Última parte
Seguimos con la parte final de esta crónica. Para hacer la reseña de aspectos relevantes que acontecieron durante las décadas de la centuria anterior y quedaron asentados en el importante desarrollo de la comunidad gomezpalatina, dándole una dimensión de trabajo y superación, gracias al empeño que pusieron sus habitantes al emprender un largo camino hacia el progreso, creciendo en paralelo a sus necesidades básicas, tomando como base el comercio y a continuación el crecimiento sostenido de las poblaciones, que obligó necesariamente a realizar obras que dieran viabilidad a la vida cotidiana en congregación, construyendo además las vías de comunicación urbanas que permitieron facilitar el tránsito libre que se requería para la convivencia ordenada y armónica.
Señalamos en nuestra entrega anterior como surgieron los mercados en la ciudad, incipientes, modestos y desorganizados, pero a pesar de eso, se convirtieron en el factor fundamental del desarrollo del municipio cubriendo las necesidades elementales de la población, hasta convertir la relación comercial en un vínculo muy cercano con la comunidad, logrando el entendimiento y la integración con el grupo de personas que desempeñaron esta ocupación tan relevante y necesaria en la vida cotidiana de nuestro pueblo, mismas que con su esfuerzo tenaz, dedicación y sacrificio, superaron las tremendas problemáticas y obstáculos que les impuso la vida, logrando superarlas hasta alcanzar las metas propuestas. Las necesidades crecientes de víveres y mercancías diversas que se requerían originó el florecimiento del comercio como una actividad básica y propició que se instalaran locales formales y bien equipados, donde se expendían: combustibles, telas, calzado, herramientas, semillas, etc. Y en los Parianes: pequeños locales donde operaban las fondas y negocios para la venta de hierbas, frutas, verduras y carne, jarcierías y artículos de barro, entre muchos otros productos.
Desde luego, el gran auge regional se debió al paso del ferrocarril por estas tierras, que a su vez generó daños por ser el medio de desplazamiento de fuerzas militares, debido al estado de guerra nacional que involucró seriamente a nuestro terruño durante más de una década, sujetándolo a los vaivenes de la confrontación armada, por sus dramáticas consecuencias en la ausencia de seguridad, incertidumbre, carencia de empleos e inversión, la terrible pérdida de vidas durante la lucha armada, que esencialmente perjudicaba a las familias y a la sociedad en general, provocada la destrucción generalizada de los bienes de producción, paralizando en forma parcial el formidable avance natural que impulsaba a la Comarca Lagunera, y en consecuencia a nuestra ciudad, que despuntaba a nivel nacional con empresas líderes como : La Compañía Jabonera “La Esperanza, la Fábrica de Textiles “LaAmistad” y el Molino de Trigo “El Brillante”, de gran producción y proyección las tres factorías, y desde luego la enorme cosecha algodonera en nuestro municipio, que en 1908 fue la más considerable a nivel mundial, y fue factor determinante en la economía regional.
Afortunadamente las condiciones favorables y el entusiasmo que superó esa etapa crítica, el buen ambiente para la producción de bienes y servicios, las actividades agropecuarias e industriales, le habían ganado merecida fama entre una población cosmopolita de extranjeros, que advertían prometedoras señales de progreso y superación en la Comarca Lagunera, por lo que desde luego se incorporaron a los nacionales en su búsqueda de mejores medios de subsistencia, y unidos solidariamente, mediante el esfuerzo, el sacrificio, la capacidad y la eficiencia, gradualmente cooperaron con los nuestros en una etapa álgida de transformación permanente y definitiva, que ahora todos conocemos y disfrutamos. Fundidos los laguneros en el crisol de culturas, costumbres, conocimientos y determinaciones, el terreno estaba listo para los grandes esfuerzos y realizaciones, para superar al medio y acceder al beneficio, de acuerdo a las modernas formas de avance y al arribo de tecnologías superiores. Una de las metas obligadas y necesarias era la de procurar caminos adecuados para la comunicación de los habitantes, principalmente entre las tres ciudades hermanas Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, acciones que comúnmente se promovían con la labor conjunta de la sociedad regional, ya que en el caso que citamos el desplazamiento se hacía por senderos tortuosos a través de veredas y labores agrícolas, arenales y mezquitales, terrenos pedregosos y lodazales en tiempos de lluvias. La parte de Lerdo era más transitable, por formar parte del viejo camino real utilizado durante siglos por los pobladores, el trayecto de Gómez Palacio a Torreón hasta poco antes de 1900, se hacía por las orillas de la colonia Santa Rosa, en paralelo a las vías del ferrocarril Central Mexicano, por ser el acceso