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Moda: contaminante y altamente desechable

Los desechos textiles que van hacia los cuerpos hídricos son ricos en contaminantes de naturaleza variada

Más de 60 millones de toneladas de fibras sintéticas salen cada año de las fábricas del mundo. (ARCHIVO)

Más de 60 millones de toneladas de fibras sintéticas salen cada año de las fábricas del mundo. (ARCHIVO)

AGENCIAS

Tiene diseños trazados en un dorado espectacular. Es una camisa muy parecida a las que forman parte de la última colección de Versace, pero en realidad costó 10 dólares en una tienda en línea. El concepto fast fashion (moda rápida), que se refiere al consumo masivo de prendas a bajo costo y que copia las tendencias impuestas por las principales firmas de moda del mundo, ha ayudado a impulsar a la industria textil como una de las más perjudiciales para el medio ambiente.

De acuerdo con la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo. El Banco Mundial estima que el 20 % de toda la contaminación del agua se origina mediante los procesos de tratamiento y teñido de textiles, así como el enjuague de telas naturales. Además, más de mil 900 productos químicos se utilizan en la producción de ropa y alrededor de 10% de estos compuestos son peligrosos para la salud o el medio ambiente.

Asia es uno de los principales productores de este tipo de prendas que inundan los mercados globales. En la actualidad, la tendencia en el consumo de ropa es adquirir 50% más prendas que hace dos décadas, pero se conservan la mitad del tiempo que antes.

Sin embargo, esta industria se mantiene como un importante foco económico en todo el mundo, pues mueve casi dos billones de dólares a nivel global. Además, la moda forma parte de una expresión cultural a la que no se puede renunciar, pero cuyas prácticas son mejorables en muchos sentidos.

UN MUNDO COLORIDO

Los desechos textiles que van hacia los cuerpos hídricos son ricos en contaminantes de naturaleza variada: solventes, colorantes sintéticos, soluciones para fijación de tintes, así como metales pesados forman parte del menú. De estos materiales, sólo se retiene en el tejido menos de 30%, lo demás se convierte en residuos. Los colorantes textiles se diseñan para ser muy resistentes a la degradación química y biológica, pero esta es un arma de dos filos: el hermoso colorido de una camisa deja un río de color que suele relacionarse con daños a la salud, como aguas salpicadas de contaminantes con posibles repercusiones que van desde la dermatitis hasta efectos carcinogénicos en el peor de los escenarios.

En nuestro país diversos grupos trabajan en nuevas propuestas para el tratamiento de aguas residuales contaminadas por este tipo de actividad industrial. Expertos del Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico en Electroquímica (Cideteq) y la Universidad de Guadalajara tienen proyectos de investigación enfocados en la utilización de materiales orgánicos, como residuos agroindustriales, del tipo de bagazos de caña y cáscaras de cítricos. Las cáscaras de naranja contienen celulosas y ligninas, de las cuales se pueden extraer hidroxilos o carboxilos útiles para la elaboración de materiales absorbentes de bajo costo.

Otras opciones están siendo exploradas bajo las herramientas de la biotecnología. En el Laboratorio de Investigación en Programas Institucionales del Instituto de Biotecnología (IBt-UNAM), estudian ecosistemas impactados por colorantes de la industria textil, con el objetivo de seleccionar microorganismos y comunidades microbianas útiles para degradar colorantes sintéticos y otros compuestos presentes en agua contaminada.

Pero la biotecnología no sólo busca nuevas alternativas para librarse de los contaminantes, también está siendo utilizada como una herramienta para limitar los recursos naturales derrochados en esta industria y depender menos de productos relacionados con el petróleo. Un ejemplo de esto es la diseñadora nacida en Zimbabwe, Natsai Audrey Chieza, fundadora de Faber Futures, un estudio de investigación y desarrollo que crea materiales de inspiración biológica.

La diseñadora utiliza la bacteria Streptomyces coelicolor para crear nuevas formas de teñir textiles. Como miembro del género streptomyces, este microorganismo produce sustancias que cumplen funciones antibacterianas y antitumoral, lo cual le confiere gran utilidad dentro del campo de la medicina, pero también está siendo explorada por los rangos de coloraciones que desprende (que van desde el azul y violeta hasta el rosa) y que pueden cambiar en varios aspectos el futuro de esta industria.

Se calcula que 93 mil millones de metros cúbicos de agua emplea la industria de la moda para vestir a 5 millones de personas. Esta bacteria puede sobrevivir sin problema en 200 mililitros de agua y controlando sus condiciones de crecimiento se podría trabajar para el teñido en escala industrial sin el gasto de agua y productos químicos que generalmente se utilizan para teñir telas.

Existe una larga lista de startups que están experimentando con éxito la biotecnología buscando materiales que además sean más resistentes. Un ejemplo de esto es MycoWorks, una empresa con sede en San Francisco que produce prendas sostenibles a partir de hongos. Fundada hace apenas un lustro, esta empresa ya genera materiales resistentes a la intemperie utilizando los hongos Ganoderma lucidum y Pleurotus ostreatus.

