Columnas Finanzas

Contexto lagunero

¿De qué nos hemos de preocupar?

JUAN MANUEL GONZÁLEZ CERDA

El objetivo principal de los empresarios es producir ganancias. Si son capaces, son eficientes y proporcionan un servicio a la sociedad generando empleos, pagando impuestos, generando competencia y apoyando el desarrollo, pueden aspirar a la riqueza material.

Los deportistas y artistas buscan alcanzar la fama, el reconocimiento y su fin más codiciado es la popularidad. Los intelectuales, los místicos y cierto tipo se artistas como los pintores y escultores, tienen un afán de trascendencia, de lograr permanencia entre la gente.

En México, quien logra llegar a un alto puesto gubernamental, ya tiene riqueza, fama y trascendencia, por eso llegó. Una vez que llega, tiene el poder político. En muchísimos casos, no necesitó de estudios especiales o alguna carrera universitaria destacada para ejercerlo ni experiencia en el campo en que se desempeña y, además, no comparte el poder con ninguna persona ajena a estas alturas de la política.

También cuenta con el poder económico, maneja grandes fortunas del erario y puede servirse y apropiarse de ellas con mucha facilidad.Para muestra, hay muchísimos botones.Pero ello no significa que todos los altos funcionarios se apropien de fortunas que no son de ellos, también hay gente honesta. Pero también lo pueden hacer, sin la necesidad de cometer actos ilegales. Estas personas manejan miles de millones de pesos, acumulan grandes fortunas y ello es sin duda, una forma de poder.

A diferencia de un empresario, un alto funcionario adquiere el poder económico sin tener que preocuparse por la falta de materias primas, las cuentas por pagar y por cobrar, el pago de impuestos, la competencia, etc. ¿Cuántos años le llevaría a un empresario venido desde abajo, pero eficiente, preparado, capaz y ambicioso, lograr acumular mil millones de pesos? Probablemente en toda una vida de trabajo no lo logre.A un alto funcionario le bastan seis años. Las mismas autoridades nos han dado muchos ejemplos de riqueza semejante o aun mayor, en manos de una sola persona incrustada en las altas esferas de la política.

Por otra parte, el alto funcionario ocupa más espacio en los medios de información que cualquier deportista o artista, los encabezados de los diarios, han sido acaparados por políticos y burócratas.

Y con un poco de suerte, el alto funcionario trasciende más que un científico, artista o místico. Le ponen su nombre a una calle o a una colonia, le editan sus libros a todo lujo y con tirajes de miles de ejemplares y hasta les han levantado estatuas en vida. El alto funcionario monopoliza el poder político, maneja y adquiere grandes fortunas, acapara los medios de comunicación y devela placas.

En la meritocracia -sistema basado en el mérito-, las posiciones jerarquizadas son conquistadas en base al merecimiento, la virtud, el talento, la educación, competencia o aptitud específica para un determinado puesto de trabajo. Este sistema integra el concepto de talento con el esfuerzo, la prevalencia proporcionada entre la capacidad intelectual de la persona con el conjunto de actividades relacionadas con el puesto de trabajo.

Pero cuando las nuevas generaciones ven a los altos funcionarios, se confunden y piensan que el camino más prometedor para lograr la riqueza, la fama y la inmortalidad no consiste en producir bienes para satisfacer las necesidades de la sociedad o esforzarse por destacar como profesionista, científico o artista, sino engrosando las filas de la política y la burocracia.

Además, cada día nos alejamos mas del equilibrio de poderes.

En una sociedad sana, el poder económico está en manos de los empresarios, comerciantes y público en general, y entre más sean, mejor.

El poder político crece y continúa creciendo, absorbiendo y monopolizando a los demás, generando corrupción, menos producción de riqueza y mediocridad cultural.

Una sociedad en la que la profesión más redituable es la artística, es una sociedad de artistas; aquella donde la profesión más redituable es la de empresario, es una comunidad desarrollada y rica; y aquella donde la profesión más redituable es la política, esa, es la nuestra.

Hay muchas personas que pretenden vivir del presupuesto, como ellos mismos dicen: “dejar de vivir en el error”, porque no quieren esforzarse por ser exitosos y consideran la meritocracia como un error. Ganar lo más trabajando lo menos y, en muchos casos, no produciendo nada. El hecho de producir y ser eficientes pasa a segundo plano y el primer plano lo integran los compadrazgos, la sumisión, las relaciones y las presiones como fundamentos para triunfar.

Es un hecho histórico lamentable, el que la gran mayoría de los mexicanos solo haya votado y muestre poco interés por saber cómo se está manejado el país, que camino se lleva y a donde pretenden llevarnos. Una de las ventajas de vivir una crisis como la que vivimos es, precisamente, que la sociedad reaccione en busca de soluciones viables. Si no nos preocupamos por lo que una minoría hace con el dinero del erario, nuestros recursos, nuestro suelo, nuestra libertad, nuestro futuro y el de nuestros hijos y nietos, entonces, ¿De qué nos hemos de preocupar?

Contacto: [email protected]

Leer más de Columnas Finanzas

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas Finanzas

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1600122

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx