Los dichos y hechos de don Abundio ya son leyenda en el Potrero.
Él afirma que todo eso lo inventa la gente, que es muy habladora. Pero doña Rosa, su mujer, dice que la gente se queda corta al hablar de su marido. Añade:
-Y él es más hablador que la gente.
Una de las cosas que se cuenta del viejo campesino trata de del día en que su compadre Chon fue a pedirle que le prestara el burro.
-Me va a perdonar, compadre -repuso don Abundio-, pero de momento no lo tengo aquí. Mi muchacho se lo llevó a Casillas.
En ese momento -¡tenía que ser burro!- el jumento lanzó un rebuzno wagneriano en el corral.
El pedigüeño se enojó:
- ¿No dice usted que el burro no está aquí? ¡Lo acabo de oír rebuznando en el corral!
-Compadre -respondió muy serio don Abundio-. ¿A quién le va a creer más: al burro o a mí?
En la cocina recordamos esa anécdota del viejo. Y dice él:
-¡Ah, gente!
¡Hasta mañana!...
