Luis Echeverría Álvarez vistió una chamarra deportiva azul y pantalones grises; sus colaboradores lo reportaron bien de salud, con alegría, la cual ganaba expresiones por el afecto, en particular de nietos, con edades de más de 20 años. (EL UNIVERSAL)
Aguas frescas de horchata y de jamaica se sirven en la mesa, durante la comida de Luis Echeverría Álvarez, en su casa de San Jerónimo Lídice, en la Ciudad de México, con motivo de la celebración de sus 98 años de edad.
En punto de las 14:30 horas, unas 30 personas entre hijos, nietos y algunos amigos, comen con el político que reconoce como maestro al general Rodolfo Sánchez Taboada, de quien tiene un busto en esta casa.
A media mañana llegó la hija de Sánchez Taboada, Maty, y compartió con Luis Echeverría abrazos, felicitaciones, y la remembranza del padre de ella que dejó impronta de disciplina en el político que se caracterizó en su mandato por las expresiones claras, en su estilo singular de hablar y por algunas frases, como la que llegó a recitar la clase política: "¡Qué bueno que vino!".
Con mil recuerdos de su padre, llegó doña Maty Sánchez Taboada con su hijo Germán Sierra Sánchez, político poblano, exsenador del PRI; por supuesto que dirigió su abuelo y quien tuvo como colaborador a un recién casado y titulado de licenciado en Derecho, Luis Echeverría Álvarez.
Temprano, como anfitriona, la señora María Esther Echeverría Zuno cuidó detalles. Ya había desayunado el festejado -huevos tibios, pan tostado, café, fruta-, y conforme avanzó la mañana, recibió llamadas telefónicas de excolaboradores, amigos, otros hijos, nietos y bisnietos.
Benito Echeverría Zuño, como María Esther, se hacían cargo de los teléfonos, y a lo largo de las horas llegaron flores y frutas, en testimonio de los parabienes por el cumpleaños.
Luis Echeverría Álvarez vistió una chamarra deportiva azul y pantalones grises; sus colaboradores lo reportaron bien de salud, con alegría, la cual ganaba expresiones por el afecto, en particular de nietos, con edades de más de 20 años.
Antes de la comida, en una sala tipo jardín, con estructura de invernadero, en la que hay una fuente coronada por un busto de doña María Esther Zuno Arce, esposa de Echeverría, los asistentes miraron algunos álbumes fotográficos. Uno de los que atrapó la atención fue el de la visita de la reina Isabel II, que despertó recuerdos sobre los eventos, y los vientos de asistentes, tanto funcionarios, como legisladores e integrantes del cuerpo diplomático.
El menú fue típico mexicano para esta ocasión: sopa de verduras, pollo con mole, pastel y las infaltables glorias, el dulce de cajeta regiomontano que es favorito de Luis Echeverría Álvarez, el discípulo de Rodolfo Sánchez Taboada.
