El padre Soárez charlaba con el Cristo de su iglesia.
-Señor -le dijo-. ¡Qué días tan hermosos son éstos de la Navidad!
-También a mí me gustan -respondió Jesús-. No recuerdo mi Navidad, pero por lo que me platican mis papás fue muy bonita, con canto de ángeles, regalos de reyes y pastores y todo lo demás.
Declaró el padre Soárez:
-Quisiera haber estado ahí.
-Ahí estás -le indicó el Cristo- si piensas en mí en la Noche Buena y si cumples la enseñanza oculta en la palabra "Navidad".
-¿Qué lección es ésa? -quiso saber el padre Soárez.
-La que se contiene en las tres últimas letras de su nombre: dad. En estos días navideños debemos dar. Dar no necesariamente cosas materiales: dar alegría, consuelo, esperanza. Darte como regalo a quienes viven contigo y a todos aquellos que contigo comparten el milagro de vivir.
Dijo el padre Soárez:
-Nunca pensé que yo mismo podría ser un regalo.
Le indicó Jesús:
-Lo serás si te envuelves en amor.
¡Hasta mañana!...