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Ensayo sobre la cultura

EL ORGULLO

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE

El orgullo es la importancia de pertenecer a algo. A veces, lo podemos confundir con la soberbia, que sería valorarse de más y menospreciar a los que se encuentran a tu alrededor. El orgullo te puede relacionar con los otros, sentirte parte del grupo social al cual perteneces y ganar cuando ellos ganan o perder cuando el grupo lo hace.

También, podemos sentir orgullo por los logros que cada quien va obteniendo en el camino. Cuando ganas un premio en alguna competencia, te hace sentir orgulloso; cuando tu país gana, provoca en ti orgullo, lo mismo sucede cuando el equipo deportivo con el que te has comprometido como aficionado, logra obtener el campeonato. En este caso, la afición no juega, pero como le gusta opinar del desempeño de todos los jugadores.

El orgullo se sustenta en algo, lograr un cometido. La soberbia no tiene ningún sustento, es una ficción que nos inventamos para engañar a otro. Nos sentimos soberbios porque escribimos cosas para que la gente lea, pero no ganamos ningún premio importante. El orgullo viene cuando obtenemos el premio, nos ha costado esfuerzo, estudio y trabajo lograr una calidad que pocos logran. La ciudad debería de sentirse orgullosa cuando uno de sus miembros logra una presea a nivel estatal, nacional o mundial. Muchas veces se han reconocido a nivel de la presidencia personajes cuya obra no ha trascendido y se ha dejado afuera a otros que si han logrado trascender.

Conectemos nuestro tema de hoy con el de la semana pasada. Una de las cosas importantes en el sistema educativo es cultivar el orgullo social en sus educandos. Esto comienza desde la familia; casi todos sienten un cierto orgullo de pertenecer a una familia, sobre todo si está acostumbrada a cultivar ciertos valores ancestrales. No importa si la familia tiene o no riqueza, lo que importa es darle su valor a cada uno de sus miembros según las circunstancias y el tiempo que le tocó vivir. Las recetas de la abuela son importantes. La comida es un valor cultural y cuando existe un guiso que a todo mundo gusta y que nadie puede igualar, la familia se siente orgullosa de que el secreto de la pizca de sal pertenezca a ella. Como esto, muchas cosas. Las acciones de cada uno de los miembros va llenando de valores el apellido familiar.

La escuela, como extensión del hogar, también es un medio para cultivar el orgullo en los educandos si se les enseña los valores sociales de trabajar en grupo. Uno cae en la soberbia cuando su acción es individual. Se siente más que todos porque no sabe valorar al grupo. El orgullo nos hace valorar a todos para saber en qué forma encaja en el trabajo general; nos hace depender los unos de los otros con el fin de lograr un objetivo general.

En el libro de Makarenko que recomendé la semana pasada, a los muchachos los reunía en grupos de diez personas y les asignaba un trabajo. Cada uno tenía su bandera y con el tiempo se iban sintiendo orgullosos de los objetivos logrados. El que no encajaba en el trabajo de grupo tenía que irse. Para que no se les subieran los humos, los jefes de un grupo, en otros era un elemento más. De una forma parecida funcionan los scouts, pertenecías a una seisena que tenía su nombre y te sentías en una competencia sana con los demás.

Las competencias tienen su función. Si es importante ganar. Si no lo haces, trabajar cotidianamente para lograrlo, por sentir el orgullo; no, la soberbia. Pensar que todo es posible cuando te lo propones.

La escuela debería de trabajar por el mismo camino. Aplicar lo que se hace en los deportes, a las demás áreas. Trabajo de grupo con objetivos bien definidos. En otras partes del mundo, hay competencias de matemáticas o de las ciencias aplicadas, o conocimientos de ortografía. De historia, de cultura general. En México, país del tercer mundo en camino al cuarto o al quinto mundo, cosas tan sencillas no las sabemos aplicar. A nivel municipal, podrían existir muchas competencias escolares que provoquen la curiosidad en diversas materias; alguna habrá que desconozco. La difusión es importante.

Dentro del orgullo se vuelve importante el uniforme. Muy conocida es la frase deportiva de tenerle amor a la camiseta. En la escuela, en la familia, en la ciudad, en el país, hay que irle teniendo amor en la camiseta, sin dejarnos explotar por ese amor. Los que son guías o maestros, deben entregarse al grupo, no aprovecharse de él. En la empresa pasa lo mismo; amar la empresa que te da de comer, cuando no te sientes traicionado por las promesas de promoción que tuviste cuando te contrataron. Hay patrones que, como Stalin, y algunos sindicatos, esclavizan a los empleados en aras de su beneficio personal.

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