más rápido y directo. En consideración a esas necesidades, el mes de diciembre de 1898 dio inicio el servicio de tranvías de mulitas de Lerdo a Torreón. Tenían su terminal en nuestra población en la actual avenida Madero frente al Hotel Unión, hoy Monárrez, saliendo rumbo a Lerdo por la calle Independencia, tomando el Camino Real, hoy Bulevar Alemán por la acera derecha del mismo llegaban a la terminal del Parque Victoria de Lerdo, donde cambiaban mulitas para regresar con rumbo a Torreón, por la misma ruta, solamente que en Gómez Palacio, tomaban nuevamente la avenida Madero, rumbo al sur, hasta cruzar la vía del ferrocarril, aproximadamente a la altura de la actual calle Durango, siguiendo rumbo al lecho seco del río Nazas, el cual cruzaban colocando tablones sobre la arena hasta llegar a Torreón, Desde luego el servicio se interrumpía cuando había aguas en el Nazas, Tan importante y vital era el servicio prestado por el tranvía de mulitas, que hasta principios del siglo anterior habían transportado un millón 222 mil pasajeros y 18 mil toneladas de carga entre las tres poblaciones mencionadas. Esto motivó a los dueños a solicitar la concesión de un tranvía operado por sistema eléctrico, que tuvo su Centro de Operaciones en Gómez Palacio, ocupando dos manzanas, una frente a la otra, por la avenida Independencia, entre bravo y Aldama tendiendo una vía de 10, 817 metros de longitud y un puente sobre el río Nazas con una extensión de 225 metros, apoyado en sólidos pilares de piedra que aún subsisten, inaugurándose toda la línea el 3 de julio de 1901, durando en funciones hasta el 3 de marzo de 1953.
Al generalizarse el uso de vehículos de tracción motriz, se incrementó la necesidad de nuevos caminos que permitieran la mayor velocidad de desplazamiento y la capacidad de carga de esas nuevas unidades, mismas que hasta entonces circulaban por brechas improvisadas y en pésimas condiciones. Una necesidad imperiosa y trascendental que generó la existencia de la carretera del Automóvil Club de La Laguna, entre las tres ciudades hermanas, construida por cooperación e inaugurada el día 8 de mayo de 1922, para abrir grandes posibilidades de crecimiento, pero el gran detonador fue también la creación del puente sobre el río Nazas, hecho registrado el 20 de noviembre de 1931, cumpliendo el anhelo de los laguneros de tener comunicación en tiempos de lluvias, ya que en esas ocasiones únicamente se podía cruzar el río por los puentes del ferrocarril y del tranvía eléctrico, trastornando la vida cotidiana.
Esa citada carretera convertida después en el actual bulevar Miguel Alemán, convertido hoy en la columna vertebral del crecimiento y orgulloso símbolo de nuestra ciudad, en su entorno se empezó a crear la estructura industrial de Gómez Palacio, ya que en el kilómetro 11-40 de la vía férrea que cruza esa vialidad se instaló el gran complejo de la importante factoría denominada “Industrias Unidas de la Laguna, se iniciaron actividades vinculadas al procesamiento granos, despepite y compresión de pacas, con aprovechamiento de los subproductos del algodón, particularmente de grasas y aceites, se aportó la contribución de miles de empleos y el inicio del funcionamiento del área industrial.
En esa misma rúa, se construyó la Planta Termoeléctrica “La Laguna” que vino a dar impulso a la electrificación de la región y estados aledaños, siendo factor de apoyo para que las industrias, comercios, predios agrícolas y la población en general pudiera acceder a un mejor servicio en el sistema eléctrico.
Esta gran obra fue inaugurada por el Presidente de la República licenciado Miguel Alemán Valdés el 7 de junio de 1948, quien en nueva gira acompañado de los gobernadores de Coahuila y Durango Raúl López Sánchez y José Ramón Valdés inauguraron el Bulevar Miguel Alemán Valdés. Importante obra en favor del progreso, la hermandad, la modernidad de los laguneros durante más de medio siglo y el funcionamiento del Parque Industrial de Gómez Palacio que con su extensión original de más de un millón, trescientos cincuenta mil metros cuadrados, fue el impulsor de la industrialización de Gómez Palacio, urbanizando y proporcionando servicios de drenaje y agua potable; electricidad, teléfonos, calles debidamente alumbradas y espuelas de ferrocarril, para el servicio de las factorías que allí se instalaron, dando por resultado lo que ahora conocemos: ocupación para miles de empleados, a través de la manufactura y la maquila, el procesamiento de alimentos, factorías de diversas ramas que fabrican una gran diversidad de implementos.
Con esta reseña damos término a esta serie de artículos sobre el origen y antecedentes históricos en el desarrollo de Gómez Palacio, que también en otras áreas culturales, de salud, educativas y recreativas han mejorado sustancialmente la imagen de nuestro municipio e influido en el futuro y la grandeza de nuestro querido terruño gomezpalatino.
