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JORGE GALVÁN ZERMEÑO

Ante los torneos a participar por la desdeñada selección nacional en sus distintas categorías y la reciente pésima actuación del representativo sub 20 con todo y las destacadas promesas me han traído recuerdos de tiempos idos en los que el llamado a la selección era un motivo de orgullo para el nominado, imagine usted en estos tiempos aquella colección de allá por finales de los años 60 y 70 de tapas de refresco en el que en su parte interna aparecían los rostros de los seleccionados mexicanos y la clásica ficha difícil ¿cuánto se tardaría usted en desistir de completar la colección? La pregunta es por la abundante cantidad de jugadores seleccionados que ha convertido a la selección en una especie de convocatoria abierta para quien quiera participar en ella, no creo ofender a quienes han sido convocados pero los llamados se han devaluado, hay presiones de todos los sectores para la conformación de las listas y esto tiene consecuencias como el de aceptar hoy si y mañana no o tal vez el representar al futbol mexicano, que quede claro no a nuestro país. Si bien puede usted no estar de acuerdo esta es mi impresión, los nominados de siempre, como ha sido históricamente, viven en una zona de confort dando por descontado su llamado y los que alimentan (que no es lo mismo que nutrir) el resto del grupo entran y salen para que de vez en cuando se recuerden que un día fueron seleccionados. La tendencia en si es mundial, se acabaron las lealtades a una camisa, inimaginable hoy en día encontrar a alguien que por ningún motivo cambie su playera de juego, hoy se cambian por el menor motivo, se acabaron esos tiempos como sucede de igual forma el ser transferido al equipo rival, en los años setenta en nuestro medio la transferencia de Enrique Borja de Pumas al América provocó gran revuelo, tuvo que pasar buen tiempo para que esto sucediera de nueva cuenta ya después se haría cosa cotidiana, Aguirre y Peláez en Chivas para iniciar una larga lista, en otras latitudes Figo y Ronaldo del Braza al Madrid y el rumor constante de la llegada de Neymar al Bernabéu. El Tata Martino enfrenta un gran problema y de afuera es muy fácil decir que juegue con quienes estén y con los que quieran estar pero creo que con apoyo bien vale la pena hacerlo.

Y siguiendo en algunos recuerdos en el triunfo del boxeador Andy Ríos en el que obtuvo el cinturón de la división de los pesados me trajo a la memoria a Manuel “Pulgarcito” Ramos, el sonorense enfrentó a boxeadores como el argentino Oscar Bonavena y en Madison Square Garden al gran Joe Frazier a quien en pelea por el campeonato del mundo, con un inicio esperanzador contra todos los momios cimbro a Frazier haciendo albergar esperanzas en el primer round, la realidad vendría en el mismo episodio en el que lo salvó la campana, en el segundo término el sueño ante los embates de su oponente abandonó la contienda, honestamente creo que nadie imaginaría tener un campeón mexicano en la máxima división ¡Hasta la próxima!

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