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Lamentables acontecimientos en el municipio de Gómez Palacio en el año de 1947

CRÓNICA GOMEZPALATINA

MANUEL RAMÍREZ LÓPEZ (CRONISTA OFICIAL DE GÓMEZ PALACIO)

Antes de entrar de lleno al tema señalado en el encabezado, encontramos que comúnmente hay grandes paradojas en la vida, cómo pensar que los sucesos que aquí narramos, estuvieran precedidos por los buenos augurios con que empezó el año citado, el día 4 de enero cayó una copiosa nevada que presagiaba un excelente año para los cultivos y la ganadería, provocando el optimismo de ganaderos y agricultores que en su confiada expresión se decían: "Este año va a ser magnifico para La Laguna, por los grandes beneficios que aportan las aguanieves para las actividades productivas del campo, alegría que compartían los habitantes de las áreas urbanas, ya que una población rural cercana a las cien mil gentes, al tener abundante trabajo bajarían a las ciudades para adquirir sus satisfactores de vida, con la consiguiente derrama económica y todos estarían contentos de aprovechar estas bendiciones que le daban a las familias temporadas más placenteras y gratas.

Sin embargo, nunca se sabe que viene más adelante y como dice el dicho, a veces el gozo se va al pozo, como se verá enseguida con la reseña que vamos a hacer, al recordar dos lamentables sucesos que por su trascendencia perjudicaron a nuestra comunidad, cambiando el optimismo por la tristeza.

Las semanas que acaban de pasar, se recordaron varios de los más funestos acontecimientos en la historia de la población gomezpalatina, ya que se cumplieron 72 años de la explosión sucedida en la Fábrica de Explosivos ubicada en el poblado Dinamita, Dgo., el día 31 de julio de 1947, a las 17:56 horas, al estallar la máquina encartuchadora de dinamita número 55, que estaba a cargo de 5 operadores cuyos nombres eran: Santiago Uviña, Bernabé Ortega, Sotero Hernández, Roberto Ferrero, y el mayordomo José L. Serrano. Este impacto fue tan potente, que además de causar la muerte de los citados trabajadores hizo estremecerse a todo el pueblo, sembrando el pánico entre los habitantes del lugar que ignoraban los alcances de la tragedia, cuya detonación se escuchó en un área aproximada a los 50 kilómetros a la redonda, causando expectación general sobre su origen y consecuencias, de manera principal en las cercanas ciudades de Lerdo, Gómez Palacio y Torreón, y de las próximas comunidades del medio rural, en una situación de inquietud total, que prevaleció hasta en tanto no pudo saberse el motivo de la tragedia ocurrida.

En el sitio de los trabajos se laboraba en dos turnos al día y se procesaban trescientas cajas diarias de dinamita, conteniendo cada caja 180 cartuchos, lo que nos da una idea de la cantidad de productos elaborados desde la hora de inicio de labores, al momento de la desgracia, lo que ayuda a comprender las dimensiones de la catástrofe. Años antes habían sucedido otras explosiones en la misma factoría; la primera fue el 22 de marzo de 1924 donde perdieron la vida 3 operarios. La segunda el 22 de abril de 1926, cuando estalló otra máquina encartuchadora, falleciendo cinco trabajadores mexicanos y un norteamericano. Estos acontecimientos causaron consternación entre los habitantes de La Laguna y quedaron registrados en las crónicas locales, entre los sucesos de mayor dramatismo ocurridos en nuestro municipio, hasta esas fechas.

Dos semanas después y cuando aún no se recuperaban los pobladores de la explosión de Dinamita, un devastador incendio iniciado a las 23 horas del día 13 de agosto de 1947, destruyó completamente el Mercado Baca Ortiz de Gómez Palacio, la terrible conflagración terminó con doscientos cuarenta locales, de un total de 280 que albergaba el inmueble, causando daños calculados en un millón de pesos, al valor de esos tiempos, además de la pérdida inmediata del patrimonio de cientos de locatarios, que tenían como único ingreso la venta diaria de los productos que expendían, lo que les provocó caer en la ruina total.

La situación después del incendio fue caótica, no pocos locatarios acusaban que había sido provocado y hasta culpaban a la policía municipal de haberlo causado. Pero la investigación realizada arrojó que el incendio se produjo en el área de las fondas, citando que era común que en esos sitios de sucedieran continuos escándalos, ya que algunas mujeres se embriagaban con los comensales, haciendo suponer que un descuido originó el fuego. En su desesperación, los comerciantes se empezaron a instalar con tabaretes, barracas y tenderetes en las calles aledañas, ocasionando todo tipo de conflictos de vialidad e higiene, ya que muchos tablajeros expendían sus mercancías al aire libre con el riesgo latente de contaminación de los alimentos. Una parte de los vendedores optaron por instalarse en el pequeño mercado de "El Parralito" laborando en similares condiciones antihigiénicas.

A raíz de la entrevista que tuvieron los comerciantes con el gobernador del Estado José Ramón Valdés, este les prometió que se construiría un nuevo mercado moderno y más funcional, que acabara en forma definitiva con el grave problema que estaban sufriendo y el perjuicio que estaban sufriendo. El mandatario se hizo cargo de la construcción integral del mercado, la cual duró aproximadamente tres años. En gira que realizó por Gómez Palacio el Presidente de la República Lic. Miguel Alemán Valdés visitó el mercado con el fin de verificar los avances de la construcción.

Finalmente, el jueves 7 de septiembre de 1950 fue inaugurado el nuevo mercado, el que a partir de ese

Día se llamaría "José Ramón Valdés", en agradecimiento al cumplimiento de la palabra empeñada por el gobernador, dejando atrás largos años de historia del viejo mercado "Baca Ortiz", el cual había sido inaugurado en 1902, por el Jefe del Partido de Mapimí y el Jefe de Cuartel de la ciudad don Juan García. De los más de 100 años de historia de los mercados de Gómez Palacio, lo único que se conserva es el antiguo reloj, como mudo testigo de los tiempos. Afortunadamente, y en beneficio de nuestro terruño ahora contamos con un excelente Mercado de Abastos moderno, espacioso y excelentemente ubicado que brinda comodidad, seguridad y eficiencia y con la capacidad de hacerle frente a una poderosa competencia de los centros comerciales, que en grandes cadenas nacionales se han instalado en toda la región, para beneficiarse de nuestros ingresos económicos.

Como un comentario adicional me permito señalar que, en los dos acontecimientos al principio citados, el entorno familiar de este modesto cronista, entonces de unos pocos años, se vio cimbrado, primeramente, en el incendio (del que fui testigo de vista al residir a escasos 100 metros del mercado), con la pérdida del taller del tío político Genaro Mercado, que era un excelente artesano creador de artísticos trabajos de talabartería, y quince días más tarde con el fallecimiento de José. L. Serrano en la explosión de Dinamita, con el que existía el mismo grado de parentesco. "Serranito", como se le llamaba cariñosamente era una persona de una gran inteligencia y bondad, pertenecía a la organización de los Rosacruces y obtuvo un alto grado en la escala de calificación de esa institución filosofal, desafortunadamente el que escribe no pudo informarse más a fondo, ya que los familiares no me permitieron tener acceso a esos libros y sólo ocasionalmente me enteraba de algunos aspectos, cuando el tío dejaba alguna información en su escritorio. Quede esta breve reseña a la consideración de los gomezpalatinos, sobre los trágicos sucesos de mediados del siglo anterior, que afectaron en alto grado a nuestra sociedad.

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