Según es bien sabido, de noche todos los gatos son pardos.
Sin embargo yo conocí a uno que de noche no era pardo: era amarillo.
Los otros gatos, claro, lo veían mal, y eso que los gatos ven muy bien. Les molestaba el hecho de que aquel gato fuera diferente a ellos.
Nombraron una comisión. Los comisionados fueron con el gato y le exigieron que de noche fuera pardo como ellos.
-¿Cómo puedo ser pardo -se angustió el minino- si no soy gato pardo? Soy gato amarillo.
Los otros no quisieron oír razones. Le dijeron:
-Tendrás que ser pardo, al menos en la noche, porque de noche todos los gatos son pardos.
El gato amarillo se resignó a ser pardo. La presión social sobre él fue demasiada y no pudo resistirla.
Anoche lo busqué para decirle que no debió cambiar su identidad.
No lo pude hallar.
De noche todos los gatos son pardos.
¡Hasta mañana!...