Pasaban las 4 de la tarde y los rayos de sol se proyectaban sobre el pavimento que parecía arder en llamas, un hombre que ofrecía a la venta agua embotellada se resguardaba en una sombra en la esquina de Colón e Independencia cada vez que el semáforo así se lo indicaba, hasta ese lugar llegó un par que no temió de las condiciones del clima para presentar su espectáculo urbano.
Él se sirvió de una tercia de clavas, ella se alió con su Yembé y se lanzaron al asfalto. El ritmo que se generaba cada vez Sofía Anguiano acariciaba el instrumento le daba pauta a Sergio García Orozco para realizar sus malabares cada vez que los automovilistas tenían que detenerse a esperar a que su semáforo cambiara de color.
Sergio es sonriente y en cada intervención pela los dientes y saluda a quienes por algunos minutos serán parte de su público, en cambio Sofía es algo sería pero comprometida desde hace seis meses con su instrumento y el arte.
Cada tarde ambos salen a la calle a compartir un poco de lo que les apasiona. Aseguran que más por pedir dinero, lo hacen porque para ellos es una necesidad.
García Orozco relató que desde chico tuvo una afición muy grande por las actividades que se llevan a cabo en los circos, lugares que comenzó a frecuentar de la mano de sus padres.
"Mi amor por el arte nació desde chico porque mis papás, desde muy pequeño, circo que venía a Torreón me llevaban. Entonces yo crecí con esa idea de ir a ver a los malabaristas, ver el circo y a mí me gustaba".
Fue el mismo Sergio, quien trasmitió el sentimiento a Sofía, quien rapidamente se enganchó con la pecursión.
"Tengo unos seis meses a penas y quiero aprender mucho más", expresó la chica que carga el Yembé en sus hombros.
SIN APLAUSO NO HAY MOTIVACIÓN
Ambos artistas urbanos coinciden que valoran más cuando la gente les regala un aplauso sincero en vez de una moneda dada de mala gana.
Comparten que en el diarismo de su actividad se topan con muchos tipos de gente, algunos, dicen, ni siquiera los voltean a ver y suben las ventanas de sus autos. En cambio hay otros que hasta los felicitan porque les gusta lo que presencian cuando el semáforo está en rojo.
"Yo a veces digo que más que disfrutar que pasé una persona y le dé a uno 100 ó 50 pesos es mejor que te den 3 pero de buena gana. Que nos digan algo positivo es lo que nos nutre como artista. Porque un artista de la calle es lo que lo motiva a seguir, el aplauso del público es el pan de uno", señaló Sergió bajo la sombra de un árbol.
A Sofía aunque es un poco callada se le nota el compromiso con el arte, dice que desde la primera vez que escuchó el sonido que se desprendía de Yembél decidió que ella también quería provocarlo, fue así que desde hace seis meses practica sin descanso.
A Sergio lo único que le importa es mejorar cada día para dar lo mejor de ambos y así ofrecer un buen espectáculo sobre el asfalto.
Alianza. Los artistas trabajan tres horas todas las tardes y logran recaudar 250 pesos por día.
