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'Uno nunca piensa en llegar a ser obispo'

El obispo emérito de Torreón, José Guadalupe Galván Galindo celebrará el próximo 10 de agosto su 25 aniversario episcopal

Monseñor José Guadalupe Galván Galindo es un obispo emérito en Torreón, por lo que ahora disfruta de caminar y platicar con su gran familia que tiene en La Laguna. (FERNANDO COMPEÁN)

Monseñor José Guadalupe Galván Galindo es un obispo emérito en Torreón, por lo que ahora disfruta de caminar y platicar con su gran familia que tiene en La Laguna. (FERNANDO COMPEÁN)

VIRGINIA HERNÁNDEZ

A pocos días de celebrar su 25 aniversario episcopal, la vida de monseñor José Guadalupe Galván Galindo transcurre con mayor tranquilidad y ahora disfruta de las cosas sencillas del día, como el poder caminar por la calle, platicar con los vecinos, aceptar invitaciones para desayunar y comer con amigos, pero también participar en actos especiales de la iglesia como la reciente visita de la imagen de la Virgen de Fátima en la ciudad.

El obispo emérito de Torreón espera compartir con las familias laguneras el festivo programa de actividades que está preparando el obispo de Torreón, monseñor Luis Martín Barraza Beltrán, por este aniversario el próximo 10 de agosto.

Compartió al estar sentado en su sala que su vocación de servir a Dios la tuvo desde pequeño, cuando fue monaguillo en la parroquia San Juan Bautista en Cadereyta Jiménez, Nuevo León, sin embargo, reconoció que "uno nunca piensa en llegar a ser algún día obispo cuando se decide ser sacerdote".

Recordó que también sus dos hermanos fueron monaguillos, pero sólo él tuvo este llamado de Dios, por lo que en junio de 1965 se ordenó sacerdote. Después de 29 años de ministerio sacerdotal fue designado quinto obispo en Ciudad Valles en San Luis Potosí el 10 de agosto de 1994.

Realizó trabajo con las comunidades en zonas indígenas como parte de su plan pastoral diocesano en la Huasteca Potosina y logró concretar proyectos como la Casa Sacerdotal para sacerdotes enfermos.

Para el 12 de octubre del año 2000 el Papa Juan Pablo II lo cambió a la Diócesis de Torreón, por lo que llegó a la ciudad el 14 de diciembre del mismo año. El 21 de agosto de 2016 cumplió 75 años de vida, por lo que presentó su renuncia como obispo a la Diócesis al Papa Francisco y se convirtió desde entonces el obispo emérito de esta ciudad.

NUNCA LO PENSÓ

Platicó que cuando se decide servir a Dios y se forma como sacerdote, nunca se está pensando en ser algún día obispo, que no es una aspiración primordial.

Explicó que este nombramiento lo hace el Papa y es quien hace las investigaciones necesarias, se busca el perfil de la persona adecuada a las necesidades pastorales de la diócesis a dónde irá.

Confesó que "cuando menos lo espera uno el Nuncio Apostólico le llama para decirte que el Papa te ha nombrado obispo para tal parte del país".

Recordó que su primera experiencia fue en Ciudad Valles, San Luis Potosí, cuando lo designaron como obispo y después Torreón.

Comentó que cuando se hace la notificación de cambios de cargos o residencia "hay cierto miedo por no saber si se podrá cumplir con la nueva tarea", aunque dijo que ya siendo obispo se tiene algo de experiencia para enfrentar las asignaciones.

Relató que él sintió estos temores, pero pensó para sí mismo "Dios me está pidiendo ese servicio y si no lo buscaste es él quien te da los medios para poder realizarlo".

Expresó que siendo sacerdote y obispo desde luego nunca se siente capaz para realizar nuevas tareas asignadas, sin pensar que la persona está llena de virtudes para hacerlo.

Confesó que es en esta línea en la que se trabaja, en donde se pide dar un servicio y la persona no se pude rehusar en aceptarlo, por lo que enfatizó "yo no me puedo rehusar y aquí estoy".

FUNCIONES DE UNIÓN

Monseñor Galván Galindo dijo que ser obispo no sólo es el signo de la presencia de Cristo como sacerdote, como pastor, sino realizar también las funciones de coordinación, de unión y congregar a la comunidad.

Sin embargo, destacó que una diócesis está formada por sacerdotes, religiosas y laicos, así como la formación de comunidades de distintos grupos de apostolados, evangelizadores y catequistas.

También citó que la misión del obispo consiste en saber reconocer la riqueza en la diócesis y ser incluyente, dándole el lugar a todas las personas, sean niños, jóvenes y adultos mayores.

