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González Martínez: Bocanegra y Nunó

ENFOQUE

RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

"El hombre se mueve en bosques de símbolos, ha dicho el poeta. Los pueblos como los hombres simbolizan sus ideales más altos en un escudo, en una bandera, en una canción. Creaciones humanas, se adentran los símbolos en el alma de los pueblos, cobran vida propia, realidad activa, y mueven a su mismo creador.

"Igual cosa ha de pasar mañana con la humanidad, cuando el símbolo eterno y universal se alce al cabo de las luchas sangrientas, de los fracasos estruendosos, de las aspiraciones fallidas, para cristalizar en su más alta y noble plenitud. Cada hombre es un laboratorio de esperanzas, cada grupo humano suma las experiencias individuales para aportarlas un día a la construcción de la patria futura fundada en el bien, que es amor, justicia y libertad".

"Honramos hoy un símbolo nuestro, un canto que nos pertenece, que expresa y sintetiza muchos matices de nuestra vida nacional, vinculando a nuestras glorias y a nuestras derrotas, a nuestras alegrías y a nuestros dolores. Lo honramos al traer de tierra lejana las cenizas de Jaime Nunó para reunirlas a las del poeta que dio forma a las estrofas de nuestra canción. González Bocanegra ha de sentir un divino temblor al estar ya cerca de aquél a quien le unían los lazos apretados del amor a México y de la inmortalidad".

Los párrafos anteriores son parte del discurso pronunciado por Enrique González Martínez en la ceremonia cívico-literaria celebrada para depositar los restos de los autores de nuestro Himno Nacional Mexicano en la Rotonda de los Hombres Ilustre de la Ciudad de México, el día 24 de junio de 1946.

Poeta, escritor, catedrático, periodista, político y diplomático fue Enrique González Martínez, quien nació en Guadalajara, Jalisco el 13 de abril de 1871 y fallece el 19 de febrero de 1952, en la Ciudad de México. Literato mexicano que a principios del siglo XX clausura el movimiento modernista hispanoamericano y abre las puertas hacia una nueva sensibilidad poética para ponerla acorde con los tiempos y la contemporánea aparición de las vanguardias.

Caracterizado por el refinamiento verbal, la sensibilidad artística y las elaboradas metáforas propias de su etapa anterior, cedieron paso a una línea más contenida e introspectiva que formula interrogaciones sobre cuestiones fundamentales como el ser, la muerte y el sentido de la vida.

González Martínez es un poeta sobrio, de refinada sensibilidad, de estilo festivo, de expresión clara y precisa, dueño de una narrativa que subyuga, que convence y atrae las voluntades renuentes y escépticas, que afina el comentario para ser certero y dar en el blanco.

González Martínez fue un respetado escritor, editor y diplomático de origen mexicano. Su acercamiento a la literatura tuvo lugar desde su infancia, gracias la influencia de su abuelo paterno. Se recibió de médico y siguió colaborando con diarios y revistas. Además de la medicina desempeñó otros cargos, generalmente en el ámbito de la política.

Luego de haber sido invitado por la Academia Mexicana de la Lengua y habiendo aceptado, asumió la presidencia del Ateneo de la Juventud en la Ciudad de México. Fundó la Revista Argos de interés literario. Autor de más de dos docenas de libros, la mayoría Poemarios, destacando "Preludios" y "El libro de la fuerza, la bondad y la sabiduría". Y de su autoría también "Segundo despertar" y los libros de memorias "El hombre del derecho y "La apacible Laura". Para conocer la calidad de su obra poética bastarían los poemas "Vienes a mí", "Tuércele el cuello al cisne", y "Cuando sepas hallar una sonrisa".

González Martínez está considerado como el último gran poeta modernista. Desde "Preludio" es evidente su afirmación lírica. Muy cerca de los mejores poetas contemporáneos, como Gutiérrez Nájera, Othón, Díaz Mirón, Nervo, y son perceptibles las huellas de los poetas parnasianos y simbolistas franceses, poco a poco va verificando su propio acento. Cuando publica "Los senderos ocultos" se revela la existencia de un movimiento de renovación en la poesía. En La hora inútil, Silenter, Los senderos ocultos, La muerte del cisne, se proclama el ideal poético del autor. En su famoso soneto "Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje. . ." se ha querido ver al búho como símbolo dela poesía de González Martínez.

