San Virila salió de su convento. Iba al pueblo a buscar el pan para sus pobres.
En el camino vio a una niña que lloraba. Le preguntó, apurado:
-¿Por qué lloras?
Respondió la pequeña:
-Se me rompió el vestido, y mi madre me va a regañar.
El frailecito se angustió:
-No tengo hilo ni aguja -dijo-. Y si los tuviera de nada me servirían porque no sé coser.
La pequeña se echó a llorar de nuevo. La consoló San Virila:
-Ya no llores.
Hizo un movimiento con su mano y de la altura bajó un ángel que traía en las alas hilos de todos los colores y agujas de todos los tamaños. Con diestras manos zurció el vestidito de la niña y voló luego.
Muchos milagros hizo San Virila. Éste es uno de los que me gustan más.
¡Hasta mañana!...