-Soy el gato encerrado.
Así me dijo de buenas a primeras.
-Me da mucho gusto conocerlo -respondí-, pero si es usted el gato encerrado ¿cómo es que pudo venir? Se me hace que aquí hay gato encerrado.
-No lo hay -negó-. Es lo que quiero que usted sepa. Se dice que hay gato encerrado cuando se sospecha que
hay manejos ocultos en algún asunto, o causas encubiertas. La verdad es que resulta casi imposible encerrar a un gato, del mismo modo que es difícil evitar que tarde o temprano se conozca un acto indebido.
Le pregunté:
-¿No existen entonces los gatos encerrados?
Contestó:
-Jamás han existido, ni existirán jamás.
Dicho eso se marchó.
De esto que hoy narré han pasado muchos días, y todavía le doy vuelta a lo que me dijo el gato. No es que yo desconfíe de los gatos, pero se me hace que aquí hay gato encerrado.
¡Hasta mañana!...