Sobre una mesa de color blanco se encuentran las creaciones de Liz Mata, figuras coloridas de diversos tamaños que han sido moldeadas una a una por la escultora. Hace 22 años, mientras hojeaba una revista de manualidades, se encontró con un pequeño artículo en el que explicaban la manera de realizar unos angelitos utilizando un material fácil de elaborar. Esa tarde artística se convirtió en un estilo de vida.
A través de distintos cursos y talleres, encontró el instrumento que se convirtió en su aliado: la pasta francesa. Liz ya no solo crea figuras para las paredes de su hogar, sino que ahora tiene una gran cantidad de clientes que la buscan por su talento y dedicación. Dispuesta a apoyar cada idea que le propongan, ha realizado desde llaveros, recuerdos para fechas importantes, imanes, hasta portallaves y representaciones de familias completas.
"Ellos me mandan las imágenes, ya les digo yo si sí puedo o no puedo… la mayoría sí puedo".
El proceso puede parecer sencillo, pero requiere de manos confiadas y precisas que sean capaces de dibujar pestañas, diseñar largos vestidos, darle forma a una bola de masa hasta convertirla en alas, animales, canastas o cualquier figura que se encuentre en la imaginación de los que deseen obtener un recuerdo que quedará para siempre. No cualquier persona lo puede lograr, y justo las manos de Liz resultan ser las indicadas.
"Es una pasta como cruda, está sin color. Hay que amasarla un poquito y se pinta, por lo regular, con pintura al óleo. Entonces, uno le va dando el color que le pidan. Ya que tenemos pintada la masa, la tenemos que guardar muy bien en bolsitas de plástico para que no se nos sequen. Ya que tenemos los colores se empieza a moldear dependiendo la figura que vayamos a hacer, ya sea completamente a mano o utilizando moldes", explicó.
Liz sabe y confía en que la práctica es un factor sumamente importante para poder ir mejorando y perfeccionando cada una de las figuras que le son encargadas. "Para que parezcan más realistas", dice con orgullo.
Cada uno de los objetos que Liz crea utilizando pasta francesa se convierten en un detalle que acompañará a sus clientes en momentos importantes de sus vidas, ya sean para otorgar un regalo especial o para que formen parte de la decoración familiar. "Para mí me da alegría, porque me gusta mucho hacerlo", finaliza la escultora lagunera.
Todo comenzó hace 22 años cuando Liz hojeaba una revista de manualidades en el que explicaban cómo realizar angelitos utilizando un material fácil de elaborar. (VERÓNICA RIVERA)
