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Beneficiarios de la Educación Oficial

RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

Beneficiarios de la Educación Oficial Quienes pertenecemos a la generación de los cuarenta-cincuenta del siglo pasado, podemos afirmar, y con razón, que fuimos afortunados al haber tenido la oportunidad de formarnos educativa y culturalmente en una escuela de carácter público. Y reconocer, igualmente, que tuvimos una enseñanza de calidad, pues los docentes que nos tocaron, profesores y maestras, ejercían la docencia con verdadera vocación. Somos, por tanto, beneficiarios de la educación oficial.

En mi caso particular, cursé preescolar (kínder o jardín de niños), primaria, secundaria y preparatoria en la misma institución educativa de naturaleza pública, oficial. Probablemente en aquella época, era de las contadas o tal vez la única escuela de su tipo que impartía enseñanza en todos los niveles señalados, de modo que convivíamos y compartíamos el mismo espacio escolar niños de 8 o 9 años, con adolescentes de 13 o 14 y jóvenes de 16 a 18 años. Y, además, de ambos sexos. Tan buenos eran sus maestros, tanta su calidad pedagógica que pronto el Instituto ganó prestigio y fama como una de las mejores escuelas de la Región Lagunera.

Y como no, si teníamos ameritados docentes, capacitados didáctica y pedagógicamente para ejercer este noble, mal pagado y, frecuentemente, ingrato oficio. Recuerdo con alegría y nostalgia mis clases en el vetusto edificio frente al Parque Morelos; tres materias atraían especialmente mi atención: geografía, historia y gramática española.

Allí aprendimos a leer, a escribir y a realizar las operaciones aritméticas básicas; en segundo grado conocimos el mapa y las características principales de nuestra Ciudad y el municipio; en el tercer grado tuvimos acceso a los datos geográficos de nuestro Estado; ya en cuarto año fue la geografía de la República Mexicana; en quinto nos hablaron de los países del Continente Americano, y en sexto año, aprendimos que vivíamos en el Planeta Tierra, compuesto por cinco continentes: África, América, Asia, Europa y Oceanía, con sus respectivos países.

Los episodios principales de la historia Patria y los personajes protagonistas de tales acontecimientos, como héroes o como villanos, pero de una o de otra forma eran parte de nuestra historia nacional.

Así supimos de un emperador azteca Cuauhtémoc, que a los 25 años resistió la embestida cruel de los españoles que encabezados por el villano Hernán Cortés, tomaron a sangre y fuego la Gran Tenochtitlan, asiento del pueblo azteca y de la cultura náhuatl, arrasando templos y monumentos.

Y después de 300 años de dominación española, hubo un sacerdote que en el pueblo de Dolores, Guanajuato, llamó al pueblo un 15 de septiembre a luchar por su libertad, dando inicio a lo que sería el movimiento de Independencia, la que se logró en 1821.

Etapa épica que vio desfilar las figuras de Allende, Aldama, Abasolo, doña Josefa, Bravo, Rayón, Morelos, Victoria y Guerrero por el lado de los insurgentes; y enfrente a tipos como Calleja, Venegas, Garibay, Abad y Queipo, Iturbide y Santa Anna.

Que un indígena de la sierra zapoteca de Oaxaca, a pesar de su origen humilde se elevó hasta llegar a la Presidencia de la República, simbolizando toda una época en la historia de México, sentando las bases de la transformación nacional con sus Leyes de Reforma: Benito Juárez, a cuyo lado pelearon mexicanos de la estatura de Ocampo, Degollado, Escobedo, Zarco, Prieto, Altamirano, Zaragoza, González Ortega y muchos más.

Supimos también que un grupo de malos mexicanos fueron a Europa, entrevistándose con el emperador de Francia, Napoleón III, solicitándole enviara un príncipe para que gobernara a nuestro país, a lo que accedió el monarca francés, designado a Maximiliano de Habsburgo como emperador y a su esposa Carlota, como emperatriz. Maximiliano junto con Miramón y Mejía fueron fusilados en el Cerro de las Campanas de la Ciudad de Querétaro, cumpliendo así don Benito Juárez con la ley y con el mandato del pueblo.

Después de ser considerado como el Soldado de la República, Porfirio Díaz Mori, llega al poder para permanecer en él por más de treinta años, cubriendo una larga etapa oscura de nuestra historia conocida como la dictadura o el porfiriato, que negó derechos y libertades democráticas al pueblo de México, la cual terminó por el movimiento iniciado por don Francisco I. Madero, quien con dos documentos fundamentales: La Sucesión Presidencial de 1910 y El Plan de San Luis, convocó al pueblo a levantarse en armas contra la dictadura, dando inicio al gran movimiento social, conocido como Revolución Mexicana de 1910.

En Gramática Española aprendimos las partes variables de la oración, que son aquellas que pueden cambiar de significado, de género, de número y hasta de función: artículo, sustantivo, pronombre, adjetivo, verbo; las reglas básicas de la ortografía; sinónimos y antónimos; los signos de puntuación; los adverbios de modo, de tiempo y de lugar. Infinidad de ejercicios caligráficos de lluvia, óvalo y espirales para mejor la letra y su escritura.

Las partes del cuerpo humano, los sistemas respiratorio, circulatorio y digestivo; los sentidos; la anatomía y la fisiología del organismo; su estructura ósea; la célula, unidad anatómica fundamental de todos los órganos; el reino animal, el reino vegetal, el reino mineral, botánica y zoología, constituyeron los temas a estudiar en ciencias naturales. Temas que aprendimos gracias a las enseñanzas de nuestros maestros, impartidos en escuela pública, o como se decía entonces, “del gobierno”.

Todo eso y mucho más que sería prolijo mencionar en un espacio tan limitado como el de este Enfoque; conocimientos que asimilamos como beneficiarios de la educación oficial, que en nuestra época se consideraba de mejor calidad que la impartida por las instituciones privadas o particulares contrario a lo que sucede hoy, en que se advierte que la educación privada va dejando a la zaga a la impartida por el Estado.

Y no había ni se hablaba de reforma, ni contrarreforma educativa; no existían organizaciones como el SNTE, mucho menos CNTE. Era una enseñanza que trasmitían verdaderos apóstoles de la educación, que inspiraban su tarea y su diario quehacer en el pensamiento de los grandes maestros: Justo Sierra, Gabino Barreda y José Vasconcelos, aplicando la filosofía política de la educación plasmada en el Artículo Tercero Constitucional. [email protected]

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