Segunda parte
Los murales del Instituto 18 de Marzo
Desde que se fundó el plantel, quedaron plasmados para siempre valiosas joyas del arte pictórico mexicano, representadas en los simbólicos murales del Instituto “18 de Marzo”, de Gómez Palacio, Dgo. En ellos, el genio de los maestros Francisco Montoya de la Cruz, Manuel Guillermo Lourdes y Horacio Rentería Rocha, hicieron constar su vocación patriótica en distintos motivos, con los temas fundamentales de la expropiación petrolera; la noble misión de la educación popular en México y la labor cotidiana y transformadora de nuestro pueblo en las trincheras de la agricultura y de la industria. En paralelo también las alegorías infantiles que exaltaban la preparación de la niñez mexicana en la formación de su espíritu de superación, y la presencia de nuestras mujeres.
Francisco Montoya de la Cruz el maestro duranguense de mayor relevancia, de quien Diego Rivera alguna vez dijo: “Quisiera poder pintar como Montoya”, se encargo de trazar los espléndidos trabajos que evocan la expropiación petrolera, acción cumbre del cardenismo. Manuel Guillermo Lourdes, formado en Europa. Demostró su clase y calidad con los temas de paisajes regionales, la belleza de los prodigios naturales del campo de la comarca y también su espíritu forjado en la docencia con las escenas escolares.
Horacio Rentería Rocha, que al igual que Lourdes fueron mentores del Instituto, fue el creador de los murales alusivos a los cuentos infantiles de Perrault, y de los personajes del “Quijote de la Mancha” de Cervantes. Grabando también en el corazón y la conciencia de toda la comunidad del Instituto “18 de Marzo”, dos de sus lemas inscritos al pie de las pinturas situadas al frente de las escaleras de acceso al piso superior, mensajes que reflejan el alma y espíritu superior de alumnos y maestros, diciendo: “Hombre que labras la tierra, ven a cultivar tu mente…” “Hombre que forjas el hierro, fórjate tu moral”.
Una distinguida plantilla de directores tuvo a su cargo la conducción del plantel desde 1940 hasta la fecha, y todos dejaron constancia de eficiencia, responsabilidad y amor a la causa, buscando los mejores caminos de superación y grandeza para la institución, logrando alcanzar en 1997 la creación de la División de Estudios Superiores, en cumplimiento a uno de los postulados de la Ley Orgánica de la escuela, dándole mayores argumentos en su intenso peregrinar en la búsqueda del trofeo que sin duda alguna merece, como otro gran anhelo de la comunidad estudiantil gomezpalatina el cual quedará mitigado al consolidarse el máximo objetivo pendiente, lograr lo que en justicia le corresponde el orgulloso título de: “Universidad Autónoma 18 de Marzo”.
El instituto, ha debido emigrar a nuevas sedes, obligado por el crecimiento de su población estudiantil y a la ampliación de los planes de estudio, que reclamaban mayores espacios físicos para poder responder a las demandas de actualización y superación. Es así, que el añorado sendero luminoso que transitaran las primeras generaciones, quedó atrás. El inolvidable plantel del Parque Morelos, había cumplido con creces su cometido y dejaba la estafeta de la educación primaria y preescolar al cuidado de manos hermanas, involucrados todos, en el mismo compromiso educativo, con la misma fe y con igual esperanza de superación y mutuo respaldo. Unida para siempre la gran familia de la “18 de Marzo”. Inmarcesible el recuerdo de aquellos abnegados maestros y maestras. Cómo no recordar a Vitalita Ramírez, a Micaela Torres, Luis L. Vargas, Arnulfo Robles Vázquez, Pedro de la Cruz Gaytán, Alicia Fierro de Méndez, Socorro S. de Vargas y Guadalupe Moreno, estimadísima pianista; mentores, entre muchos otros, inolvidables y no menos importantes.
