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Un breve comentario sobre la mortalidad

FRANCISCO PINEDA

De alguna forma u otra, todos tenemos que enfrentarla. Evadir conversación sobre el tema de la mortalidad implica ser indiferente sobre el papel importante que ésta juega en las actividades de LA vida diaria. Hablar sobre la muerte no es fácil, pero informarse de una manera objetiva y educativa sobre lo que el morir consiste tiene sus ventajas.

Hablar sobre la muerte de manera reflexiva y analítica no es algo común, y por el contrario, en gran parte de la población se considera un tema tabú o muy incómodo para entablarlo en una conversación. Esto es entendible, ya que la mortalidad se asocia con eventos inesperados como accidentes y enfermedades terminales o sucesos de violencia como homicidio y suicidio. En nuestra cultura occidental, tendemos a suprimir o reprimir el tópico en conversaciones normales, ya que es visto como complicado y deprimente. La mortalidad es un tema que es evitado o negado, pero es algo que tenemos que enfrentar durante alguna etapa de nuestro desarrollo. Lo paradójico es que se lee y se escucha sobre la mortalidad por los diferentes medios de comunicación casi a diario, al grado que nuestra susceptibilidad hacia el tema se está reduciendo, en otras palabras, "nos estamos acostumbrando" a ser indiferentes.

El concepto de la mortalidad difiere dependiendo de la persona quien la explica basado en su punto de referencia y experiencia personal y/o profesional, por ejemplo, un médico, un psicólogo o psiquiatra, un poeta, un filósofo, un empleado de funeraria, un médico administrando eutanasia donde es permitido, una persona quien acaba de sufrir la sensible pérdida de un ser querido o una persona quien estuvo en el hospital al borde de la muerte. En muchos casos, la experiencia sobre el morir desencadena negatividad y temor como resultado del impacto traumático de la situación. En otros casos, puede generar motivación a salir adelante e implementar cambios a nivel personal que mejora considerablemente un estilo de vida. Por ejemplo, el caso de un alcohólico, quien después de un accidente serio decide dejar el alcohol en forma permanente. O el caso de un cantante famoso en la década de los setenta, Cat Stevens, quien mientras ahogándose en el mar, ruega desesperadamente por su vida a un Dios y ofrece dedicarse fielmente a él. Después que una ola le empuja hacia la orilla y se salva, Stevens renuncia al mundo artístico y la fama y se dedica por completo a la religión musulmana (Wikipedia).

Wray Herbert, escritor sobre Psicología y Ciencias de la Conducta en diversas revistas y periódicos en los Estados Unidos, afirma en uno de sus artículos sobre la mortalidad (Scientific American, enero 1, 2012) que normalmente cuando pensamos sobre la muerte nos imaginamos una perspectiva abstracta que nos inflige temor, o quizás terror, debido a que combinamos creencias de tipo cultural o conceptos influidos por creencias religiosas, por ejemplo, el miedo de ir a un purgatorio o a un infierno si la muerte llega en cierto momento. Otra forma de concebir la muerte, una mas concreta y práctica, presenta la mortalidad mas objetivamente, por ejemplo, imaginarse morir como resultado de un accidente o una enfermedad. De acuerdo al Sr. Herbert, esta segunda perspectiva nos anima a reexaminar nuestras circunstancias y prioridades en la vida, haciéndonos pensar mas positivamente sobre la realidad que se está viviendo y permitiéndonos una reflexión mas profunda o de crecimiento espiritual. En otras palabras, ideas sobre la muerte pueden estimular creencias, muchas veces idiosincráticas, o pueden facilitar reflexiones constructivas.

La mayoría de los médicos explican la naturaleza y significado de la muerte como el cese permanente de las funciones biológicas que sostienen un organismo, y para mi esta es una explicación concreta y objetiva. Para muchos con perspectivas seculares, la muerte es un punto final. Para ciertas culturas y religiones, existe la idea de que la muerte es el punto de partida hacia un lugar no terrenal y el principio de otra vida. La realidad es que estas perspectivas, excluyendo el punto de vista médico, existen en los pensamientos de cada persona, por lo tanto, el concepto de lo que sucede después de morir es el resultado de un estado de la mente y muy válido para la persona que lo posee.

Reflexionar sobre la muerte implica concentrarse en una gama de posibilidades complejas, y no es fácil hablar de ello, ya que es muy difícil concebirla. La razón es simple, no queremos morir. Sin embargo, hay que reconocer que no somos inmortales, y que estar conscientes de nuestra mortalidad puede ser liberador y nos puede conducir a apreciar lo que se tiene antes de que llegue el momento de morir. Dialogar con una persona de confianza sobre el tema puede generar efectos positivos e iluminantes. Gracias por su interés en este artículo.

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