Ante la mirada de los germanos, Julio logró anotar el gol que puso a México en la final de aquel Mundial. (ARCHIVO)
Una tarde calurosa en la Comarca Lagunera fue el escenario para uno de los más grandes recuerdos deportivos que se tienen en la memoria de los mexicanos, aquel del que ya han pasado ocho años y sigue pareciendo que fue ayer cuando se gritó en el Estadio Corona de Torreón.
El nombre de Julio Gómez quedará grabado en las hojas de la historia del futbol en México luego de una espectacular definición de chilena, que dejó fuera en semifinales de la justa mundialista Sub-17 a una de las potencias y favoritas para ganar la competencia: Alemania.
Aquel duelo lo comenzó ganando el Tricolor, siendo Julio el encargado de abrir el marcador apenas a los tres minutos de juego, que remató de cabeza un centro al área por parte de Jorge Caballero, para vencer al arquero alemán Odisseas Vlachodimos, quien no pudo hacer más ante la definición.
Pero ese fue el comienzo de la pesadilla, puesto que los alemanes al sentirse heridos comenzaron a cerrarle espacios al conjunto mexicano, en dobles marcaciones y constantes robos de pelota, como el que originó la anotación germana a los 9', anotado por su hombre gol, Samed Yesil.
Con el paso de los minutos, la máquina bávara fue apretando y apretando al cuadro dirigido entonces por Raúl "Potro" Gutiérrez, al punto de darle la vuelta al marcador a los 59' con gol del capitán Emre Can, que comenzaba a lapidar la eliminación mexicana en su propio Mundial.
La afición lagunera se hizo notar en las gradas del Corona con el grito de ¡sí se puede! para apoyar a unos juveniles que se notaban perdidos, derrotados y a los que les quedaban cerca de 20 minutos para poder revertir las cosas para poder hacer historia, y no decepcionaron.
Al 75', Jorge Espericueta realizó un tiro de esquina con gran efecto que cerró a segundo poste del arco alemán y que provocó el empate del duelo, aunque en la acción su compañero Gómez chocó con Yesil, provocando un sangrado abundante en la sien del mexicano y por la que tuvo que ser revisado por el cuerpo médico.
Con la cabeza prácticamente enrollada en vendas, Julio volvió al campo de Torreón para convertirse en el héroe inesperado de aquel duelo, luego que en el minuto 89' del partido fuera él, con la espalda al suelo, quien definiera el boleto a la final.
Gómez logró empalmar una pelota en el área, luego del tiro de esquina cobrado por Espericueta y rematada en primera instancia por Marcelo Gracia, acomodando su cuerpo para facturar de chilena el 3-2 que enloqueció a la gente de la Comarca Lagunera ante el histórico momento.
Desde aquel momento, la "Momia" se convirtió en uno de los estandartes del Tri, y un ejemplo de lucha y amor a la playera para las futuras generaciones que porten los colores mexicanos.
