Nadie piense que lo que voy a escribir hoy es publicidad. Es, sí, agradecimiento, vocablo común con que se nombra a lo que en término más expresivo se llama gratitud. Los recuerdos deben agradecerse, igual que se agradecen algunos olvidos.
Digo esto porque hace unos días mi señora compró en el súper un jocoque y me lo dio a probar en el almuerzo. Probarlo y regresar a mi niñez fue todo uno. Acudió a mi memoria mamá Lata, la madre de mi madre, que hacía el jocoque como el jocoque se hacía en aquellos años, de la noche a la mañana, dejando un jarrito con leche junto al fogón de la cocina.
Ese albo manjar era alimento y delicia al mismo tiempo. Lo gozabas acompañado por una tortilla con sal. Y si le ponías un poco a los frijoles aquello era exquisitez cardenalicia.
Pues bien: el jocoque que en el súper me compró mi esposa era el mismito que mi abuela hacía. Ese jocoque -viene también en jarrito de barro- lleva por marca "La Vaquita", y se elabora en Torreón, uno más de los excelentísimos productos hechos en la comarca lagunera, orgullo de Coahuila. No tengo el gusto de conocer a quienes elaboran esta sabrosura. Por eso digo lo que digo: esto no es publicidad; es agradecimiento.
¡Hasta mañana!...