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El Canal Legislativo

ENFOQUE

RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

Lo correcto es decir Canal del Poder Legislativo. Instituido como un medio de comunicación de Estado, dependiente del Poder Legislativo y perteneciente a la Nación. Inicia sus transmisiones el 18 de marzo de 1998. En el año 2005 elabora y publica su reglamentación. También llamado Canal del Congreso o Canal de la Unión. Se capta en el 145 de SKY; labora las 24 horas los 365 días del año.

Su misión es reseñar y difundir la actividad legislativa y parlamentaria que generan las Cámaras del Congreso de la Unión; tiene como objetivo contribuir e informar, analizar y discutir pública y abiertamente la actividad legislativa.

La imagen y el espectáculo que ofrece y proyecta, sin embargo, no es congruente con la filosofía y esencia de su teórica función; pero no es su culpa ni responsabilidad, sino de los señores diputados y senadores. El Canal proyecta y trasmite lo que hacen o dejan de hacer los legisladores.

Puede observarse que las sesiones de las Cámaras se desarrollan con un recinto semivacío, pues de 500 diputados que integran la Cámara, sólo asisten 251 y de 128 miembros del Senado de la República, sólo acuden 65, en ambos casos apenas es el mínimo de asistencia que la Constitución exige para que haya quórum legal, pueda celebrarse la sesión y declararse válidos los acuerdos que en ella se tomen.

Si usted, amable lector, sintoniza el Canal del Congreso, podrá observar que los señores legisladores nada más cumplen con el requisito de pasar lista de asistencia y desaparecen, pues en el salón de sesiones las curules se ven vacías, desocupadas. Además, los que permanecen en la sesión, se desentienden totalmente de los asuntos a tratar agendados en la orden del día, pues algunos están leyendo los diarios, otros hablando por teléfono celular; algunos forman pequeños grupos y se la pasan seguramente contando "chistes" o hablando de temas que nada tienen que ver con el de la sesión. Y no faltan los que dormitan o bostezan escandalosamente

Nadie atiende ni hace caso del orador que está en la tribuna usando el micrófono, para fijar la posición de su grupo parlamentario acerca de un tema determinado, o simplemente para exponer su punto de vista, haciendo reflexiones sobre el tema que se trata; cada quien está en lo suyo y a ninguno le importa el desarrollo de la sesión.

Por eso no hay un verdadero debate. Quienes hacen uso de la palabra llevan por escrito lo que van a decir, haciendo monótona y tediosa su intervención, perdiéndose en una larga y confusa lista de cifras y datos que a ninguno de los asambleístas interesa.

Pocos son los que en su intervención parlamentaria no necesitan auxiliarse de apuntes, previamente elaborados; son menos los que improvisan y hablan del tema porque lo conocen, con soltura y precisión, hablando con elegancia y con oratoria elocuente por lo que su participación en tribuna resulta atractiva e interesante.

Por otro lado, da la impresión de que los señores legisladores participaran en una especie de concurso o competencia para saber quién tiene más vicios de dicción; quien incurre en mayor número de faltas de carácter lingüístico; quien presenta más defectos al abordar la tribuna.

Ese desinterés que demuestran diputados y senadores sobre los temas que se discuten al desentenderse de la sesión parlamentaria, entregándose a especulaciones o reflexiones que nada tienen que ver con la esencia legislativa, es un signo de irresponsabilidad.

Tenemos pues que un buen número de miembros del Poder Legislativo se muestran desinteresados, indiferentes ante la realidad nacional; actitud que en nada favorece a la consolidación de la democracia. No cumplir con la responsabilidad que se tiene y recibir los emolumentos establecidos en la ley como si se hubiera cumplido, también es una forma de corrupción.

Mientras que para muchos mexicanos sobrevivir es una odisea terrible, porque tienen que enfrentar y salvar varios obstáculos que le complican la vida: disminución del poder adquisitivo del salario; inflación; alto costo de los servicios; elevados precios del transporte; onerosos servicios particulares de salud; carísimos medicamentos, etc. Además sus ingresos mensuales son insuficientes para satisfacer las necesidades propias y las de la familia. Por lo que tiene que buscar otro empleo adicional, por las tardes, para equilibrar el gasto doméstico con el ingreso familiar

A los integrantes del poder legislativo, esto no les preocupa, nada les dificulta la existencia; por lo que ganan. . . La remuneración de los representantes populares no se mide en salarios mínimos. Tampoco sus prestaciones laborales, tanto de diputados como de senadores.

Cada uno de los diputados federales percibe mensualmente por concepto de sueldo $76 mil 300 pesos; por "asistencia" legislativa $45 mil 600; y por "atención" ciudadana $28 mil 700 pesos, para un total de $150 mil 600 pesos en números cerrados. Multiplicada esa cantidad por 12 meses del año arroja un total de 1 millón 807 mil 200 pesos; es lo que anualmente percibe un diputado federal.

Tanto los diputados como los senadores reciben esta cantidad y no se sonrojan ni se apenan al extender la mano para tomar el dinero, ya que la Ley no hace distinción entre un diputado que hizo campaña y ganó una elección, diputado de mayoría relativa, y los llamados plurinominales o de representación proporcional, que llegaron a la curul porque fueron designados, no electos, por sus propios partidos.

Y luego, se multiplica esa cantidad de 1 millón ochocientos mil, pesos por 500 que es el número de diputados federales que integran la Cámara dando como resultado un total de 903 millones 600 mil pesos. En resumen, casi dos millones de pesos al año, le cuesta a la Nación tener, sostener y mantener la cada uno de los diputados federales.

Algo similar sucede en el Senado, donde cada uno de sus miembros percibe, en números gruesos, un sueldo de 175 mil pesos mensuales. Resulta obvio decir que en esta Cámara legislativa las cantidades se reducen considerablemente porque el número de sus integrantes es solo de 128 senadores, 4 por cada entidad federativa.

Pero igual que en la de diputados hay ausentismo, despreocupación por los temas que se tratan en la sesión, improvisación y falta de conocimiento de los asuntos que conforman la Orden del Día, de los que abordan la tribuna. No hay congruencia entre la remuneración y la función, pues no se cumple cabalmente.

Así, pues, primero nos congratulamos de que haya un canal televisivo que permita ver el desarrollo de las sesiones, y segundo, viene el desencanto por la pobreza con la que participan sus integrantes

Se requiere y se necesita un Poder Legislativo fuerte, sólido, íntegro, que sea el contrapeso del Ejecutivo y cuya tarea y función coadyuve al fortalecimiento de la democracia. Un Poder Legislativo, cuyos integrantes asuman el compromiso de abanderar y defender los temas que atañen a la sociedad que mejoren sus condiciones de vida.

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Noviembre 10 de 2019

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Escrito en: Enfoque

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