A este culto y destacado personaje mexicano le tocó pronunciar la alegoría de Bocanegra, el poeta y de Nunó, el músico, que dieron forma esencia y expresión al Himno que nos identifica, enaltece el patriotismo y simboliza nuestra nacionalidad. Y dice:

"No es fácil llamar al corazón de un pueblo y ser escuchado. Algo ha de tener el llamamiento que obligue a la respuesta, algo que infunda el suficiente amor para que la ofrenda quede como reliquia sagrada y como herencia preciosa. No sé si la música de Nunó y las estrofas de González Bocanegra tardaron en ser oídas, aprendidas y coreadas por el pueblo mexicano, pero cuando las supo de memoria y las repitió en cada momento solemne de su historia, se hizo a sí mismo la promesa de mantener el himno como símbolo de su nacionalidad, junto con aquel otro de su tricolor bandera en que el águila sobre el nopal devora a la serpiente".

"Ningún mexicano puede oírlo o cantarlo, sin conmoverse hasta lo más profundo de las entrañas. Cuando lejos de la Patria se escuchan sus notas, parece que la música realiza el milagro de llenar el abismo de la ausencia. Yo aprendí de mi padre, que era maestro y cuya tumba se encuentra a pocos pasos de esta Rotonda ilustre, a amar el himno de mi Patria. En su escuela lo canté por vez primera, y ví sus ojos casi en lágrimas cuando la música de Nunó fue coreada por nuestras voces infantiles en un aliento fervoroso que era el juramento colectivo de guardar en lo más hondo del alma la canción".

Más tarde, en tierras extrañas, en los mares del sur, en la Europa hoy destrozada y ofendida, oí de tarde en tarde las mismas notas en ceremonias solemnes, y siempre me pareció que esta Patria mía, espléndida y trágica, me enviaba en ellas desde lejos su saludo maternal".

"Este canto que ningún mexicano de tal nombre puede escuchar indiferente, ha sido el intérprete de ideales contrapuestos al través de nuestra historia fuerte, original y atormentada. Sirvió a todas las causas, lo hicieron suyo las agitaciones políticas y las luchas entre hermanos; se hizo oír en favor del bien y del mal, de la lealtad y de la traición. Pero aun en los momentos en que lo entonaron los equivocados y los desleales, los fanáticos y los traidores, sentían en su error, acaso sinceramente engañados, que era la voz de la Patria que cantaba por su boca las estrofas del himno nacional".

". . .Un desastre común, una desgracia que hoy por igual nos hiere a todos, da a este símbolo una significación universal. La desgracia del mundo nos ha tocado con su dedo de fuego, y ha realizado el milagro de nuestra unión. Alzamos nuestro canto como una sola voz en una hora en que nada debe separarnos, en que nada debe inquietarnos sino la salvación de la libertad. Nuestro esfuerzo se asocia al de las naciones que no transigirán nunca con las potencias del mal. Formamos un solo frente en la buena causa, y con ella estaremos a la hora del triunfo, como hemos estado a la hora de la desolación. Símbolo contra símbolo, se halla el nuestro al lado de los que se oponen al del mal . . ."

". . . Junta hoy estas cenizas la gratitud de un pueblo. No podía separarlas el espacio cuando las unía la obra común de los espíritus que las animaron. Pero hay algo más. El poeta y el músico han de sentir en el definitivo lugar en que la conciencia nacional les rinde su homenaje que no es sólo México el que habla en sus versos y en sus notas, no una nación aislada del concierto del mundo, sino que es un ideal humano de triunfo y de castigo el que vibra en el himno de González Bocanegra y de Jaime Nunó"-

"Porque México a la hora de la victoria, más cercana de lo que piensa la traición habrá de sentarse en la mesa de los jueces. Porque México ha renunciado al fácil papel de espectador para entrar de lleno en los peligros de la lucha en que se juegan los destinos de la humanidad . . . "Ahora , nuestro himno es una voz más en el concierto de los pueblos que luchan por la libertad; que lo oigan bien estas dos sombras ilustres del músico y del poeta".

Esta magnífica pieza oratoria de corte lírico, inspiración de Enrique González Martínez es de tan elevada calidad que mereció ser incluida en la Antología de la Elocuencia Mexicana de Andrés Serra Rojas.

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Septiembre 28 de 2019

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Escrito en: Enfoque

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