Una emotiva jornada, se vivió al despedirse los contingentes escolares de ese amado lugar, que había visto transitar su niñez y juventud y que formaba parte imborrable de sus recuerdos: El querido Parque Morelos, testigo de miles de historias y aventuras juveniles; la cancha que nos vio desplegar capacidades deportivas y artísticas: cantar, danzar y hacer evoluciones gimnásticas; desplegar extraordinarias facultades en la oratoria, con sus grandes exponentes que dieron gloria, lustre y honor a sus colores, brillando con gran éxito y trascendencia a nivel nacional, estatal y regional.
Precisamente, en ese pequeño espacio que ocupaba la cancha de la escuela, formidables y recios deportistas, forjaron la fama del Instituto en el país, enfrentando a los mejores equipos de básquetbol de afamadas instituciones educativas locales y foráneas. En su polvorienta y abandonada alberca se iniciaron en la práctica del futbol y del boxeo, jóvenes que habrían de alcanzar la fama en las más destacadas canchas y rings profesionales, y desde luego sus “Águilas Reales” en el futbol americano, como en sus espacios culturales destacados maestros de la plástica nacional, como los ya mencionados Horacio Rentería Rocha; Manuel Guillermo Lourdes; Rodolfo Escalera Vizcaíno; Raúl Esparza Sánchez y Manuel Muñoz Olivares, y en el terreno internacional de la música, la destacada pianista Claudia Angélica Machuca y la Campeona Mundial de Boxeo Yasmín “La Rusita” Rivas. Sin olvidar las memorables actuaciones de las escoltas y bandas de guerra, que con sus marciales evoluciones y el magistral compás de cajas y clarines, alentaban nuestros sentimientos patrios. Las arduas jornadas de alta preparación académica, junto con la angustias de los alumnos por superarlas, todo estos eran ya solo recuerdos, para que otra niñez viviera el círculo interminable de la educación, en los mismos lugares donde antes se escucharon los alegres cantares de su Estudiantina y su Rondalla, símbolos del sentimiento juvenil y de su apasionado espíritu adolescente.
El escenario era diferente, pero las esperanzas de superación eran las mismas, un 13 de marzo de 1968, marcial y airosa la gallarda escolta, condujo con fervor y patriotismo a nuestro Lábaro Patrio, siempre presente en los momentos más solemnes de la institución y en las jornadas de mayor gloria y civismo, avanzando los grupos con marcial disciplina y emoción indescriptible, contagiados todavía por el emotivo mensaje de despedida y la ponderación elogiosa de la ilustre tarea educativa impartida con gran calidad y categoría en el “Glorioso Instituto 18 de Marzo”, coordinada la marcha hacia el futuro que hacía la comunidad de la escuela, con la prestancia, seriedad y convicción, como siempre lo hizo el gran maestro Luis L. Vargas Martínez, con la solidaria compañía de las familias de los alumnos y de la propia sociedad gomezpalatina, todos juntos, con un nudo en la garganta por el pasado tan lleno de vivencias, pero a la vez , con toda la confianza y la seguridad de arribar a un campo de superación y de progreso.
Al igual que en su inicio, otro Primer Mandatario de la Nación, el Lic. Gustavo Díaz Ordaz, entregaba un nuevo y formidable edificio, ubicado frente a las instalaciones de la Planta Termoeléctrica en el Bulevar Alemán, convertido en promesa de superación para miles de familias gomezpalatinas que recibieron con agrado la nueva estructura escolar, para continuar por el camino de la enseñanza, con la certeza irrenunciable de que la educación es la estatura del hombre.
Nuevas situaciones, que ratificaban las mismas causas que obligaron al cambio anterior, se hacían presentes de nuevo. La historia habría de repetirse para renovar el camino de lucha de la institución haciendo frente a su destino. Una nueva despedida de sus efímeras aulas para repetir la marcha a su nuevo hogar, sito en el lugar donde existiera la afamada Casa Redonda de los Ferrocarriles Nacionales de México. El día 19 de septiembre de 1977, un gigante de la educación normal rural, el profesor José Santos Valdés habría de representar al gobernador del Estado de Durango Dr. Héctor Mayagoitia Domínguez en la inauguración de las modernas instalaciones, donde hasta la fecha recorren con acierto los nuevos y complejos senderos de la educación, las actuales esperanzas de la patria.
