San Simeón el Estilita es un santo del cual ya raramente se oye hablar. Hizo construir en el centro de la plaza de su pueblo una alta columna, subió a ella y ahí vivió toda su vida, alejado del trato con sus semejantes, entregado por completo a la oración.
Le fueron ajenas las tribulaciones de su prójimo. No supo nada acerca de sus penas y de sus alegrías, de sus venturas y su sufrimiento. Apartado de todos y de todo pasó todos sus años.
Un día murió.
Siempre pensó que habría de irse al Cielo, pues jamás pecó, trepado como estaba en su columna.
Pero cuando llegó a la morada celestial San Simeón vio que las puertas del Cielo estaban cerradas para él. Afuera vio otra alta columna. Ahí vive ahora el santo, muerto, alejado de todos y de todo, igual que estuvo en vida.
Está solo; no puede ver a Dios. Pasará la eternidad alejado lo mismo de la tierra que del Cielo.
Aprendió San Simeón que sólo puedes salvarte con tu prójimo. En la soledad te perderás.
¡Hasta mañana!...