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LA POBREZA Y LA PASCUA

ARTURO MACÍAS PEDROZA

Con la fiesta de la Pascua celebramos que una puerta ha sido abierta en el cielo. Ante la muerte que acecha no sólo a la salud sino también a la economía nacional, La belleza que nos presenta el don infinitamente precioso del árbol de la Cruz, que da la vida y no la muerte, tiene que traducirse en novedad admirable para compartir. Este árbol sobre el cual Cristo ha subido, como un rey en su carro triunfal, ha vencido al diablo, que tenía el poder de la muerte, librando al género humano de la esclavitud del tirano. La vida toma el lugar de la muerte, la inmortalidad suple la corrupción, la gloria está ahora en donde estaba la vergüenza. Esta novedad de vida se encarna en todos los aspectos de la realidad concreta e influye contundentemente incluso en la salud y en economía.

Con la crisis sanitaria se han hecho más palpables formas de desigualdad, pobreza e insolidaridad que están siendo manipuladas con ideologías. Es necesario conocer en qué consiste la pobreza y cuáles son sus causas para poder superarlas, lo que no es tarea fácil pues no es sólo falta de ingresos sino también carencias culturales, de trabajo digno, de educación verdadera, de servicios básicos, que pueden ser transformados por la renovación pascual que ahora ve con esperanza que es posible cambiar estructuras que parecían inamovibles y permanentes.

Hay varios factores que definen la pobreza: el desempleo, la educación escasa e ineficiente, la poca capacitación para el trabajo, problemas de salud (más pobres, más enfermos), muchos pobres son jóvenes o son de familia numerosa. La pobreza no es lo mismo que marginación pero cada vez más, los pobres son también los excluidos o incluso los sobrantes; no sólo carecen de bienes materiales, humanos y sociales, sino que quedan al margen de la sociedad y sufren además la injusta distribución de los bienes necesarios para su desarrollo. Ante el desempleo y la crisis económica, la desigualdad, marginación y pobreza crean de hecho una incapacidad social que impide a la persona ejercer los derechos económicos y sociales más elementales, creando nuevas categorías de pobres y cada vez en mayor número.

La complejidad del fenómeno de la pobreza es manifestación de estructuras sociales de dominación, explotación y exclusión a consecuencia de sistemas económicos y políticos injustos, que los traen de izquierda a derecha, con desempleo, subempleo y empleo mal pagado y con leyes e instituciones que no los protegen, incluso los explotan y manipulan. Salen de la sartén para caer al fuego, creyendo salir de un sistema basado en el individualismo, la competitividad y la rentabilidad con una filosofía de la desigualdad y una visión utilitarista de la persona. La nueva generación de legisladores tendría que dedicarse a este cambio de estructuras, pero las propuestas partidistas, no manifiestan ninguna intención de soltar los privilegios de que gozan. Así los modelos sociales perpetúan la desigualdad y crean pobreza, por lo que el reto es trabajar para crear las condiciones que permitan un cambio social verdadero.

La escasa conciencia de grupo impide a los pobres la asociación y organización. No son conscientes de lo maquiavélico del sistema, que incluso los hace creer que ellos son los culpables de su pobreza. Esta conciencia de sí los hace incapaces de trabajos estables, lo que afectan a las relaciones familiares (agresividad, desequilibrios afectivos, etc.), y los orilla a variadas salidas (alcohol, drogas, abandono de hogar, pandillas, delincuencia…). La situación escolar negativa provoca la mendicidad y el ambulantaje… Este círculo vicioso sólo se podrá romper si se interviene en todos sus componentes.

La crisis económica actual influida con la experiencia religiosa de la Pascua, descubre en la historia a Dios como protagonista que restablece el orden divino, diverso a la actual devastación, esclavitud, muerte, corrupción, injusticia y crimen. Dios oye el clamor de su pueblo, liberando como en Egipto, creando redes solidarias e invitando al bien vivir, apuntando a un compromiso social. Cuando la libertad dada por Dios es amenazada por las instituciones o reyezuelos que siguen sólo sus intereses dejando miseria y desencanto, violentando en su dignidad y sus derechos a los pobres, el que hombre de fe verdadera, se indigna y ve la urgencia de crear un sentido comunitario, un compromiso social donde la voz de los marginados y pobres sea la voz más potente. Voz inquebrantable, voluntad de amor.

Sólo desde los corruptos o desde los cobardes podemos decir que no hay nada que hacer, que siempre habrá pobres y ricos. ¡No es verdad! Un orden social más justo es un principio básico de toda verdadera civilización. No es posible vivir con nuestro país dirigido por egoístas y ciegos. Lo primero que tiene que buscar y que hay que exigir a cualquier autoridad es la justicia social y la solidaridad. Los demás promesas pasan a un segundo término. Entender los mecanismos locales, nacionales e internacionales que han originado y mantienen esta situación permitirá descubrir estructuras y personas responsables de esta situación letal. Nosotros mismos podremos descubrirnos como parte de esta fábrica de miseria y de pobreza, de marginación y de indignación, a través de actuaciones políticas, económicas, financieras y legislativas.

Hay mucho que hacer: Las organizaciones no gubernamentales, la participación y coordinación de la población, la educación a la ciudadanía, los proyectos solidarios, la economía alternativa y la social, el cooperativismo en producción, ahorro y consumo, la acción social y de promoción en los grupos eclesiales... Hay muchos campos en donde trabajar: autoempleo y promoción del trabajo, ancianos, disminuidos físicos, psíquicos y sensoriales, enfermos, emigrantes, alcoholismo, violencia familiar, prevención de adicciones, presos, indigentes, prostitución, huérfanos, ancianos olvidados, mujeres maltratadas, jóvenes marginados, economía informal, explotación en el trabajo, barrios asociales, promoción de la vivienda, violencia escolar… y todo esto frente a situaciones de dispendio del dinero, ineficiencia, malversación de fondos y demás triquiñuelas que vemos en la mala administración pública.

Para dar un giro a la historia de dolor es preciso mirar a Aquel a quien ellos han crucificado, pero que Dios ha reivindicado en la pascua de su resurrección y congruentemente es celebrado por los discípulos. Cada vez que tratan con afecto, con el cariño debido y merecido a los marginados, cuando se está con los pobres de la tierra, se actualiza y se celebra el memorial del Señor.

Éste estar con los pobres de la tierra es un deseo del Maestro a quien el Padre ha reivindicado con la resurrección y sigue suscitando personajes que liberen o anuncien la esperanza de algo mejor, de un mundo nuevo, prefigurando a Jesús resucitado que rompe con todo tipo de egoísmo, de idolatría.

La preferencia por los pobres como mascotas no es sino una posición manipuladora. La auténtica opción por los más pobres y olvidados es descubrir en ellos al resucitado y para ello se requiere la fe.

Resucitó y está entre nosotros. ¡Aleluya!

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