"En la iglesia todos tenemos un lugar y es lo bonito reconocer que en la diócesis de Torreón que tiene 60 años se encuentra unida y es entusiasta, por lo que estas acciones han dado muchos frutos.

Se refirió que dichas actividades van desde temas de educación, asistencia a los enfermos, cercanía con los pobres y las comunidades lejanas, entre otros. Mencionó que todo ello se ha dado gracias a los proyectos pastorales de la propia diócesis para dar una respuesta a la problemática del momento.

LA FAMILIA SON USTEDES

El obispo emérito comentó que a sus 78 años de vida algunas personas le preguntan sobre su familia, a lo que contestó que "mi familia son ustedes y los amigos que va conociendo uno los trae en el corazón, en la mente, por lo que decidí quedarme a vivir en Torreón en donde mi familia es muy grande".

Citó que durante su trabajo episcopal tuvo la oportunidad de hacer trabajo cercano con las comunidades en donde ha estado, tanto en la Huasteca Potosina como en La Laguna, lo cual le permitió no sólo servir, sino el conocer las problemáticas reales de dichas poblaciones y recibir muchas atenciones, ya que aseguró que es gente buena.

Relató que durante los años que estuvo al frente de la diócesis de Torreón visitó las comunidades que la integran de 5 municipios, dado que en cada una de ellas se tenía que acudir debido a que por año se celebra tanto el aniversario del pueblo como del santo patrono, por lo que recordó que era recibido a la entrada del poblado por una comitiva y lo trasladaban usando desde una camioneta hasta una carreta con mulas. También citó que se compartía con los pobladores las reliquias tradicionales de La Laguna.

UN SELLO MUY LAGUNERO

Hizo mención monseñor Galván Galindo que desconocía el significado de las reliquias como se le conocen en la región, ya que este concepto no es propio de su tierra natal ni en la Huasteca Potosina de compartir los alimentos con la gente.

Por ello, citó una anécdota que sigue recordando con gran humor cuando recién llegó a La Laguna. Dijo que cuando ofició una misa y comenzó hablar durante la homilía sobre las reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús, de pronto otras personas le aconsejaron que no dijera la palabra reliquia, ya que los feligreses se confundirían y se quedarían en el lugar esperando la comida.

Confesó que no entendió la recomendación y siguió hablando de las reliquias de la santa, por lo que la gente se quedó al término del sermón esperando un plato de asado con las 7 sopas. Después de esto entendió el error.

Sin embargo, al hacerse lagunero se olvidó que hay otro significado para las reliquias, por lo que en muchas ocasiones, dijo, al platicar con otros obispos o personas de otros lugares del país, refiere que en la región hay reliquias de San Judas, de la Virgen de Guadalupe, del Socorro o del Sagrado Corazón de Jesús, lo cual causa gran asombro a los que lo escuchan.

"Las reliquias es algo muy característico de La Laguna".

Luego de platicar estas anécdotas, destacó que lo que más le gusta de La Laguna es el sentido de unidad, la hospitalidad y la facilidad de compartir lo que se tiene, ya que es una zona formada por muchas familias que han venido de otros estados y de otros países.

Monseñor Galván Galindo dijo que ahora como obispo emérito y a que tiene otro tipo de responsabilidades con la comunidad y con la diócesis, por lo que disfruta el caminar algunas cuadras para ir a la iglesia o bien a un centro comercial sin tener que usar el auto.

También señaló que le ha pasado que cuando camina algunos amigos lo ven por la calle y le ofrecen llevarlo para evitar que camine bajo el radiante sol, a lo cual agradece, pero les dice que le hace bien caminar un poco.

Agradeció que a sus 78 años de vida goza de una buena salud, sin tener una enfermedad grave que le impida moverse o realizar sus actividades preferidas, por lo que aprovecha el momento y se da el tiempo para reunirse con amigos que ha hecho en La Laguna, pero ahora en una forma más relajada.

Destacó que la misión de un obispo es la entrega y el servicio a Dios y a la comunidad, sin que existan otros intereses de por medio, por lo que la gente se acerca y confía al compartir sus problemas.

En octubre del año 2000, el Papa Juan Pablo II lo designó obispo de Torreón y llegó a la ciudad el 14 de diciembre del mismo año. (CORTESÍA)
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Monseñor Galván Galindo visitó en el Vaticano al Papa Francisco. (CORTESÍA)
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Escrito en: Monseñor José Guadalupe Galván Galindo obispo Torreón

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