Los participantes de motos fueron los primeros en iniciar.
Para algunas personas fue su primer experiencia, mientras que para otros, su enésima participación en el Coahuila 1000, aunque con un sabor diferente.
Y es que vivieron en carne propia, el auténtico desafío de retar al desierto coahuilense con sus unidades off road, en un recorrido que recordarán para siempre.
El inicio fue complicado para los de la modalidad Ruta, ya que salir de las montañas que rodean Saltillo fue toda una odisea, con un camino sinuoso y algo lento, aunque los participantes fueron pacientes.
Se realizaron varias reuniones en plena carretera entre pilotos, copilotos y acompañantes, para organizarse en cuanto a velocidad y caminos a recorrer, al hacer uso de la tecnología y tener el trayecto en sus respectivos GPS.
Los convivios se verificaron durante la carga de gasolina y en Castaños, Coahuila, en donde prevaleció un buen ambiente de compañerismo, el cual se palpó durante el recorrido, sobre todo con las ponchaduras de llantas y las averías mecánicas.
En Rally, Álvaro Miller implantaba una marca de velocidad en la justa, al desplazarse en su motocicleta, a una velocidad de 174 kilómetros por hora.
La seguridad vial para los participantes fue impecable, con un buen número de voluntarios en los diferentes poblados y ejidos donde pasaron los contingentes. La gente salía a las calles y tomaba vídeos y fotografías durante el paso de los vistosos vehículos.
La elevada temperatura puso a prueba el carácter de pilotos, quienes al concluir la primera etapa en Cuatro Ciénegas, tuvieron una grandiosa recepción con una suculenta discada y frijoles charros norteños, mientras un grupo musical amenizaba la velada, para luego dar paso a una atractiva rifa de artículos deportivos por parte del comité organizador, mientras continuaban llegando algunos vehículos rezagados.
