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Vientre de alquiler se vuelve negocio en el mundo

La subrogación de la maternidad es actualmente una industria multimillonaria

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AGENCIAS

Lo que hace una década era considerado un procedimiento de procreación aislado y de menor interés, hoy se ha convertido en una industria multimillonaria que genera numerosas inquietudes sociales, jurídicas y de salud.

La subrogación comercial transfronteriza ha crecido a tal nivel que ha comenzado a desplazar a la adopción internacional como la alternativa más atractiva para las parejas que padecen infertilidad biológica y quieren formar una familia.

"Se ha producido un verdadero cambio en la manera como se están conformando las familias. En la década de los 80, 90 y principios de 2000 se dio mucho la adopción transfronteriza, pero ha habido una disminución drástica al tiempo que presenciamos el ascenso de la subrogación global", dice Claire Fenton-Glynn, investigadora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Cambridge: "Muchas personas no pueden recurrir a la subrogación en sus países, por lo que van a otros".

La coautora del libro Perspectivas sobre Subrogación del Este y Occidente sostiene que este fenómeno ha tomado fuerza debido a que es la vía que garantiza obtener un bebé, a diferencia de los canales de adopción, en los que muchas veces la opción es un niño con más edad o con alguna discapacidad. "La subrogación permite tener un bebé de nacimiento", sostiene. También tiene que ver con el aumento de la confianza en las técnicas de reproducción artificial y con el hecho de que las parejas dan cada vez más importancia a la relación genética.

Tailandia e India fueron durante años los destinos predilectos de la clientela internacional. Las madres de alquiler de Nueva Delhi llegaron a formar parte de una industria reproductiva que facturó alrededor de 2 mil millones de dólares anuales, según la Confederación Industrial de India. El turismo de fertilidad experimentó en India años de bonanza hasta 2016, cuando se prohibió la subrogación comercial para prevenir la explotación de mujeres vulnerables; un fenómeno similar tuvo lugar en Tailandia. Tras el cierre de ambos mercados, Ucrania y Rusia, por su laxa normativa, están emergiendo.

"Los agentes y las agencias de subrogación están apuntando hacia varios países en donde la ley es vaga o brilla por su ausencia en este ámbito. En la actualidad son Albania, Kazajistán, Chipre, Kenia, México, Colombia, Nicaragua y Guatemala", sostiene Sam Everingham, director de Global de Families Through Surrogacy. La organización, con sede en Northbridge, Australia, sostiene que el costo de la práctica de la subrogación sobre una base comercial varía por país, desde 26 mil dólares en Georgia y Ucrania, hasta 80 mil dólares en México. La subrogación comercial transfronteriza es una práctica no exenta de riesgos y complicaciones, afirma Fenton-Glynn. La experta en derechos humanos y protección de la infancia explica que una de las dificultades más recurrentes es en relación con la adquisición y el ejercicio de la responsabilidad parental, la manutención y la sucesión de derechos.

El caso más conocido es el de la pareja británica que va a Ucrania. En ese país, los futuros padres son considerados aquellos que encargaron el nacimiento del bebé, pero ante la ley británica la maternidad jurídica se atribuye sobre la base del parto. Como ninguno de los países quiere asumir la responsabilidad, el bebé corre el riesgo de quedarse sin padres y sin ciudadanía. Al tema jurídico se agregan otros, que van desde riesgos sociales, legales, físicos y emocionales para las madres subrogadas, hasta experiencias desafortunadas para las parejas que buscan formar una familia, como serían promesas infundadas, incumplimiento del acuerdo de subrogación, costos imprevistos y excesivos, un intermediario de dudosa reputación...

Everingham asegura que estos problemas no existirían si los países contaran con regulaciones transparentes y accesibles sobre maternidad subrogada, la práctica en la que una mujer presta o alquila su vientre para dar a luz al bebé de otras personas. "Las implicaciones para las parejas que están determinadas a procrear un bebé por esta vía y no pueden hacerlo en sus países de origen, es que se ven forzadas a convertirse en refugiados reproductivos", sostiene. "Esta situación coloca a los padres en situación de riesgo ante prácticas no reguladas y de explotación, tampoco protege el derecho del niño a conocer su herencia genética", dice.

Stop Surrogacy Now, una plataforma que agrupa organizaciones como Make Mothers Matter y Feministas Mexicanas contra Vientres de Alquiler, afirma que "los hijos se dan de una manera plenamente natural", por lo tanto, "la subrogación es un acto que debe de ser castigado por la ley, porque es una amenaza contra vidas inocentes y se presta para el abuso del cuerpo de otra mujer".

