un tiempo, tuve momentos en que estaba confuso, pero mis ganas de lograr algo importante fueron más grandes", dice.

Explorando los alrededores, terminó en la ciudad vecina de Gómez Palacio. Su vida estaba marcada por el comercio, conoció entonces a uno de los mejores comerciantes de la ciudad, le decían don Federico, le dio trabajo y Arturo tenía múltiples tareas en su local.

"Yo era muy joven, con muchas ganas y me pongo las pilas, así aprendí todo acerca del comercio", recuerda, "para cuando yo tenía 18 años, me llega la oportunidad de alquilar mi propio local, busco ayuda para la inversión, recuerdo que pedí 500 pesos y comencé poco a poco, fui creciendo".

El local era también su hogar, se adaptaba a las condiciones, don Arturo trabajaba de 6 de la mañana a 10 de la noche, se asesoró con los grandes comerciantes, siempre pidiendo consejos de las personas mayores e ingresó a la Canaco, donde sigue siendo socio hasta hoy. Recuerda que su mayor logro a los 21 años fue tener su propio coche.

UN ENAMORADO

Cuando tenía 26 años, don Arturo conoció al amor de su vida, Guadalupe. Ella tenía 17 años, su familia era de clase acomodada, pero nunca juzgaron el origen humilde de Arturo. Luego de tres años de novios, se casaron y ella sería su compañera de vida y el mayor pilar para que la familia pudiera crecer en todos los sentidos.

"Un día la vida nos puso a prueba, al comenzar a formar nuestra familia los doctores nos recomiendan solo tener dos hijos, ya que Guadalupe tenía problemas del corazón, sin embargo, no escuchamos a los médicos y hoy cuento con siete increíbles hijos: Arturo, Fermín, Mercedes, Angélica, Mario, Juan Ramón y Carlos, fui muy feliz con Guadalupe", expresa.

Hace 30 años, se despidió de ella, en su casa, rodeada de la mayoría de sus hijos y algunos de sus nietos. Lo recuerda como un momento muy difícil, pero esto no lo detuvo en su desarrollo profesional y, siempre optimista, don Arturo trató de ser un ejemplo para sus hijos, nietos y bisnietos.

"Llegué a ser tesorero municipal de Gómez Palacio", comenta. En 2013, recibió el reconocimiento institucional Testimonio Ciudadano Santiago Lavín Cuadra por el impulso que representó en el desarrollo económico de esta ciudad, "aún hoy, con 100 años de edad, sigo dando consejos a quien me quiera escuchar".

Jorge, su nieto, recuerda el día en que dieron el adiós a la abuela como uno de los momentos más vulnerables de su familia, en el que aprendió sobre la muerte, la soledad, la tristeza, lo insignificante que una persona puede llegar a ser, pero sobre todo, aprendió a respetar y querer a su abuelo más que nunca, un lazo sigue hoy presente y fuerte.

CONSEJERO

Don Arturo ha acumulado muchas experiencias a lo largo de su vida, considera que la mejor fue haberse casado con Guadalupe; la peor, haberla perdido. Sin embargo, hoy dice que lo más importante para él es tener salud y que no le duela nada.

"Bonitas experiencias son mi familia, mis hijos, sus bodas, sus logros; las feas experiencias, sus problemas, sus tropezones, pero hoy lo prioritario es tener salud y que no me duela nada. Solo le pido a Dios que no me duela nada, estoy preparado para cuando quiera que esté con él, tengo presente la paz, el amor, la tranquilidad de que no tengo asuntos pendientes y que me siento bien con lo que he logrado a mis 100 años, se dicen fácil pero ¡ah caray, no cualquiera los aguanta!", dice.

En el marco de la pandemia por COVID-19, don Arturo señala que a lo largo de la vida siempre hay momentos complicados, si no es por enfermedad, es por violencia. Recuerda que de niño le tocó vivir la Guerra de los Cristeros en el pueblo donde nació, entre otras experiencias que prefiere dejar para otra ocasión.

El principal consejo que da a sus hijos, a sus nietos y bisnietos es que trabajen, pues considera que "el trabajo te da enfoque, ¡trabajen! mantén tu mente ocupada en tus proyectos, no le tengan miedo a nada y no se dejen manipular por nadie, tomen sus decisiones, si son buenas que bueno, si son malas las corrigen, aviéntense, tengan valor".

Don Arturo pide a los adultos mayores que se sienten solos que, en estos momentos difíciles "sigan echándole ganas, apóyense en sus hijos, a lo mejor yo soy privilegiado porque no dependo de los míos económicamente, pero en las bajadas y en las subidas seguirle echando ganas, no nos queda de otra y si no tienen hijos, con el vecino, el hermano de al lado, apóyense en las personas y, sobre todo, lo más importante, encomiéndense al mero, mero, apóyense en Dios".

Don Arturo Cuéllar Carreón participa actualmente en el proyecto de su nieto, Vibremos Positivo, en la red social de Facebook, donde brinda consejos de vida.

Jorge López Cuellar, nieto de don Arturo, cuenta que aunque se llevan 65 años de edad, su abuelo siempre ha sido su mejor amigo.
Jorge López Cuellar, nieto de don Arturo, cuenta que aunque se llevan 65 años de edad, su abuelo siempre ha sido su mejor amigo.

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