REÚSO Y RECICLAJE

Cada segundo se entierra o quema una cantidad de textiles equivalente a un camión de basura. Según datos de la Unidad de Producción y Consumo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la producción mundial de ropa y calzado también genera entre 8 y 10 % de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo. Con la dependencia al petróleo, se esperaría que las emisiones de gases de efecto invernadero de esta industria aumenten en casi 50 % para 2030.

Pero antes que las herramientas de la biotecnología y otras sofisticadas herramientas de diseño de producto puedan marcar la diferencia en el consumo masivo, el reúso y reciclaje de prendas y fibras ya pueden ayudar a disminuir el impacto ambiental hasta en un 400 %.

La producción de una camiseta de algodón requiere de 2 mil 700 litros de agua, cantidad promedio que una persona ingiere en alrededor de año y medio. La huella hídrica de este tipo de productos puede disminuir considerablemente simplemente siguiendo los preceptos de la economía circular, un modelo que tiene como objetivo mantener los productos, componentes y materiales en un estado útil durante el mayor tiempo posible. Es así que es necesario un enfoque integral para mantener el ciclo de vida de los productos en una nueva cultura de consumo y disposición final que no pierde de vista las 3R (Reduce, Reúsa, Recicla).

Información del CEMDA (Centro de Derecho Ambiental) señala que el primer paso es contar con un adecuado diagnóstico legal que identifique tanto actores estratégicos e intereses, así como las barreras y oportunidades para sentar las bases legales adecuadas que promuevan una economía circular en el sector de la moda y confección en México. A partir de eso, se podrán realizar propuestas de diseño e implementación de políticas públicas y/o reformas al marco legal (leyes, políticas, instituciones y normas).

Este tipo de estrategias a nivel mundial han demostrado que pueden fructificar poderosamente, incluso con un reconocimiento extra, pues en la actualidad las marcas que son amigables con el ambiente pueden obtener también un plus de marketing.

Pero no sólo eso, existen empresas encargadas sólo de reciclar textiles que se han vuelto emporios a nivel mundial. Un ejemplo de esto es la empresa alemana I:CO, que procesa alrededor de 700 toneladas de artículos textiles diariamente en más de 90 países. Además trabaja con diversos socios que desarrollan nuevas tecnologías para utilizar al máximo los materiales desechados.

La mayoría de las prendas aún se reciclan mecánicamente (se cortan) en lugar de reciclarlas en fibra virgen. Esto se debe a la insuficiencia de la tecnología, lo que da como resultado que el material reciclado desperdicie el 75% de su calidad y valor.

Más de 60 millones de toneladas de fibras sintéticas salen cada año de las fábricas del mundo y el líder indiscutible es el poliéster; 70 millones de barriles de petróleo se utilizan cada año para producir este material. A esto hay que sumarle que cada vez que se lava una prenda sintética, como poliéster o nylon, alrededor de mil 900 microfibras se liberan en el agua y se introducen en nuestros océanos y cadena alimenticia.

En la actualidad, las mezclas de fibras son más difíciles de reciclar. Instituciones como el Instituto de Investigación de Textiles y Confecciones de Hong Kong (HKRITA) han desarrollado un nuevo método para reciclar. Utilizando un proceso hidrotermal con menos del 5% de sustancias químicas verdes biodegradables ahora pueden separar algodón y poliéster sin pérdida de calidad.

En un intento por detener las prácticas ambiental y socialmente destructivas de la industria de la moda, y aprovecharla como motor para mejorar los ecosistemas del mundo, 10 diferentes organizaciones de las Naciones Unidas establecieron la Alianza para la Moda Sostenible, lanzada durante la Asamblea Ambiental de la ONU 2019, que se realizó en Nairobi hace unos meses.

El objetivo de esta alianza es crear una plataforma para varias agencias de la ONU que aborden esta problemática desde varias trincheras, como el caso de la FAO y su proyecto Moda Azul, que utiliza materiales marinos sostenibles. Un ejemplo es el trabajo de las comunidades pesqueras del lago Turkana en Kenya, que utilizan la piel de la perca del Nilo (un subproducto que antes se desperdiciaba) como un tipo de cuero para hacer bolsas, chamarras y zapatos.

Por otra parte, el Centro de Comercio Internacional ha establecido una iniciativa de moda ética para subrayar la labor de los artesanos del mundo en desarrollo; mientras que ONU Medio Ambiente está presionando a los gobiernos para que fomenten prácticas de fabricación sostenibles. El objetivo general es identificar soluciones para buscar activar las políticas necesarias que respalden y en donde empresas, científicos y consumidores formen equipo para darle un tinte menos turbio a nuestras prendas.

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Existe una larga lista de startups que están experimentando con éxito la biotecnología. (ARCHIVO)
Existe una larga lista de startups que están experimentando con éxito la biotecnología. (ARCHIVO)

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