¿Será peor el remedio que la enfermedad? No hay duda sobre la importancia de la economía en el desarrollo y supervivencia de un país o comunidad. Hace unas semanas el líder de una nación considerada desarrollada afirmó que "no podemos permitir que una curación sea peor que el problema en si mismo" (New York Times, marzo 23, 2020) al referirse a los problemas en la economía de su país desde que la iniciativa de distanciamiento social había sido implementada. Por lo mismo el mandatario había expresado la intención de revaluar la situación, y así encontrar la forma de permitir que la población regrese a una vida normal, específicamente a trabajar, abrir servicios públicos, escuelas, y empezar la recuperación económica. Es decir, modificar las restricciones decretadas, y así beneficiar a la economía del país y sus habitantes, y enfrentar de otra forma los problemas de salud generados por una pandemia. Todo esto a pesar de las recomendaciones de los científicos, médicos expertos, y epidemiólogos quienes insisten en la continuación de las medidas mitigadoras. La noción de mantener la estabilidad económica de un país tiene lógica, y me parece razonable, ya que es justificable tener cierto estándar de vida, o en casos extremos, tener acceso a una alimentación básica. Metas que varios países no podrían lograr si se imponen medidas estrictas de distanciamiento social debido a la severidad de una pandemia. El dilema es si vale la pena eliminar estas restricciones y exponer la población vulnerable a un virus muy destructivo, con el alto riesgo de perder la vida, en el nombre de una economía. A medida que la pandemia sigue causando estragos, algunos líderes políticos y empresariales han ofrecido la opción de que quizá es necesario que algunos sacrifiquen sus vidas para que muchos otros puedan vivir. Sugerencia que varios autores ven como "una bancarrota moral."
Un dilema es una situación en donde una persona se enfrenta a dos opciones igualmente buenas o malas, y de las cuales necesita escoger una de ellas. En este caso, las opciones son: escoger entre salvar la economía del país mediante la eliminación de las restricciones y apertura de los negocios, o salvar vidas humanas con la continuación de las medidas de distanciamiento. Estas vidas humanas incluyen no solamente a la población general, sino también al personal médico que atiende a los infectados, al personal de tiendas y supermercados, y otros empleados en servicios esenciales que son requeridos a reportarse al trabajo.
De acuerdo a un reportaje de la agencia de noticias estadounidense CNN (abril 14) una ciudad seriamente impactada por la pandemia, la ciudad de New York, está mostrando buenos resultados del distanciamiento social ya que el avance de las infecciones está reduciéndose, a pesar que el número de defunciones permanece alto. Como consecuencia, grupos sobre todo a nivel político, están planteando "abrir el negocio". O sea, que se habla de quizá es tiempo de volver a una normalidad mediante la modificación de restricciones para salir adelante económicamente. La mayoría de médicos y científicos opinan que la medida es prematura, y se corre un riesgo alto de reinfección con una extensión del virus más amplia dentro del país. Médicos de salas de emergencia y epidemiólogos siguen advirtiendo que una situación de reinfección puede ser de más deterioro para la economía, que el mantenimiento de las restricciones existentes.
No hay vuelta de hoja, escoger entre la economía del país, y las vidas de sus habitantes no debería representar un dilema. Quizá parezca muy idealista, pero el valor de una vida humana no debe igualarse a un costo material. Para mi no es peor el remedio que la enfermedad, es decir, el costo de las medidas de distanciamiento no deben ser peor que las vidas que se están perdiendo debido a la pandemia. Porque estas vidas pueden ser las de nuestros abuelos, padres, tíos, hermanos, una amistad, o simplemente, una vida humana. Esta dicotomía sigue creando división social debido a las diferencias en las necesidades de la gente, y el lente moral con la que se juzga. De acuerdo a los expertos en salud pública aún no se está listo para eliminar las restricciones. Debe de existir alguna solución creativa en donde las expectativas de ambas posturas podrán ser satisfechas, y sobre todo un plan estratégico. Una situación en donde se abran las puertas de las escuelas, negocios, iglesias, mercados, restaurantes, y servidores al público considerados importantes, pero también se sigan las recomendaciones de médicos y epidemiólogos con respecto al distanciamiento social y protección personal, y se apoye a los centros de salud pública con los recursos necesarios para su operación de acuerdo a estándares médicos profesionales. Un regreso planeado a una nueva normalidad. Gracias por su interés en esta columna.