En la Europa rica, sólo Grecia, Holanda, Portugal y Reino Unido permiten esta práctica mientras no sea comercial. Francia, Alemania, Italia, España y Suecia tienen la legislación más restrictiva. En Estados Unidos la situación varía, aunque se sabe que California, Minnesota y New Jersey son los destinos más populares.

Debido a que no hay una disposición legal para reportar esta práctica, resulta difícil estimar cuántas personas han nacido por esta tecnología de reproducción asistida, aunque las autoridades británicas y estadounidenses aportan datos: En Gran Bretaña el número de solicitudes de responsabilidad parental pasó de 63 en el periodo 2008-2009 a 281 en 2017-2018. En tanto que los Centros para la Prevención y Control de Enfermedades de EU reportaron un incremento del número de ciclos en los que se usó una portadora gestacional, de 727 en 1999 a 3 mil 432 en 2013, traduciéndose en un total de 18 mil 400 bebés.

"No hay duda de que esta práctica reproductiva será cada vez más popular, ya estamos viendo una eliminación de las barreras legales", indica Fenton-Glynn.

Para la investigadora, la única solución es la adopción de una Convención Internacional que facilite la colaboración transfronteriza entre los países, con especial referencia al interés del niño.

Un bebé, dos papás y una madre desde lejos es posible

Los españoles Marcos y Alberto integran una pareja homosexual desde 2005.

Luego de asentar su relación, barajaron la idea de tener un hijo y hace tres años decidieron apostar por la gestación subrogada para cumplir su deseo. Finalmente eligieron México para llevar a cabo el proceso, concretamente el estado de Tabasco.

El fruto de la decisión de Marcos y Alberto se llama Gonzalo, un niño que nació en tierrasmexicanas y que se mantiene en contacto a través de videollamadas con su madre gestante, la tabasqueña Milagros, a quien llaman Mili. “Exploramos otras formas de acceso a la paternidad, particularmente la adopción. En 2015 decidimos emprender la aventura, pero no había países con los que España tuviera convenios que permitieran adoptar a una pareja homosexual”, dice Marcos.

“Entre las opciones a las que podíamos recurrir como homosexuales, México no nos ponía ninguna dificultad y nos ofrecía un equilibrio, porque cuenta con una sanidad pública, lo que economiza el proceso. Además no existía la barrera del idioma, lo que nos permitía tener una relación más fluida con la gestante y controlar las garantías del proceso”, agrega Marcos, abogado de profesión.

Los especialistas aseguran que esmuy positivo que los niños que nacen por gestación subrogada puedan conocer su historia, además de mantener el contacto con la madre biológica si el menor así lo decide. Marcos y Alberto están dispuestos a seguir esta recomendación al pie de la letra.

“Gonzalo al día de hoy, con la capacidad que tiene, sabe que nació en México y que nació de la barriguita de Milagros. Habla frecuentemente con ella a través de videollamadas. Tiene dos papás y Mili es su gestante, eso lo tiene totalmente normalizado”, refiere la pareja española antes de explicar que el niño, con motivo del día de la Madre, ha preparado un regalo para su gestante.

No todo el proceso transcurrió de manera apacible. Marcos y Alberto recuerdan con angustia el momento en que les avisaron de que los acontecimientos se habían precipitado. Tomaron urgentemente un avión y viajaron a México para seguir de cerca las incidencias de lo que se presentaba como un parto prematuro. Los padres hicieron guardia permanente en el hospital. El niño nació en septiembre de 2016, por cesárea.

Marcos y Alberto aclaran que no tienen inconvenientes para repartirse las tareas de cuidado infantil y se organizan en función de la disponibilidad de cada uno. “En nuestro caso es una corresponsabilidad, sin roles ni estereotipos.

No nos hizo falta ninguna asesoría, esto es instintivo, hemos ido aprendiendo sobre la marcha”, apuntan, aunque reconocen que el primer año estuvieron más centrados en Gonzalo, porque había que descartar las secuelas que podían aflorar en él como bebé prematuro. Alberto fue quien contribuyó a la fecundación, pero ese hecho no marca ninguna diferencia.

“No me siento menos padre que Alberto por no haber aportado la semillita. En casa, Gonzalo hay cosas que quiere con un papá y cosas que quiere con el otro. La paternidad no la dictan los genes. En las parejas homosexuales uno de los dos tiene que elegir. Y eso se hace por amor”, señala Marcos.

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